Polémica y desinformación: El ataque de Pete Hegseth a un programa que en realidad impulsó Trump
El secretario de Defensa se ensaña con la iniciativa 'Mujeres, Paz y Seguridad', sin saber que fue una política promovida por su propio jefe
Un ataque sin fundamentos
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, provocó una tormenta política esta semana al compartir un encendido mensaje en la red social X (anteriormente Twitter) donde arremetió contra el programa "Mujeres, Paz y Seguridad" (WPS), calificándolo de "iniciativa promovida por feministas y activistas de izquierda". Sin embargo, lo que Hegseth aparentemente no sabía es que dicha iniciativa fue impulsada y promulgada por el propio expresidente Donald Trump, bajo cuya administración él sirve actualmente.
La Ley Mujeres, Paz y Seguridad de 2017 fue la primera legislación de su tipo en el mundo, y marcó un paso icónico en el reconocimiento del papel crucial que juegan las mujeres en la construcción de la paz y la seguridad, especialmente en contextos de conflicto internacional. De hecho, fue ampliamente celebrada y respaldada de forma bipartidista por miembros del Congreso y altos funcionarios del gabinete de Trump, incluyendo a figuras claves como Kristi Noem e Ivanka Trump.
¿Qué es exactamente el Programa Mujeres, Paz y Seguridad?
Este programa tiene como objetivo promover la participación significativa de las mujeres en procesos de paz y seguridad, algo que la comunidad internacional ha venido exigiendo desde la aprobación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU en octubre del año 2000. Esta resolución histórica instó a los Estados miembros a incrementar la representación de mujeres en todos los niveles de toma de decisiones sobre asuntos relacionados con la prevención, la gestión y la resolución de conflictos.
En Estados Unidos, esta iniciativa tomó forma legislativa en 2017, cuando, irónicamente, Donald Trump estampó su firma en la ley que hoy su secretario de Defensa intenta desmontar. Según la normativa, el Departamento de Defensa (DoD), en colaboración con los Departamentos de Estado y Seguridad Nacional, debe integrar medidas de género en sus operaciones, desde misiones en el extranjero hasta capacitaciones internas.
El legado de la ley y sus impactos comprobados
No se trata de un esfuerzo simbólico. De hecho, el general Dan Caine, recientemente confirmado como presidente del Estado Mayor Conjunto, explicó ante el Congreso que el programa había salvado vidas en el campo de batalla. En su testimonio de abril, aseguró:
“Cuando salíamos al campo después de un asalto, teníamos mujeres entre nuestras filas que podían interactuar con otras mujeres y niños en el objetivo. Ellas proveían una perspectiva esencial para entender el ‘terreno humano’ de maneras nuevas y profundas”.
Este tipo de acceso y empatía cultural, en ocasiones vetado a soldados hombres por tradiciones religiosas o sociales, ha permitido misiones más efectivas y seguras. En otras palabras, la inclusión de mujeres ha fortalecido —no debilitado— las operaciones militares estadounidenses.
Confusión ideológica
Lo más sorprendente del episodio es que Hegseth, en su cruzada contra lo que él llama iniciativas “woke”, no haya reconocido el origen conservador y patriótico del programa. En su publicación lo etiquetó como parte de una “agenda de justicia social y división impulsada por Biden”, cuando en realidad su existencia precede al actual gobierno.
La confusión no se quedó ahí. Su oficina no emitió comentarios tras múltiples solicitudes de la prensa. En contraste, miembros del Senado —como la demócrata Jeanne Shaheen— no tardaron en responder:
“Hegseth no tiene ni idea de lo que está haciendo”, dijo tajantemente Shaheen.
El senador Tim Kaine, por su parte, leyó en voz alta el tuit de Hegseth durante una audiencia en el Capitolio, y aseguró que estaba “repleto de inexactitudes indignas del Departamento de Defensa”.
El trasfondo político del desliz
Este incidente pone de manifiesto la creciente tendencia en ciertas esferas del poder conservador estadounidense a demonizar automáticamente cualquier política con un enfoque de género, sin evaluar sus méritos objetivos.
La retórica de Hegseth evidencia una desconexión preocupante no solo con la historia de su propia administración, sino también con el rol estratégico de las mujeres en contextos de conflicto, algo atestiguado por décadas de esfuerzos internacionales y múltiples estudios del ONU Mujeres.
Y no solo se limita a mujeres estadounidenses: en 2019, Ivanka Trump celebró la colaboración entre el programa WPS y cuerpos policiales en Colombia para formar a nuevas cadetes femeninas, demostrando el enfoque regional e internacional de la iniciativa.
¿Por qué importa esto ahora?
Las declaraciones de Hegseth llegan en un momento sensible, con crecientes tensiones dentro del Pentágono por su cuestionable manejo de información clasificada, que compartió por Signal —una app de mensajería— en canales no seguros con otras autoridades, así como con miembros de su familia. Este episodio alimenta aún más las dudas sobre su idoneidad para liderar el Departamento de Defensa.
A ello se suma la presión del Congreso, especialmente del bloque demócrata, que cuestiona no sólo su gestión, sino la filosofía ideológica que intenta imponer en un órgano estratégico que, por definición, debe basarse en evidencia, estrategia operativa y unidad nacional.
La ironía de que un secretario de Defensa ataque una política que fue firmada como ley por su propio comandante en jefe, en una muestra flagrante de desinformación interna, debería resultar alarmante para todas las personas comprometidas con la seguridad y la coherencia institucional.
El rol de las mujeres en la seguridad global
Más allá de este escándalo político, vale la pena subrayar que las mujeres han demostrado su valía una y otra vez en misiones de paz, desde Afganistán hasta el Congo. Según datos de las Naciones Unidas, la inclusión de mujeres en negociaciones de paz incrementa en un 35% la posibilidad de que los acuerdos perduren al menos 15 años.
Además, su participación en operaciones de campo ha mejorado drásticamente la protección de civiles, particularmente de mujeres y niñas, frecuentemente víctimas invisibles en conflictos armados.
Como lo afirmó el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric:
“Una de las repercusiones reales del programa WPS ha sido el aumento de mujeres en misiones de paz; esto ha tenido un impacto medible y positivo en la protección de civiles en zonas de conflicto”.
Retórica vs. realidad
El caso de Pete Hegseth representa un ejemplo más de cómo la retórica política sin base puede erosionar avances tangibles. La ideologización del rol de género en áreas tan críticas como la seguridad no solo debilita las políticas públicas, sino que socava el trabajo de miles de profesionales que, desde diferentes trincheras, contribuyen a una paz más inclusiva.
Desmantelar un programa exitoso por desconocimiento —o por prejuicios ideológicos— no es sólo desconcertante, es perjudicial.
Hacia una perspectiva más informada
Lo que este episodio revela es la necesidad urgente de recuperar el enfoque basado en evidencia, incluso en temas que parecen políticamente espinosos como el género y el militarismo. La seguridad global, en el siglo XXI, no puede excluir a la mitad de la población ni tampoco caer en los juegos de desinformación partidista. Y mucho menos, permitir que quienes ocupan cargos clave actúen sin conocimiento de la legislación que juran defender.
Hegseth podrá seguir utilizando palabras como “woke” y “activismo” como armas políticas, pero mientras lo hace, socava la propia estructura construida por quienes lo pusieron allí. La historia, como suele hacerlo, lo juzgará con bastante menos benevolencia que su frágil narrativa en redes sociales.