El giro radical en la política migratoria de Trump: ¿mano dura, populismo o reflejo del hartazgo ciudadano?
La inmigración vuelve a ser el motor político más potente para Donald Trump, pero sus nuevas políticas generan un debate nacional sobre derechos civiles, seguridad nacional y el uso del poder ejecutivo
El regreso de Trump y su ofensiva migratoria inédita
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha emprendido una cruzada migratoria sin precedentes, incluso más agresiva que la de su primer mandato. Aunque en 2017 su controvertida “prohibición musulmana” y la separación de familias en la frontera causaron indignación global, hoy sus políticas migratorias radicales parecen encontrar menos resistencia, e incluso un apoyo creciente, en ciertos sectores de la sociedad estadounidense. ¿Cuáles son esas nuevas políticas? ¿Qué ha cambiado en la opinión pública y política que permite su implementación? ¿Y cuál es el verdadero costo humano detrás de ellas?Los cambios más radicales: de campus universitarios a cárceles en El Salvador
Entre las medidas más polémicas implementadas por el presidente Trump se encuentran:- La deportación de presuntos miembros de pandillas a El Salvador, muchos de ellos sin antecedentes criminales ni juicio previo.
- La revocación de visas a estudiantes internacionales que participan en actividades políticas, particularmente protestas pro-palestinas.
- El uso de una prisión de máxima seguridad salvadoreña (CECOT) para encerrar a inmigrantes venezolanos sospechosos de ser pandilleros.
¿Qué dice la opinión pública?
Una encuesta reciente del Center for Public Affairs Research revela que la inmigración es actualmente uno de los temas con mayor aprobación para Donald Trump. Un 46% de los adultos en EE. UU. aprueban su manejo del tema migratorio, comparado con apenas un 39% que aprueba su gestión económica. Este nivel de respaldo público representa un giro respecto al 2020, cuando solo el 29% de los encuestados apoyaban la deportación masiva de inmigrantes sin papeles. Para finales de 2023 y comienzos de 2024, esa cifra había aumentado al 44%.Factores que explican el giro en la opinión
Este cambio podría estar alimentado por:- El aumento récord en los cruces fronterizos durante los años de Joe Biden. Sólo en 2022 y 2023, más de 2 millones de personas fueron detenidas cada año en la frontera sur (fuente: U.S. Customs and Border Protection).
- Las políticas de gobernadores republicanos de trasladar en autobuses a miles de migrantes hacia ciudades como Nueva York o Chicago, generando tensiones presupuestarias en los gobiernos locales.
- Una cobertura mediática constante sobre "crimen migrante", especialmente en medios conservadores como Fox News o programas de radio política.
De la criminalización a la deportación: casos que generan preocupación
Uno de los casos más emblemáticos es el de Kilmar Abrego García, residente en Maryland y ciudadano salvadoreño, deportado erróneamente pese a contar con una orden judicial que impedía su expulsión. Hoy permanece en el CECOT, la cárcel más temida de El Salvador. Sus abogados niegan rotundamente su conexión con pandillas. La embajada estadounidense ha reconocido que su traslado fue un "error administrativo". La postura de la administración de Trump ha sido tajante: incluso ciudadanos extranjeros sin antecedentes penales pueden ser detenidos si sus "creencias políticas" suponen una amenaza, una interpretación legal sumamente polémica. Jorge Loweree, director del American Immigration Council, opina que “lo que hace esta administración es totalmente inédito en términos históricos.” Y advierte: “Están desapareciendo personas legales en EE. UU., sin juicio ni debido proceso. Eso debería alarmar a cualquiera.”El uso político de la inmigración
Para los estrategas republicanos, como el asesor Stephen Miller, estos casos no representan puntos débiles, sino oportunidades. El director de comunicaciones de Trump, Steven Cheung, expresó en redes sociales: "Demócratas, por favor, sigan defendiendo inmigrantes criminales. Es exactamente la narrativa que queremos.” Y muchos demócratas parecen divididos. El gobernador Gavin Newsom de California, por ejemplo, aseguró que el caso de Abrego García es “una distracción” frente a otros temas como la economía. Por el contrario, estrategas como el exasesor de Barack Obama, Dan Pfeiffer, sostienen que los demócratas deben enfrentar el tema de lleno: “Si no somos capaces de oponernos a la deportación ilegal del padre de un ciudadano estadounidense hacia una prisión donde se tortura, entonces no sé ni para qué estamos en política.”¿Han cambiado realmente los valores estadounidenses?
