El gran apagón ibérico: ¿una señal de alarma para la infraestructura energética en Europa?

El histórico corte eléctrico que paralizó España y Portugal reveló la fragilidad del sistema energético continental y dejó interrogantes sobre la preparación ante futuras crisis

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Por más de 16 horas, la península ibérica quedó en penumbras. El masivo apagón eléctrico registrado el lunes por la noche y madrugada del martes afectó a millones de personas en España y Portugal, interrumpiendo servicios esenciales como el metro, trenes, telefonía móvil, internet y sistemas médicos, además de dejar a millones sin acceso a cajeros automáticos ni luz en sus hogares.

Una noche oscura e inolvidable

Madrid, Lisboa, Barcelona y otras grandes ciudades como Porto o Valencia se transformaron en escenarios silenciosos y semiabandonados, donde el único movimiento visible era el de personas angustiadas que intentaban volver a casa a pie, en bicicleta o pidiendo aventones.

Tenemos una larga noche por delante”, declaró el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, mientras los técnicos de Red Eléctrica trabajaban para restablecer el servicio. Según datos ofrecidos por la empresa, en tan solo cinco segundos se perdieron 15 gigavatios de energía, el equivalente al 60% de la demanda nacional de España.

Repercusiones inmediatas

  • Más de 35.000 personas fueron rescatadas de trenes y sistemas de metro paralizados.
  • Las ciudades distribuyeron camas en centros comunitarios: sólo Barcelona entregó 1.200 catres para alojar a quienes no podían volver a casa.
  • La falta de electricidad provocó el cierre automático de puertas electrónicas, dejando a cientos fuera de sus viviendas.
  • El 92% del suministro había sido restituido antes del amanecer, pero miles aún no contaban con luz ni servicios básicos.

¿Un ataque cibernético? No, pero…

Inmediatamente surgieron teorías sobre un posible ciberataque. Sin embargo, tanto el Centro Nacional de Ciberseguridad de Portugal como la vicepresidenta española Teresa Ribera descartaron la hipótesis de sabotaje o intervención externa.

Aun así, la escala del incidente provoca inquietud. Según Ribera, se trata de “uno de los episodios más graves registrados en Europa en los últimos tiempos”.

Frágil infraestructura crítica: una advertencia continental

La interrupción no sólo evidenció la vulnerabilidad de las redes energéticas, sino una alarmante dependencia tecnológica de la electricidad para el funcionamiento urbano cotidiano. Desde sistemas médicos altamente sensibles -como refrigeradores para insulina o concentradores de oxígeno- hasta infraestructuras básicas como semáforos y centrales de emergencia, todo colapsó sin previo aviso.

Durante algunas horas, los únicos medios funcionales para obtener información eran los radios a pilas, que se agotaron en cuestión de minutos en muchas tiendas.

Comparaciones históricas e impacto social

Aunque España y Portugal han enfrentado apagones antes, ninguno se había extendido simultáneamente sobre toda la península ibérica (más de 60 millones de personas). Lugares icónicos como la Sagrada Familia en Barcelona se perdieron entre las sombras. Algunos hospitales funcionaron con generadores, pero otros no pudieron mantener operaciones.

La pandemia nos entrenó en la incertidumbre, pero esto es otro nivel, es como volver a la Edad Media, sin electricidad, sin comunicación”, dijo María Antonia Gálvez, residente madrileña.

El precedente europeo: ¿una señal de una cadena de fallos?

Este apagón se produce apenas semanas después del incendio que afectó al aeropuerto de Heathrow en Londres y dejó al Reino Unido sin una de sus principales terminales aéreas. Aunque no están relacionados, reflejan una serie de fallos sistémicos en infraestructuras críticas del continente.

Se encienden las alarmas de expertos e ingenieros que ya venían advirtiendo sobre los riesgos crecientes debido a:

  • Obsolescencia de la infraestructura energética.
  • Integración digital sin planes de contingencia offline.
  • Falta de inversión en redes eléctricas inteligentes y resilientes.

¿Podría haberse evitado?

La respuesta aún no es clara. Los operadores españoles y portugueses, junto con organismos europeos, están investigando minuciosamente la causa del fallo. De confirmarse una falla técnica, será imperativo replantear las arquitecturas de las redes eléctricas nacionales, regionales y comunitarias.

Sin embargo, incluso si el apagón tuvo causas técnicas, la impreparación social y gubernamental ante semejante evento debería ser cuestionada. En el mundo pospandémico y digital, ¿cómo es posible que ciudades europeas enteras colapsen en pocas horas?

Lecciones emergentes

Aunque el incidente tuvo una duración limitada, su impacto es profundo y plantea una reflexión urgente sobre la resiliencia. El llamamiento no es solo técnico, sino también político y social:

  1. Redoblar la inversión en redes eléctricas inteligentes con respaldo local y descentralización, como microgrids.
  2. Desarrollar protocolos de emergencia aplicables en todos los niveles: hogares, hospitales, empresas, transporte público.
  3. Concienciar a la población sobre el autocuidado en situaciones de crisis eléctrica.
  4. Fomentar alianzas europeas para compartir recursos y prevención ante posibles cortes o ataques futuros.

Voces ciudadanas en medio del caos

Testimonios recogidos en las redes y medios muestran la dimensión humana del apagón. Ian Cannons, un turista británico atrapado en el aeropuerto de Lisboa, comentó: “No podemos reservar hotel, no tenemos conexión, y los cajeros no funcionan. Esto no es un problema turístico, es una emergencia continental.”

Otra afectada, Curt Muriel de Francia, detalló a medios locales: “Sentimos miedo, no había forma de comunicarse. Te das cuenta de lo dependiente que eres de la tecnología.”

¿Puede volver a suceder?

Es la pregunta más preocupante. Si bien los gobiernos aseguran que el sistema es seguro y robusto, la falta de preparación visible frente a este evento contradice tales aseveraciones. El apagón ibérico demuestra que una falla crítica puede convertirse rápidamente en una crisis nacional.

Para algunos, esto fue un ensayo de lo que podría ocurrir en ciberataques o emergencias climáticas futuras.

Reflexión final: ¿Estamos listos para el futuro eléctrico?

Mientras Europa se encamina hacia una transición energética enfocada en energías renovables y redes digitales en tiempo real, también debe asegurar su blindaje contra apagones, desastres naturales y ataques cibernéticos.

Lo sucedido en España y Portugal no debe archivarse con ligereza. Necesitamos una conversación política, técnica y ciudadana seria sobre nuestra dependencia de la electricidad, y sobre cuán frágil puede ser un sistema si no está diseñado con resiliencia.

Porque cuando la oscuridad cayó sobre la península ibérica, dejó entrever no sólo una gran falla técnica, sino una profunda revelación social: sin electricidad, todo se detiene.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press