Francisco, el hincha eterno: La huella del Papa en San Lorenzo y el alma futbolera de un pontífice popular
Cómo la pasión por el fútbol unió al Papa Francisco con el pueblo argentino y convirtió a San Lorenzo en símbolo espiritual y social, incluso tras su muerte
Un Papa entre la multitud: fútbol, fe y pueblo
Jorge Mario Bergoglio fue más que el primer Papa latinoamericano o el primer jesuita en dirigir la Iglesia Católica. Fue, ante todo, un hincha. Un hombre de barrio, de misa y camiseta, que nunca olvidó sus raíces ni al club de sus amores: San Lorenzo de Almagro. Esta mezcla singular de fe y fútbol construyó una imagen única de pontífice, uno que no solo caminaba entre la gente, sino que también vibraba con ella desde la tribuna.
Su muerte a los 88 años el pasado lunes dejó un vacío espiritual enorme, pero también despertó un torrente de homenajes no solo desde los altares, sino también desde el césped. Y es que Francisco fue, hasta su último respiro, 'uno de los nuestros' para los cuervos —como se conoce a los fanáticos de San Lorenzo— y para millones que vieron en él al Papa del pueblo.
San Lorenzo: más que un club, una vocación
Fundado en 1908 por el Padre Lorenzo Massa, San Lorenzo nació con una misión social: alejar a los niños de las calles y acercarlos al deporte y valores cristianos. Por eso, no es casualidad que Bergoglio haya encontrado en este club algo más que una camiseta: encontró una extensión de su propia visión pastoral.
"Cuando conocí la historia de San Lorenzo, todo cobró sentido", contó Pablo Avalos, fanático de 52 años durante la misa en homenaje al Papa. "San Lorenzo tiene mucho que ver con Francisco. Todo empezó con la acción social de Massa que rescató a chicos de la calle".
Infancia en Flores, pasión por el Ciclón
Crecido en el barrio de Flores y de ascendencia italiana, Jorge Bergoglio asistía al Nuevo Gasómetro acompañado de su padre. Muchos recuerdan con humor que, cuando ya era arzobispo de Buenos Aires, seguía pagando su cuota como socio del club, aún desde Roma.
Incluso, después de asumir como Papa en 2013, envió bendiciones a la hinchada y recibió en el Vaticano a dirigentes y jugadores del club en múltiples ocasiones. En una de esas visitas, le llevaron los trofeos de la liga argentina y la emblemática Copa Libertadores 2014, que San Lorenzo ganó por primera vez, en lo que muchos consideran un milagro franciscano.
Milagros y coincidencias que nutren la mística
¿Casualidades o señales divinas? Algunos hinchas no dudan: el pontificado de Francisco trajo suerte. Apenas meses después de su elección en el Vaticano, San Lorenzo se coronó campeón del torneo local y, al año siguiente, se quedó con el título continental más codiciado.
Tras anunciarse el fallecimiento del Papa, las redes sociales ardieron con hipótesis y nuevas coincidencias. Una de las más difundidas: el número de socio del Papa era 88.235. Murió a los 88 años a las 2:35 a.m., hora de Buenos Aires. En Roma, eran las 7:35 a.m. Una trivia que emocionó a quienes ven en esas cifras una señal: Francisco se fue con el corazón en San Lorenzo.
Entre la misa y la tribuna: una despedida única
El miércoles, en la capilla del club en el barrio de Almagro, se celebró una multitudinaria misa en su honor. El sacerdote Juan Pablo Sclippa, quien ofició la ceremonia, emocionó a todos con sus palabras: “No estamos despidiendo a un hincha o al fanático más importante, sino a un amigo. Francisco fue verdaderamente grande, el mejor jugador en la cancha, el mejor jugador del mundo, que nunca creyó en sí mismo”.
Los asistentes, muchos vestidos con camisetas del club y portando rosarios, despidieron con aplausos y lágrimas al hombre que había unido fe y fútbol como nunca antes.
Una sombra sobre el club justo en el adiós
Mientras el mundo lloraba a Francisco, San Lorenzo enfrentaba una crisis institucional. El lunes, horas después de conocerse la noticia del deceso del pontífice, se filtró un video comprometedor: el presidente del club, Marcelo Moretti, fue grabado recibiendo fajos de billetes presuntamente entregados por la madre de un joven jugador. La escena, que causó indignación nacional, ya es objeto de una investigación por fraude por parte de la AFA.
Aunque Moretti se excusó y solicitó licencia voluntaria, la dualidad de emociones fue fuerte entre los hinchas. Muchos decidieron encender velas por Francisco en la sede del club, mientras otros protestaban por la corrupción.
Francisco, símbolo de humildad y pasión popular
Más allá del escándalo, la figura de Francisco se presenta como todo lo contrario: coherencia, humildad y valentía. Caminaba por las villas en Buenos Aires, tomaba colectivo, rechazaba el lujo y prefería hablar con fieles de a pie. En el Vaticano, optó por usar un sencillo clergyman blanco, sin brocados ni capas doradas, simbolizando su elección por la sencillez frente a la pompa.
En sus múltiples intervenciones públicas, utilizaba referencias futboleras para explicar ideas complejas: hablaba del “juego en equipo” en la vida cristiana o de “hacer goles contra la exclusión social”. Así, se convirtió en un referente no solo espiritual, sino también cultural y popular sin precedentes en la historia reciente del Papado.
San Lorenzo sin su hincha eterno: ¿y ahora qué?
En los pasillos del estadio Pedro Bidegain ya se escucha un clamor: que el nombre del Papa Francisco quede inmortalizado en alguna de las gradas o incluso en una remodelación futura del estadio. La “tribuna Francisco” suena lógico para muchos. También se proyecta una muestra permanente en el club sobre el legado del hincha Bergoglio, desde su carnet hasta cartas y fotos con jugadores.
La conexión entre iglesia y tribuna quizás nunca fue tan literal como con Francisco. Y en tiempos donde el fútbol profesional está cada vez más alejado de su base popular, su historia funciona como recordatorio de lo que realmente representa el fútbol: identidad, comunidad y emoción compartida.
Un rostro humano y místico en los palcos del alma
“Lo vamos a extrañar muchísimo”, dijo Graciela Iglesias, socia de décadas del club. Y no hay duda de eso. Francisco deja una huella difícil de borrar, no solo por haber sido líder de una de las instituciones más poderosas del mundo, sino por haberlo hecho sin renunciar a su humanidad, su barrio y su equipo.
Ojalá el espíritu de Francisco, su humildad, su compromiso solidario y, por supuesto, su amor por el fútbol, sigan inspirando tanto a fieles como a dirigentes deportivos. Más que una coincidencia astral, su vida fue una enseñanza en carne viva de lo que significa jugar, amar y creer.