Ben-Gvir y las divisiones del judaísmo estadounidense: Un radical israelí que enciende protestas en su visita a EE. UU.
La gira del Ministro de Seguridad israelí ultraderechista desata tensiones, protestas y revela una profunda fractura dentro de la comunidad judía estadounidense
Un invitado no deseado en Nueva York
La visita de Itamar Ben-Gvir, actual Ministro de Seguridad Nacional de Israel y figura emblemática de la ultraderecha israelí, ha generado un alboroto importante en su primer viaje oficial a Estados Unidos desde que se integró al gabinete de Benjamin Netanyahu en 2022. Desde protestas multitudinarias hasta confrontaciones públicas con activistas y divisiones internas en comunidades judías, su presencia en suelo estadounidense resulta más que incómoda para muchos.
Todo comenzó con una aparición semiprivada en un restaurante de carnes en Manhattan, donde Gabriel DeFazio, un activista de Brooklyn, logró interrumpir el evento tras haberse escondido más de dos horas en el baño. Gritando "¡Fuera de Nueva York!" y acusando a Ben-Gvir de ser un "nazi" mientras proclamaba "Palestina será libre", DeFazio logró poner sobre la mesa las tensiones que representa la figura del ministro.
¿Quién es realmente Itamar Ben-Gvir?
Ben-Gvir, de 47 años, ha sido durante mucho tiempo una figura marginal, pero en los últimos años se ha beneficiado de un panorama político israelí que se desplaza hacia la derecha. Fundador del partido Otzma Yehudit (Poder Judío), es un nacionalista religioso conocido por su inquebrantable defensa de los asentamientos judíos en Palestina ocupada y su postura dura contra los ciudadanos árabes de Israel.
Ha sido condenado en múltiples ocasiones en Israel, incluyendo por incitación al racismo y apoyo a grupos considerados terroristas. Durante años mantuvo colgado en su casa el retrato de Baruch Goldstein, autor de la masacre de Hebrón en 1994, donde murieron 29 fieles musulmanes durante la oración del viernes en una mezquita.
La gira provocadora: Yale, Brooklyn, Florida
El itinerario de Ben-Gvir ha sido tan inusual como controvertido. En la Universidad de Yale, su presencia fue recibida con masivas protestas que derivaron en la renuncia de varios miembros de Shabtai, la sociedad judía que lo invitó.
David Vincent Kimel, exmiembro de Shabtai, comparó la invitación de Ben-Gvir con una sociedad blanca acogiendo al Ku Klux Klan. En sus palabras: “Ben-Gvir representa un extremo grotesco que, por circunstancias trágicas, alcanzó altos niveles de poder”.
En Brooklyn, su visita a la sede mundial del movimiento jasídico Chabad-Lubavitch se tornó violenta. Manifestantes pro-palestinos y judíos ortodoxos contramanifestantes se enfrentaron en las calles, resultando en seis arrestos y una mujer herida. Aunque Chabad aclaró que la visita no fue organizada oficialmente por su liderazgo, el impacto fue ineludible.
El apoyo silencioso de la derecha estadounidense
Quizás una de las partes más preocupantes de la visita fue su recepción en círculos republicanos. Ben-Gvir inició su visita en Mar-a-Lago, hogar de Donald Trump, donde —según él— se reunió con miembros del Partido Republicano que expresaron respaldo a su idea de bombardear almacenes de ayuda humanitaria en Gaza. Aunque no hay confirmación de que Trump estuviera presente, el silencio del expresidente es significativo.
Este tipo de reuniones fortalecen las conexiones entre movimientos de derecha a nivel global, legitimando posturas extremas con consecuencias humanitarias directas en territorios como Gaza y Cisjordania. Mientras en Israel Ben-Gvir empuja por políticas de expulsión de ciudadanos árabes, en EE. UU. encuentra ecos de aprobación entre sectores que ven en su retórica un reflejo de sus propios ideales.
Comunidad judía en fractura
Las divisiones dentro del judaísmo estadounidense se hicieron evidentes a raíz de esta visita. Una coalición diversa de líderes judíos y políticos, incluyendo al congresista Jerry Nadler, organizó una protesta en Nueva York para condenar su presencia. Nadler lo llamó abiertamente un “racista, terrorista y supremacista judío”, y anunció planes para introducir legislación que haga frente a la violencia en Cisjordania.
Según encuestas del Pew Research Center, mientras la mayoría de los judíos estadounidenses se identifican con posturas liberales y una solución de dos estados, el discurso de Ben-Gvir encuentra cada vez más eco en sectores minoritarios pero vocales entre judíos ortodoxos y movimientos nacionalistas religiosos en EE. UU. Esa disonancia está provocando quiebres significativos en comunidades que históricamente se presentaban como unidas.
El caso DeFazio y la normalización de extremos
Gabriel DeFazio, el manifestante que irrumpió en el evento de Manhattan, representa una voz que muchos temen que esté siendo silenciada por la "normalización" de discursos como el de Ben-Gvir. “Me sorprendió que este hombre pueda pasearse libremente por los campus más prestigiosos de EE. UU. y por Nueva York. Cuando supe que venía, sentí que debía asegurarme de que no se sintiera bienvenido”, dijo DeFazio a los medios.
La retórica de Ben-Gvir no solo va en contra de los derechos humanos universales, sino que también erosiona la legitimidad moral de Israel aún más, justo en un momento donde la comunidad internacional observa con lupa la situación en Gaza y las crecientes tensiones con Hezbollah y Hamás.
Y ahora, ¿qué sigue?
Varios de sus eventos fueron cancelados debido a la presión social, incluyendo reuniones con congregaciones jasídicas y sinagogas ortodoxas en Brooklyn y Long Island. Pero el daño a la cohesión de la comunidad judía estadounidense ya está hecho.
Esta visita no puede leerse como un episodio aislado. Representa un claro síntoma de cómo figuras radicales, antes relegadas al margen, están siendo elevadas por las instituciones, incluso internacionales, y ganando terreno en espacios donde antes no habrían sido bienvenidas. Esa expansión necesita una respuesta sólida, no solo por parte de los activistas y las víctimas directas de sus políticas, sino del liderazgo político y religioso de Estados Unidos y del mundo.
Un eco transnacional del supremacismo cristiano y judío
La estrategia de Ben-Gvir de apoyarse en sectores conservadores estadounidenses para legitimar sus políticas en Israel es alarmante. Recuerda dinámicas similares entre políticos de ultraderecha en Europa, América Latina y Estados Unidos, donde la religión es utilizada como escudo ideológico para actos de represión o discriminación.
Académicos como Rina Sapir o Daniel Levy han advertido sobre el peligro de estas alianzas transnacionales que combinan autoritarismo, fervor religioso y nacionalismo étnico. En palabras de Levy: “Lo que ocurre con figuras como Ben-Gvir nos obliga a replantear no solo el apoyo automático a ciertos actores israelíes, sino entender que no todo lo que ocurre en nombre del judaísmo o la política israelí representa válidamente esos valores”.
En un clima político global cada vez más polarizado, las visitas como estas son una llamada de atención. Representan el avance de ideologías que socavan los intentos de paz, justicia y pluralismo, no solo en Oriente Medio, sino también en las democracias occidentales que alguna vez se enorgullecieron de defenderlos.