Israel bajo lupa: El caso Ronen Bar, el Shin Bet y la creciente sombra del poder de Netanyahu

La renuncia del jefe del Shin Bet destapa una lucha por el control institucional en un momento crítico para la seguridad y la democracia israelí

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Una renuncia que retumba en la seguridad israelí

Ronen Bar, actual jefe del Shin Bet —la agencia de seguridad interna israelí— ha anunciado que dejará su cargo el 15 de junio. Esta decisión se produce tras una serie de tensiones acumuladas en el corazón del aparato de inteligencia y en medio de una controversia pública con el Primer Ministro Benjamin Netanyahu.

Bar no sólo reconoció que su agencia falló en prever y evitar el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 —en el que más de 1,200 personas murieron y otras cientos fueron secuestradas—, sino que apuntó directamente al creciente intento del poder ejecutivo de interferir en instituciones esenciales para la democracia israelí.

El 7 de octubre: La noche en que colapsaron todos los sistemas

Durante su intervención en una ceremonia en honor a los agentes caídos del Shin Bet, Bar fue contundente:

“Esa noche, en el frente sur, el cielo se derrumbó. Todos los sistemas colapsaron. El Shin Bet también falló en dar una advertencia”, dijo visiblemente afectado.

Esta confesión pública no es habitual en el ambiente hermético de las agencias de inteligencia. Refleja no solo honestidad personal, sino una necesidad institucional de reconocer la magnitud del fallo. En Israel, donde la seguridad nacional es una prioridad absoluta, este tipo de errores generan no solo consecuencias operativas sino también un terremoto político.

Fallas de seguridad y pugnas políticas

El trasfondo del conflicto entre Bar y Netanyahu tiene múltiples capas. En abril, Netanyahu intentó destituir a Bar, alegando una “crisis de confianza”. Sin embargo, su decisión fue congelada por el Tribunal Supremo tras varias demandas legales que pusieron en duda la legalidad y las motivaciones del despido.

La destitución parecía estar vinculada a un conflicto de intereses más profundo: el Shin Bet está actualmente investigando conexiones entre la oficina del Primer Ministro y asesores que, según reportes, trabajaban como consultores remunerados para Qatar —país que juega un papel clave como mediador entre Israel y Hamás.

La investigación ha generado incomodidad en la oficina del Primer Ministro, especialmente porque Qatar —aunque socio estratégico en negociaciones— no mantiene relaciones diplomáticas plenas con Israel.

Acusaciones serias: Espionaje político y protección judicial cuestionada

En un documento presentado recientemente ante el Alto Tribunal de Justicia, Bar acusó directamente a Netanyahu de:

  • Presionarle para espiar a manifestantes antigubernamentales.
  • Intentar impedir que testifique en su juicio por corrupción alegando motivos de seguridad nacional.

Netanyahu ha calificado estas acusaciones como “mentiras”, y ha contraatacado diciendo que existe una especie de “estado profundo” compuesto por burócratas y jueces no electos cuyo único objetivo es debilitar su gobierno.

Estas afirmaciones se han convertido en un elemento recurrente del discurso de Netanyahu desde que volvió al poder, avivando la tensión entre los distintos poderes del Estado en Israel.

¿El inicio de un Shin Bet politizado?

Numerosos analistas y exfuncionarios de inteligencia han advertido que la salida de Bar y los intentos de Netanyahu por nombrar a un nuevo jefe alineado políticamente podrían marcar un punto de inflexión fatal para la independencia institucional del Shin Bet.

Ya en mayo, Netanyahu intentó nombrar a un excomandante naval como nuevo jefe de la agencia, pero tuvo que retirar la propuesta en menos de 24 horas, al descubrirse que el candidato había participado anteriormente en protestas contra su gobierno.

Este nivel de escrutinio evidencia una batalla interna sin precedentes por el control de las instituciones estatales clave, con implicaciones directas para la estabilidad del país.

Una agencia vital bajo presión

Fundado en 1949, el Shin Bet —también conocido como el Servicio de Seguridad General de Israel (GSS)— es uno de los pilares de la seguridad israelí. Entre sus funciones están proteger a los altos funcionarios del gobierno, desmantelar células terroristas palestinas y prevenir ataques contra civiles.

No obstante, su historia también está marcada por controversias. Desde acusaciones de tortura en interrogatorios, hasta la vigilancia masiva de ciudadanos árabes israelíes, el delicado equilibrio entre la seguridad y las libertades civiles siempre ha estado en juego.

Por ello, su independencia del poder político ha sido considerada una línea roja por expertos en gobernanza democrática.

Impacto en la opinión pública

Los últimos sondeos en Israel muestran una pérdida considerable de confianza en las instituciones gubernamentales. Según una encuesta realizada por el Instituto para la Democracia de Israel (marzo 2024), solo el 21% de la ciudadanía confía en el gobierno, comparado con un 42% que aún mantiene fe en el ejército y un 33% en las agencias de seguridad.

El momento no podría ser más delicado: Israel continúa su campaña en Gaza, mientras el frente norte con Hezbolá en Líbano sigue inestable y la violencia crece en Cisjordania. En este contexto, cuestionar la lealtad o eficiencia del Shin Bet puede tener consecuencias fatales.

Una alerta para las democracias del mundo

El caso de Bar y el Shin Bet genera preocupación más allá de las fronteras israelíes. Diversas organizaciones pro-democracia, tanto dentro como fuera del país, han señalado que la politización de cuerpos de inteligencia a menudo precede una erosión democrática más profunda.

Como señaló el periodista y escritor israelí Anshel Pfeffer en The Guardian:

“Si Netanyahu logra modificar la naturaleza del Shin Bet, nada impedirá que sus sucesores hagan lo mismo con la judicatura o incluso con el ejército. Es un camino hacia un Estado autoritario bajo apariencia parlamentaria.”

¿Y ahora qué?

La Corte Suprema aún debe emitir un fallo sobre la legalidad de la destitución de Bar. Mientras tanto, su renuncia voluntaria parece un intento de preservar la dignidad institucional en un momento de vulnerabilidad política.

Bar concluyó su discurso diciendo:

“Este caso no es sobre mi persona, es sobre la independencia de los próximos líderes del Shin Bet.”

Si algo queda claro, es que Israel enfrenta no solo amenazas externas, sino un peligroso choque interno entre la seguridad y el poder político, cuyas repercusiones pueden modelar el futuro democrático del país.

Fuentes consultadas

Este artículo fue redactado con información de Associated Press