Fumatta est papam: cómo funciona el cónclave y por qué el proceso de elección del Papa sigue siendo un misterio venerado
Desde el rito del “Extra Omnes” hasta la emblemática fumata blanca, analizamos uno de los rituales más secretos y místicos de la Iglesia católica
La elección del Papa es uno de los eventos más estudiados y a la vez más reservados del mundo contemporáneo. A pesar de los siglos de historia, el cónclave conserva su esencia hermética y solemne, llevando las decisiones del Vaticano al corazón del mundo católico.
¿Qué es exactamente un cónclave?
El término "cónclave" proviene del italiano “con clave”, que literalmente significa “con llave”. Este nombre no es casual: al iniciar el proceso, los cardenales electores son encerrados y no pueden salir hasta haber elegido al nuevo pontífice. De hecho, tienen contacto cero con el mundo exterior, manteniéndose en un aislamiento total, simbolizado con el emblemático llamado “Extra Omnes”, cuando se pide a todos los no electores salir de la Capilla Sixtina.
¿Cómo se desarrolla el proceso de elección?
Antes de comenzar formalmente el cónclave, los cardenales celebran una misa en la mañana, seguida de una procesión a la Capilla Sixtina. Allí, escuchan una meditación espiritual, juran secreto absoluto y se inicia la votación.
Las reglas actuales, establecidas por el papa Juan Pablo II en 1996 y modificadas posteriormente por Benedicto XVI, exigen una mayoría de dos tercios para que un candidato sea elegido. Si no se logra esta mayoría en los primeros votos, el proceso sigue con dos votaciones cada mañana y tarde hasta que haya un resultado.
¿Quiénes pueden votar?
Sólo los cardenales menores de 80 años pueden votar. Aunque el número idealmente se limita a 120 electores, en el momento actual hay 135 elegibles, ya que los papas pueden exceder este límite. Los cardenales mayores de 80 años pueden participar en las reuniones pre-cónclave, pero no votar.
De hecho, en una de estas reuniones en 2013, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio pronunció un discurso sobre llevar la Iglesia a las “periferias existenciales”, visión que impresionó tanto que contribuyó a su elección como Papa Francisco.
Voto secreto y excomunión automática
La confidencialidad es absoluta. El papa Benedicto XVI reforzó las reglas de secreto, estableciendo castigos automáticos de excomunión para quienes revelen información del interior del cónclave. Ni grabadoras ni cámaras están permitidas. Todos los participantes deben jurar:
“Hago este juramento plenamente consciente de que infringirlo conllevará la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Que Dios y estos Santos Evangelios, los cuales toco con mi mano, me ayuden.”
¿Cuándo sabremos si hay nuevo papa?
La señal más conocida del cónclave es el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina. El humo negro significa que no se ha elegido aún un papa; el humo blanco indica lo contrario: habemus papam. Para evitar confusiones, se queman cartuchos químicos específicos con las papeletas:
- Humo negro: perclorato de potasio, antraceno (derivado del alquitrán) y azufre.
- Humo blanco: clorato de potasio, lactosa y resina de cloroformo.
Además del humo, suena una campana y se proclama al elegido desde el balcón central de la Basílica de San Pedro con la frase latina "Habemus Papam", seguida del nombre que ha escogido.
¿Quién puede ser elegido Papa?
Técnicamente, cualquier varón católico bautizado puede ser elegido Papa. Sin embargo, desde 1378 todos los papas han sido cardenales, aunque no existe en absoluto un mandato canónico que lo exija.
Incluso cardenales mayores de 80 años, que ya no votan, pueden ser electos, aunque sería una rareza.
¿Por qué solo hombres?
La doctrina católica sostiene que el sacerdocio está reservado a los hombres porque Jesucristo eligió a doce varones como apóstoles. Esta enseñanza se considera divinamente inspirada e infalible. Por ello, las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdotes, y por tanto están excluidas del papado y el cónclave.
Los entresijos de la Capilla Sixtina: Arte y espiritualidad en una elección
La elección del Papa tiene lugar en uno de los lugares más sagrados y visualmente espectaculares del cristianismo: la Capilla Sixtina. El techo pintado por Miguel Ángel, con la creación de Adán y el Juicio Final, reina sobre los cardenales mientras votan.
Este entorno no solo establece un ambiente profundamente espiritual, sino que también simboliza la inmensidad histórica y doctrinal de la responsabilidad que están asumiendo.
El cónclave de 2025: modernidad, tradición y el legado de Francisco
En el próximo cónclave del 7 de mayo, probablemente veremos reflejado el enorme legado estructural de Papa Francisco. De los 135 cardenales electores, 108 fueron elegidos por él, lo que sugiere que su línea teológica y pastoral podría continuar a través de su sucesor.
Además, si bien Francisco no cambió oficialmente las normas del cónclave, ha reformado significativamente la Curia Romana y el perfil de los nuevos cardenales coloca más énfasis en puntos geográficos antes menos centralizados, especialmente los llamados “periferias” de la Iglesia en África, Asia y América Latina.
La duración de un cónclave ¿cuánto puede durar?
Históricamente, algunos cónclaves han durado días, otros semanas e incluso meses. El más largo registrado fue el de 1268 a 1271, que duró 33 meses. Actualmente, gracias a las reglas modernas instituidas por Juan Pablo II y reforzadas por Benedicto XVI, estos procesos tienden a durar unos pocos días.
Si tras varios días no hay consenso, se pasa a una especie de segunda vuelta con los dos candidatos más votados, aunque ambos no pueden votar en ese balotaje. Siguen siendo necesarios los dos tercios para ser elegido.
Un ritual que fascina al mundo
A pesar de vivir en la era digital, el cónclave sigue siendo una extraña fusión entre tradición teológica, política, espiritual y misterio. Cuando millones de personas detienen su día para ver si de la chimenea sale humo blanco, comprendemos que este pequeño Estado enclavado en Roma sigue teniendo la capacidad de convocar la atención mundial.
Como escribió el historiador Eamon Duffy: “Ninguna institución en la historia ha demostrado una continuidad tan perdurable a lo largo de imperios, guerras y cambios sociales como la Iglesia Católica y su papado”.
Hoy más que nunca, la elección del Papa no impacta solo a los católicos, sino que influye en la geopolítica, los compromisos medioambientales, la economía moral y los derechos humanos en todo el mundo.