El sociólogo Frank Luntz, asesor republicano y experto en opinión pública, declaró que “este es el único tema donde Trump sigue contando con un vasto apoyo”. La gente, agrega, está "preparada para aceptar medidas más extremas", aunque aún mantenga dudas morales sobre su ejecución. Para ilustrar este cambio, basta revisar lo que sucedió en el condado suburbano de Passaic, Nueva Jersey. Allí, donde la mayoría de la población es latina, Trump fue el primer republicano en ganar en más de 30 años. En Paterson, una ciudad densamente poblada por latinos y musulmanes, pasó de obtener 3.999 votos en 2016 a más de 13.800 en 2024. Un residente local, Sunny Cumur, inmigrante turco y votante demócrata de toda la vida, confesó haber votado por Trump en esta elección porque “con Biden abrieron todas las fronteras.” Agregó: “Hay criminales, no verifican ni si son terroristas. Yo no quiero vivir con criminales.” Por otro lado, voces como la del republicano Manuel Terrero, un agente inmobiliario dominicano, matizan el apoyo: “Estoy a favor de que saquen a los delincuentes, pero no se puede deportar gente que vino a trabajar. Eso está mal.”El dilema ético de los estadounidenses
La encuesta AP-NORC también reveló que, aunque la deportación masiva tiene apoyo parcial, casi el 50% de los estadounidenses considera que Trump “ha ido demasiado lejos.” A diferencia de sus decisiones sobre aranceles, donde un 60% cree que se ha excedido, en inmigración hay un segmento que, aunque apoya una línea más dura, también teme los excesos. Sobre el caso de los venezolanos enviados a El Salvador, la opinión pública está dividida, con aproximadamente 4 de cada 10 a favor y otro 40% en contra. Esto coincide con el sentimiento general sobre la participación migrante en asuntos políticos. Por ejemplo, más del 50% de los encuestados se opone a retirar las visas a estudiantes extranjeros que participen en manifestaciones pro-palestinas. Este rechazo es aún mayor entre los estadounidenses con estudios universitarios.El laboratorio salvadoreño y el papel de Bukele
Un actor clave en esta nueva visión es el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Aclamado por algunos como el “hombre fuerte” de América Latina, su modelo de encarcelamiento masivo de presuntos pandilleros en la prisión CECOT ha sido promovido como un modelo de seguridad por la administración Trump. La cárcel, que alberga hasta 40.000 presuntos pandilleros, ha sido acusada por observadores de derechos humanos de prácticas que rayan en la tortura, condiciones inhumanas y detención arbitraria. Trump ha felicitado a Bukele por su “valentía” y busca replicar ese tipo de medidas, aunque en territorio estadounidense eso significa sortear derechos constitucionales protegidos.La pelea apenas comienza
Mientras se aproxima el día 100 de su segundo mandato, Donald Trump se encuentra parado sobre una plataforma populista que ha colocado a la inmigración como su estandarte principal. Aunque hay resistencia legal por parte de jueces federales y activistas, el hecho de que gran parte del electorado respalde sus políticas sugiere que el péndulo moral del país ha oscilado más hacia la seguridad que hacia la compasión. Lo que está en juego no es sólo la política migratoria, sino los límites del poder ejecutivo, el respeto al debido proceso y, en última instancia, la identidad de una nación formada por inmigrantes pero que hoy parece más cerrada que nunca. Este artículo fue redactado con información de Associated Press