Tesla en crisis: ¿está Elon Musk perdiendo el control de su imperio automotriz?

Entre desplome de ventas, boicots por posturas políticas, y promesas incumplidas de ciber-taxis, el futuro de Tesla está más incierto que nunca

Una marca en peligro: el efecto Musk

Elon Musk ha sido alabado por muchos como un visionario del siglo XXI. Fundador de empresas disruptivas como SpaceX, Neuralink y Tesla, ha sido comparado con genios como Thomas Edison o Nikola Tesla. Sin embargo, en 2024, el empresario enfrenta uno de los desafíos más duros de su carrera: el debilitamiento de la marca Tesla.

Las ventas han caído bruscamente. Solo en el primer trimestre del año, los beneficios de la compañía se redujeron en dos tercios. Las ventas en Europa cayeron un 39% y, en Alemania, el descenso fue aún más dramático, alcanzando el 62%. Estas cifras han hecho saltar las alarmas entre los analistas y accionistas, y muchos apuntan hacia una misma dirección: Elon Musk.

La politización del CEO: la tormenta perfecta

Musk ha sido muy vocal en redes sociales y en su papel como impulsor de iniciativas políticas, alineándose con sectores de la extrema derecha, especialmente en Estados Unidos y Europa. Este posicionamiento ha generado rechazo entre consumidores progresistas que dominan el mercado de vehículos eléctricos en muchas partes del mundo.

En Europa, la reacción fue virulenta: durante protestas, se le representó colgado en efigie en Milán e incluso se proyectó una imagen suya haciendo un saludo nazi sobre una fábrica Tesla en Berlín. En Londres, los carteles llamaban al boicot de los “Swasticars”. Un mensaje directo: su activismo político está dañando la percepción pública de la compañía.

Musk minimiza el problema...¿y los inversores?

Durante una llamada con inversores, Musk quitó hierro al asunto. En su discurso, atribuyó los malos resultados a una pausa en la producción por actualizaciones al Model Y, el vehículo más vendido de Tesla. Sin embargo, los analistas no compran esa explicación simplista. Dan Ives, de Wedbush Securities, lo calificó directamente como una “crisis total de marca”. JP Morgan fue más allá al describir lo que ocurre con Tesla como “daño sin precedentes a la marca”.

La competencia se fortalece

Mientras Tesla se tambalea, sus competidores se fortalecen. BYD, el gigante chino, está lanzando baterías que se cargan en cuestión de minutos. Además, marcas europeas como Volkswagen, Renault y Mercedes-Benz están desarrollando modelos eléctricos con tecnologías igual o más avanzadas que las de Tesla, pero sin el bagaje político de su fundador.

En Estados Unidos, su participación en el mercado de vehículos eléctricos ha descendido de dos tercios a menos de la mitad, según datos de Cox Automotive. Si Musk no logra revertir esa tendencia rápidamente, Tesla podría perder la posición dominante que ha mantenido durante la década.

La promesa eterna de los ciber-taxis

Uno de los puntos más destacados de la reciente comunicación con inversores fue la reiteración de un viejo sueño de Musk: los taxis autónomos sin volante ni pedales. Según anunció, se lanzarán en junio en Austin, Texas, y poco después en otras ciudades.

Sin embargo, muchos recuerdan que lleva prometiendo esa tecnología desde 2019. Entonces, Musk aseguró que la automatización total estaría disponible para 2020. Repetidamente ha postergado esos planes, mientras Waymo —filial de Alphabet (Google)— ha puesto en marcha miles de viajes sin conductor en ciudades como San Francisco, Los Ángeles y Phoenix. Waymo ya opera en alianza con Uber, consolidando su posición en el mercado de transporte autónomo.

Cuestionamientos regulatorios a la conducción autónoma

No todo son sueños futuristas. También hay investigaciones duras. La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) sigue viendo con extrema precaución el sistema de “Full Self Driving” de Tesla, que en realidad solo ofrece una conducción parcialmente autónoma. Varios accidentes han ocurrido bajo condiciones de baja visibilidad, como deslumbramiento solar, lo que pone en duda la fiabilidad del software.

Aún así, Musk continúa proclamando que “millones de Teslas estarán operando de forma autónoma en la segunda mitad del año”. Pero sin la aprobación regulatoria y con antecedentes de promesas incumplidas, esta visión parece más una estrategia de relaciones públicas que una realidad inminente.

Escape adelante: robots humanoides y paneles solares

Pese a los apagones reputacionales y la batalla comercial, Tesla sigue apostando por diversificar su portafolio. El negocio de almacenamiento de energía —con baterías gigantes para hogares y empresas— tuvo un trimestre estelar. Además, Musk anunció que en 2024 comenzará la producción de 5,000 robots humanoides Optimus, su ambicioso proyecto de inteligencia artificial física.

También prepara una versión más económica del Model Y, lo que podría ayudar a reactivar la demanda. Musk insiste en que la empresa tiene una ventaja competitiva significativa: fabrica la mayor parte de sus vehículos en los países donde los vende, lo que la protege de las guerras arancelarias internacionales.

La valoración bursátil: ¿demasiado optimismo?

A pesar de todos los problemas, Tesla sigue siendo una de las empresas mejor valoradas del mercado. El problema es que su valoración bursátil es 110 veces sus beneficios esperados por acción para este año, comparado con menos de 20 veces en promedio para el índice S&P 500.

Esto significa que sus inversores están apostando por un crecimiento acelerado y sostenible. Pero con los problemas de producción, la competencia feroz, y —sobre todo— la erosión de su marca, esa multiplicación parece montar sobre una burbuja. General Motors, su competidor más tradicional, vale 25 veces menos en términos de PER (price-to-earnings ratio).

Una mala racha para Tesla ya no es solo un traspié técnico: es un riesgo sistémico dentro de una expectativa desmesurada de rentabilidad futura.

¿Podrá Elon Musk redirigir la narrativa?

Una cosa es segura: nadie subestima el talento tecnológico y empresarial de Elon Musk. Sin embargo, su rol como influencer político polarizante está entrando en conflicto con su imperativo como líder de una empresa que necesita atraer a consumidores diversos. La marca Tesla ya no representa el futuro limpio y progresista que entusiasmó al mundo en sus inicios.

Quizás el mayor reto de Musk hoy no es desarrollar taxis autónomos o competir con BYD, sino corregir la percepción de su propia empresa. Y si quiere salvar a Tesla, tendrá que elegir entre ser activista o ser CEO.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press