Los 100 días de Trump: Entre deportaciones masivas, confrontaciones judiciales y división política

Un análisis crítico del comienzo del segundo mandato de Donald Trump, marcado por políticas migratorias extremas y una creciente centralización del poder

El simbólico peso de los primeros 100 días

Desde que Franklin D. Roosevelt acuñó la tradición en 1933 con su respuesta inmediata a la Gran Depresión, los presidentes de Estados Unidos son evaluados bajo la lupa durante sus primeros 100 días en el poder. Donald Trump, durante su segundo mandato, ha decidido abrazar con entusiasmo esta marca temporal como una oportunidad para mostrar fuerza política y ejecutar su agenda, especialmente en materia de inmigración. Durante esa primera semana conmemorativa, el gobierno organizó eventos con fuerte carga visual: carteles con fotos policiales de inmigrantes acusados de crímenes colocados estratégicamente en el jardín de la Casa Blanca. El mensaje era claro: la administración está actuando agresivamente en contra de la inmigración ilegal.

La “mayor campaña de deportación en la historia estadounidense”

Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, afirmó que el gobierno de Trump se encuentra en las etapas iniciales de la que será “la mayor campaña de deportación en la historia estadounidense”. Hasta ahora, se han deportado oficialmente unas 139,000 personas, aunque esta cifra ha fluctuado y, en ocasiones, no supera las deportaciones realizadas bajo el mandato de su predecesor Joe Biden. Tom Homan, asesor principal de Trump en seguridad fronteriza, proclamó “éxito sin precedentes” en esta materia. Un elemento clave de esta estrategia es la disminución significativa de los cruces ilegales en la frontera sur del país, descrita como una señal tangible del impacto de las medidas restrictivas ya en vigor.

Autopromoción y medios afines: Trump controla la narrativa

El presidente celebró su día 100 con un mitin en el condado de Macomb, Michigan, un bastión automotriz clave para unir su mensaje económico con su estrategia política. Además, ofreció entrevistas con medios tradicionales como ABC News, pero también organizó sesiones reservadas exclusivamente para influencers pro-Trump y creadores de contenido afines. En estas sesiones, no hubo preguntas incómodas. Las rondas de aplausos sellaron cada intervención, en lo que parece ser una táctica de legitimación mediante ecos mediáticos: mensajes amigables, sin confrontaciones.

Política migratoria como bandera electoral

El enfoque intransigente del presidente en cuanto a migración no es casualidad. En cada encuesta de opinión pública, es la política migratoria uno de los puntos donde Trump mantiene ventajas frente a otros candidatos. Está claro que la línea dura migratoria es vista por muchos de sus partidarios como una postura de fuerza y soberanía. Dentro de las nuevas políticas, se incluyen programas de “auto deportación” que ofrecen incentivos monetarios y boletos de avión gratuitos para quienes decidan abandonar el país voluntariamente; así como sanciones financieras a quienes permanezcan ilegalmente. Además, Trump firmó órdenes ejecutivas para crearlistados públicos de las llamadas "ciudades santuario". Es decir, jurisdicciones que protegen a inmigrantes indocumentados al restringir la cooperación con las agencias federales.

Populismo judicial y avance autoritario

Otro rasgo distintivo en esta administración ha sido la confrontación con el Poder Judicial. Trump ha arremetido públicamente contra jueces y tribunales, incluyendo la Corte Suprema. Ha desafiado órdenes judiciales, como el caso del migrante Kilmar Abrego García, deportado erróneamente a El Salvador, cuya repatriación fue bloqueada por la administración a pesar del mandato del máximo tribunal. También se ha ordenado el traslado de supuestos miembros de pandillas venezolanas hacia megaprisiones en El Salvador, aún cuando no existía una decisión judicial favorable que respaldara tal medida. Toda esta estrategia ha llevado a muchos analistas a hablar de un patrón autoritario creciente, donde el Ejecutivo estira los límites constitucionales y pone en riesgo el delicado equilibro entre poderes en la democracia estadounidense.

Despidos por razones políticas: el caso Schleifer

A este panorama se suma la polémica por el despido de Adam Schleifer, un fiscal federal en Los Ángeles, quien fue cesado una hora después de que la activista ultraconservadora Laura Loomer pidiera públicamente su destitución en redes sociales. Schleifer había expresado años atrás, como ciudadano común y en su rol de candidato demócrata, críticas al entonces presidente Trump. La Casa Blanca lo removió sin justificación oficial, en lo que ha sido calificado como una violación del principio de independencia judicial. “Este despido socava uno de los pilares fundamentales del sistema judicial”, señala el recurso legal presentado por Schleifer ante la Junta de Protección del Sistema de Méritos (Merit Systems Protection Board), un organismo federal que impide represalias políticas contra empleados públicos. Loomer ha sido una promotora activa de una “purga” dentro de la administración, señalando funcionarios que considera no suficientemente leales. Poco después del despido de Schleifer, personal del Consejo de Seguridad Nacional también fue cesado a pedido de Loomer, quien incluso se reunió personalmente con el presidente.

Encuestas: apoyo a la baja, incluso entre republicanos

A pesar de la escenografía política, los datos reflejan grietas en la percepción pública. Según una encuesta de AP-NORC, los estadounidenses consideran en casi el doble que Trump se está enfocando en prioridades erróneas en lugar de las correctas. Sorprendentemente, solo la mitad de los republicanos coinciden en que su enfoque ha sido el adecuado. Incluso entre sus seguidores, la imagen positiva de su mandato ha disminuido aproximadamente 10 puntos porcentuales desde enero. Este descenso se atribuye principalmente a su política económica, su guerra comercial por medio de aranceles y el pulso constante con China y México. Trump, fiel a su estilo, ha calificado los estudios como “FAKE POLLS FROM FAKE NEWS MEDIA”. No obstante, la tendencia de desaprobación ha sido confirmada por varios estudios independientes en las últimas semanas.

Una nación polarizada y en movimiento

El segundo mandato del expresidente Trump avanza alimentando una combinación de lealtad, miedo y confrontación. En 100 días ha marcado una pauta de fuerza y aceleración, pero también de exclusión, autoritarismo y debilidad cívica institucional. Mientras sus seguidores aplauden el discurso de “recuperar el país”, críticos y constitucionalistas advierten sobre una deriva populista cada vez más parecida a la de líderes políticos consagrados por su intolerancia y desprecio a las normas republicanas. La historia de Estados Unidos juzgará con el tiempo si estos primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump representan el inicio de una refundación ideológica o la antesala de una erosión democrática sin precedente.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press