El tsunami de los aranceles: Cómo la incertidumbre comercial está golpeando la economía y cambiando el consumo
Gigantes como P&G, PepsiCo y Merck experimentan las consecuencias de la política arancelaria de EE. UU., mientras consumidores y mercados enfrentan un clima de creciente inestabilidad
Un nuevo juego global: los aranceles como arma de política económica
En los últimos años, la economía global ha sido sacudida por una serie de decisiones políticas que han reintroducido un arma comercial que parecía en desuso: los aranceles a las importaciones. Lo que antes se consideraba una herramienta proteccionista del siglo pasado, hoy vuelve a dominar la escena bajo la orientación de gobiernos que buscan reinterpretar su rol estratégico dentro de la economía mundial.
La administración del expresidente de Estados Unidos Donald Trump encabezó esta tendencia con la implementación de una serie de aranceles expansivos sobre socios comerciales claves —particularmente China— en una estrategia que pretendía favorecer la industria nacional. Sin embargo, los efectos colaterales de esta medida han sido mucho más complejos, desencadenando una ola de incertidumbre que hoy en día sigue resonando en los mercados globales.
Procter & Gamble: Entre el ahorro interno y el ajuste de precios
Procter & Gamble (P&G), uno de los gigantes de bienes de consumo más relevantes del mundo —fabricante de Crest, Tide y Charmin— ha sido particularmente claro respecto al impacto de los aranceles. A pesar de implementar estrategias tales como cambiar su red de proveedores o reformular productos para evitar impuestos, la compañía se ha visto obligada a ajustar su previsión financiera anual.
El CFO de P&G, Andre Schulten, explicó recientemente que los factores que afectan al consumidor estadounidense van más allá de los aranceles: incluyen la incertidumbre en el mercado laboral, las tasas hipotecarias y el valor percibido de sus inversiones.
“Todo influye en el comportamiento del consumidor”, afirmó Schulten. La compañía anticipa un aumento de precios para el consumidor a partir de julio, lo que podría repercutir todavía más en un mercado ya sensible.
PepsiCo: El aluminio y la incertidumbre estructural
El caso de PepsiCo resalta cómo un solo insumo —el aluminio— puede alterar las proyecciones de una colosal firma multinacional. La imposición de un arancel del 25% sobre este metal afecta directamente a la producción de envases para bebidas, encareciendo significativamente las operaciones de la empresa.
Como medida, PepsiCo ha sido forzada a reducir su proyección de ganancias para el año, señalando un escenario de “niveles elevados de volatilidad e incertidumbre”. Inicialmente se esperaba un crecimiento de ganancias de un solo dígito, pero la revisión ahora sitúa estas ganancias al mismo nivel del año anterior.
Merck: $200 millones en costos adicionales
Incluso la industria farmacéutica no ha quedado exenta. Merck & Co., una de las farmacéuticas más grandes del mundo, también ha ajustado su pronóstico gracias a los costos derivados de los aranceles. Según la empresa, los aranceles ya implementados les han generado un coste de alrededor de 200 millones de dólares, pese a que su balance global sigue expandiéndose.
Merck tiene una distribución equitativa de ingresos entre EE. UU. y el resto del mundo, por lo que la afectación arancelaria es significativa pero aún equilibrada. No obstante, la empresa prefirió mantener su proyección de ingresos, anticipando adaptaciones internas para asumir el impacto.
American Airlines y el efecto indirecto
En sectores no manufactureros, como el transporte aéreo, el efecto de los aranceles puede parecer menor a primera vista. Sin embargo, compañías como American Airlines han retirado sus previsiones de ganancias para el año debido a la enorme incertidumbre en el comportamiento del consumidor.
En situaciones económicas volátiles, los consumidores priorizan gastos esenciales —como alimentos o medicinas— y eliminan gastos considerados de lujo, como vacaciones o escapadas. De este modo, los sectores turísticos y de transporte sufren indirectamente por las consecuencias macroeconómicas de las políticas arancelarias.
