Saigón, 1975: la última crónica en vivo de una guerra que cambió el periodismo moderno

A cincuenta años de la caída de Saigón, revivimos el día que marcó el final de la Guerra de Vietnam desde el lente y la pluma de los periodistas que se quedaron hasta el último minuto

El día final: desde la azotea al teletipo

El 30 de abril de 1975 fue una fecha que definió no solo el devenir político de Vietnam, sino también la evolución del periodismo de guerra. Mientras helicópteros evacuaban a los últimos estadounidenses desde la embajada en Saigón, tres periodistas de la oficina de prensa de una agencia internacional permanecían en su puesto, testigos de la historia que se desplegaba ante sus ojos. Peter Arnett, George Esper y Matt Franjola decidieron quedarse. No por temeridad, sino por compromiso con la verdad.

La imagen que resumiría décadas de conflicto fue tomada por Sarah Errington, fotógrafa que emergió del cuarto oscuro justo cuando soldados del Viet Cong ingresaban al bureau. Les ofrecieron Coca-Cola tibia y pastel del día anterior. Al conversar sobre su ruta hacia la ciudad, los soldados fueron trazando su camino en un mapa de la redacción, en una escena que reflejaba más humanidad que hostilidad.

El fin desde adentro: cuando el enemigo resulta ser humano también

En palabras de Esper, la experiencia fue reveladora: "En mi cabeza hacía las cuentas: casi 60,000 estadounidenses muertos, más de un millón de combatientes norvietnamitas fallecidos, 224,000 soldados del sur muertos, 2 millones de civiles... Todo acabó así, con una conversación sobre novias y familias extrañadas".

Fotografía y pluma en la línea del frente

La historia de la agencia de noticias en la guerra había comenzado con la apertura de su oficina en Saigón en 1950, en medio del conflicto entre Francia y el Viet Minh liderado por Ho Chi Minh. Con el triunfo vietnamita en Dien Bien Phu (1954) y la subsecuente división del país, la región se convirtió en un punto de presión en la Guerra Fría.

Desde Malcolm Browne hasta Horst Faas y Arnett, la agencia colocó reporteros y fotógrafos con botas en el terreno. Entre 1964 y 1972, el medio ganó cinco premios Pulitzer por su cobertura. Fue un esfuerzo diverso, internacional, y a menudo en conflicto con las versiones oficiales provenientes del Pentágono y la Casa Blanca.

Contrapunto a la narrativa gubernamental

Peter Arnett recuerda que su trabajo, y el de sus colegas, a menudo contradecía lo que se decía en Washington. Cubrían palmo a palmo lo que ocurría en las aldeas y selvas de Vietnam, revelando lo que muchos en EE. UU. desconocían: el grado real del involucramiento estadounidense, la impopularidad del presidente Ngo Dinh Diem y el estancamiento bélico.

Incluso hubo presión para que se cuestionara a los periodistas. En 1966, tras acusaciones de poca experiencia, el entonces Gerente General de la agencia, Wes Gallagher, respondió con una carta afirmando que muchos de sus corresponsales llevaban años ahí, incluso más que el propio embajador Henry Cabot Lodge o el general Westmoreland.

El teatro de la desinformación: los ‘Five O’clock Follies’

Las ruedas de prensa del gobierno en Saigón, llamadas burlonamente "Five O’clock Follies", se volvieron el símbolo de la brecha entre lo oficial y lo real. Esper recuerda asistir a una rueda de prensa luego de cubrir un combate, solo para escuchar una narración tan distinta que dudó si hablaban del mismo evento.

Lo más preocupante era la omisión masiva de datos. A menudo los oficiales mantenían fuera de sus reportes información sensible o militarmente significativa, dejando al periodismo como la única fuente directa de la cruda verdad.

Cuando la adrenalina supera al miedo

En los días previos a la caída, el equipo fue disminuyendo. Solo Arnett, Esper y Franjola se ofrecieron a quedarse. Cuando ignoraron las órdenes de evacuar, lo hicieron con la convicción de estar a punto de contar una historia irrepetible. La madrugada del 30 de abril, bajo la lluvia de monzón, Arnett observó desde la azotea los últimos helicópteros partiendo.

Esper, mientras tanto, reportó en tiempo real la rendición del gobierno sur-vietnamita. "La AP lleva ventaja de cinco minutos a UPI", recordó Arnett entre risas al recibir la confirmación de Nueva York. La competencia entre agencias seguía vigente incluso en el ocaso de un conflicto de 20 años.

Una guerra documentada con sangre, sudor y tinta

  • 58,220 soldados estadounidenses murieron en Vietnam, según el Departamento de Defensa.
  • Más de 2 millones de civiles vietnamitas fallecieron debido al conflicto.
  • Cuatro fotógrafos de la agencia murieron y al menos 16 periodistas fueron heridos durante la cobertura.

No fue solo una cuestión de arrojo. Fue una apuesta profesional, ética y humana. Compañías periodísticas a lo largo del siglo XX se han beneficiado de esa tradición que se reforzó en Vietnam: ir más allá del comunicado de prensa, vivir la noticia, sufrirla —incluso morir por ella— para contarla con verdad.

Lo cotidiano bajo el fuego: recuerdos imborrables

Tras el anuncio oficial de la rendición, Esper salió a buscar testimonios. En una plaza, vio a un coronel policial sur-vietnamita saludar una estatua y suicidarse tras pronunciar "fini". Corrió de vuelta a la oficina, con las manos temblorosas, para escribir lo sucedido.

No quedó ahí. Franjola fue testigo del ingreso de jeeps con hombres armados de fusiles rusos. Arnett vio camiones soldados tomando las calles. La ciudad había caído. El reloj marcaba 11:43 a.m..

Cuando las tropas entraron al edificio del medio, uno de los soldados iba acompañado de un freelancer, Ky Nhan, quien reveló orgullosamente que era miembro del Viet Cong. Tranquilizó a los periodistas: "Yo he garantizado la seguridad de esta oficina". A partir de ese momento, la línea entre "enemigo" y "huésped" desapareció.

Legado de verdad y humanidad

El último informe, irónicamente, nunca se transmitió. La línea teletipo fue cortada tras horas de actividad. Arnett escribió: “En mis 13 años cubriendo la guerra de Vietnam, jamás imaginé que terminaría así —con una rendición total seguida, horas después, de una reunión cordial en nuestra oficina con un oficial norvietnamita tomando Coca-Cola”.

Hoy, medio siglo después, este tipo de periodismo se impone como estándar en coberturas de conflicto. La independencia, la presencia en el terreno y la humanidad de quienes narran una guerra son más importantes que nunca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press