Ucrania y Rusia, sin salida rápida: ¿Fracaso diplomático de Occidente o estrategia de desgaste?

La ofensiva rusa persiste mientras Estados Unidos presiona por un alto al fuego. El camino hacia la paz en Ucrania está plagado de ambigüedades políticas y cálculos estratégicos.

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Una guerra larga y “demasiado compleja”

“Demasiado compleja para resolverse rápidamente”, fueron las palabras del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, al referirse a la posibilidad de poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. Esta frase podría sintetizar tres años de conflicto que, lejos de apaciguarse, continúa sumando tensiones, víctimas y desgaste global. Mientras Ucrania busca resistir una invasión que ha costado la vida de miles de civiles y ha desplazado a millones, Rusia parece afianzarse en una lenta pero sistemática ofensiva, con la vista puesta en el desgaste prolongado de su adversario.

En las últimas semanas, Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, ha sido blanco recurrente de drones explosivos rusos. Un reciente ataque dejó al menos 45 civiles heridos, y marcó solo uno de los múltiples episodios de violencia en un conflicto que no da tregua. Según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, en los primeros tres meses del año se han registrado 2,641 víctimas civiles verificadas, casi 900 más que el año anterior. Entre el 1 y el 24 de abril, el aumento fue del 46% comparado con el mismo período de 2024.

Estados Unidos se impacienta: ¿repliegue diplomático?

La presión estadounidense para lograr un alto al fuego se intensifica. La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, citó al secretario de Estado Marco Rubio diciendo: “Estamos en un momento en que se necesitan propuestas concretas de ambas partes para terminar este conflicto.” Agregó además que, de no haber avances en las negociaciones, Estados Unidos podría retirarse como mediador.

Una advertencia que pesa especialmente sobre Ucrania, nación altamente dependiente del apoyo militar y económico occidental. Esta posible retirada amenaza con debilitar las defensas de Kyiv frente a un Kremlin que observa impasible, esperando el desgaste de su oponente.

Donald Trump, expresidente y actual candidato con opciones reales de volver a la Casa Blanca, ha declarado que podría “detener la guerra en 24 horas” si es elegido nuevamente en enero de 2025. Sin embargo, sus críticas constantes a Zelenskyy y su aparente cercanía con el Kremlin agregan un nivel de incertidumbre a las apuestas diplomáticas actuales.

Putin se muestra dispuesto, pero con condiciones tácitas

Vladimir Putin, por su parte, ha declarado estar abierto a diálogos directos “sin condiciones previas”, pero ha hecho saber que espera primero una suspensión de la movilización militar ucraniana y del suministro de armas occidentales —condiciones que, de cumplirse, equivaldrían a una claudicación de facto de Ucrania.

Además, los recientes comentarios del canciller ruso, Sergey Lavrov, alimentan la narrativa rusa de que es Ucrania quien “pide” el alto al fuego por estar supuestamente perdiendo la guerra. “Han dado un giro y empezado a exigir un cese al fuego inmediato sin precondiciones”, declaró Lavrov desde Río de Janeiro, durante una cumbre del grupo BRICS. Estas afirmaciones, no contrastadas de forma independiente, forman parte del relato propagandístico que combina presión militar con retórica diplomática dura.

Occidente dividido y el fantasma del repliegue

Europa también comienza a mostrar señales de fatiga. Si bien todavía hay apoyo unánime en denunciar la agresión rusa, cada país tiene una línea distinta respecto a qué tan lejos están dispuestos a llegar por Ucrania. Las elecciones parlamentarias en varios países europeos y la amenaza del ascenso de partidos de extrema derecha condicionan el compromiso político con Kyiv.

Entretanto, la continuidad del conflicto beneficia parcialmente a Rusia. Más allá de las pérdidas humanas y económicas, Moscú ha logrado mantener control sobre aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano desde el inicio de la invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022.

Y mientras el frente militar se estanca en trincheras recordando la Primera Guerra Mundial, los ciudadanos de a pie son quienes más sufren. Bombardeos diarios, cortes de energía, escasez de productos básicos y la constante amenaza a sus vidas van demoliendo el tejido social ucraniano.

La diplomacia como campo de batalla

Lo que se libra actualmente no es solo una guerra en el terreno, sino una batalla diplomática y narrativa. Mientras los líderes occidentales buscan fórmulas para presionar a Rusia sin escalar a un conflicto directo, Moscú emplea su red de aliados en China, Irán y el grupo BRICS para ganar tiempo, influencia y legitimidad en otros foros mundiales.

El daño a infraestructuras civiles también se convierte en una herramienta estratégica. Más de 100 drones Shahed fueron lanzados sobre Kharkiv y Dnipro entre martes y miércoles según la Fuerza Aérea ucraniana. Estas ofensivas no sólo buscan objetivos militares, sino también quebrar el ánimo poblacional y aumentar la presión a Zelenskyy para aceptar cualquier acuerdo —incluso bajo condiciones desfavorables.

¿Qué tan cerca estamos realmente de la paz?

“La guerra podría terminar mañana si las armas cesan”, afirman consistentemente diplomáticos rusos. El problema es que lo harían luego de anexionar territorios, destruir ciudades como Mariúpol y consolidar su presencia en el este y sur ucraniano. Una paz en estos términos sólo consolidaría la invasión, debilitando por décadas el orden internacional.

Zelenskyy, por su parte, ha declarado en múltiples ocasiones que no aceptará ceder ningún centímetro de territorio. Las propuestas de paz han fracasado una y otra vez porque lo que Rusia considera “negociación” equivale a una rendición estratégica.

Una guerra que define el siglo XXI

Este conflicto marca, sin lugar a dudas, el punto de inflexión del sistema internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial. Las potencias occidentales enfrentan el desafío de frenar una invasión sin recurrir al enfrentamiento directo. Y las naciones de medio y bajo poder observan con atención: si Rusia se sale con la suya, ¿quién será el siguiente?

Las guerras modernas ya no se ganan solamente con armas, sino con tiempo, voluntad política y control de la narrativa global. Ucrania sigue resistiendo, pero la cuenta regresiva para lograr un acuerdo sostenible sigue corriendo. Y cada día sin resultados tangibles empeora las condiciones para millones de personas atrapadas en una guerra que, para muchos en Occidente, ya comienza a parecer eterna.

En palabras de Peskov: “hay muchos detalles y matices”. Pero cada matiz pendiente se mide en vidas humanas, familias fracturadas y ciudades en ruinas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press