La población lo percibe: encarecimiento y temor
Según una encuesta realizada por el Centro AP-NORC en EE. UU., cerca del 60% de los estadounidenses están “extremadamente preocupados” por el aumento del precio de alimentos en el corto plazo. Asimismo, prácticamente la mitad teme una escalada de precios en grandes compras como electrodomésticos o vehículos.
Esto refleja una percepción pública clara: los efectos de las políticas arancelarias no sólo se quedan en los balances financieros corporativos, sino que reverberan en el consumo diario del ciudadano promedio.
El FMI lanza una señal de alarma
Desde el plano institucional, el Fondo Monetario Internacional (FMI) también emitió una advertencia contundente. Kristalina Georgieva, su directora ejecutiva, instó a los países a “resolver rápidamente las disputas comerciales” para evitar daños duraderos a la economía global. El último informe de previsión del FMI señala que las posibilidades de que los Estados Unidos entren en una recesión han aumentado del 25% al 40%.
¿El motivo? “La incertidumbre es mala para los negocios”, dijo Georgieva. En otras palabras, cuando las reglas del juego cambian arbitrariamente —como ha pasado con los aranceles que suben y bajan sin previo aviso— las empresas prefieren paralizar inversiones, y los consumidores detienen el gasto.
Los más pobres, la mayor pérdida
Georgieva también subrayó que las economías más afectadas serán las más vulnerables. Las naciones con recursos limitados para subsidiar o mitigar los efectos del comercio interrumpido cargarán con el mayor peso. Un ejemplo palpable es el de Líbano, que actualmente enfrenta una grave crisis energética y financiera.
Recientemente, el país consiguió un préstamo de $250 millones por parte del Banco Mundial para aliviar los cortes de energía e invertir en fuentes renovables como los paneles solares. Aunque este caso no está directamente vinculado a los aranceles, es representativo de cómo los países en crisis pueden quedar marginados cuando el comercio internacional pierde estabilidad y reglas claras.
Trump y su apuesta impredecible: ¿desacierto estratégico o cálculo político?
Desde su ingreso a la Casa Blanca, Donald Trump hizo del comercio internacional una prioridad en su agenda “America First”. Bajo esa doctrina, impuso un arancel del 145% sobre productos chinos y del 10% a casi todos los países del mundo. Estas medidas elevaron los aranceles estadounidenses a niveles no vistos en más de un siglo.
El problema principal, sin embargo, ha sido la forma errática en la que se han implementado tales políticas. Aranceles impuestos y luego suspendidos, acuerdos pospuestos sin lógica visible, y amenazas que impactan de forma directa en los mercados financieros.
Según Scott Bessent, secretario del Tesoro, hay posibilidades de “un gran acuerdo” con China. Pero esa promesa vaga ha causado un ciclo interminable de inestabilidad: mientras se insinúan posibles rebajas arancelarias, los mercados celebran. Al poco tiempo, ante una nueva amenaza desde la Casa Blanca, vuelven a naufragar.
¿Cuál es el futuro del comercio global?
Uno de los grandes debates que deja este contexto gira en torno a los daños duraderos que políticas arancelarias pueden causar. Históricamente, medidas arancelarias prolongadas suelen conducir a guerras comerciales, caída del comercio internacional y encarecimiento de productos, situaciones que afectan tanto a productores como a consumidores.
Las organizaciones internacionales, desde el FMI hasta el Banco Mundial, están presionando por un regreso a estructuras de libre comercio y cooperación multilateral. Pero mientras no existan reglas estables y comprometidas, la incertidumbre seguirá siendo la única constante para empresas y consumidores por igual.
Fuentes:
- Fondo Monetario Internacional (fmi.org)
- FactSet Financial Reports
- Pew Research Center & AP-NORC Poll Results
- Comunicados financieros trimestrales de Procter & Gamble, PepsiCo y Merck