¿Quién debe pagar la factura del cambio climático? Las grandes corporaciones bajo la lupa científica

Un estudio de la Universidad de Dartmouth cuantifica el daño climático causado por las mayores empresas del mundo y establece un precedente para futuras demandas por responsabilidad ambiental

¿Pueden las grandes empresas ser responsabilizadas legal y financieramente por su contribución al cambio climático? Esa es la premisa que impulsa un nuevo estudio publicado en la revista Nature, en el cual investigadores de Dartmouth College han calculado que las 111 principales corporaciones emisoras de carbono del mundo han causado daños climáticos por un total de 28 billones de dólares.

Este monto inimaginable se traduce en casi la totalidad del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos en 2023. Pero lo más impactante es que el 50% de dicha cifra proviene de solo 10 empresas de combustibles fósiles, entre ellas Saudi Aramco, Gazprom, Chevron, ExxonMobil, BP y Shell.

Del tabaco al carbono: un nuevo frente legal

El debate sobre hacer que los contaminadores paguen no es nuevo. Las comparaciones con los litigios contra las tabacaleras —que finalmente fueron forzadas a pagar cientos de miles de millones en acuerdos legales— ilustran este cambio de paradigma. Ahora, los gobiernos, activistas y ciudadanos exigen que estos gigantes corporativos enfrenten consecuencias económicas proporcionales a su daño ambiental.

“Hemos llegado a un punto en la crisis climática donde las contribuciones individuales de una empresa pueden traducirse en decenas de miles de millones de dólares en daños anuales,” señala Chris Field, científico climático en la Universidad de Stanford.

Una metodología que cambia las reglas del juego

El equipo liderado por Christopher Callahan y Justin Mankin se embarcó en una tarea monumental: cuantificar cuánto cada empresa ha contribuido a aumentar la temperatura global y vincular ese aumento con pérdidas económicas causadas por calor extremo.

Mediante 1,000 simulaciones climáticas computacionales y un minucioso rastreo de las emisiones desde 1990, llegaron a una conclusión clave: cada 1% de gases de efecto invernadero emitidos desde ese año ha causado 502,000 millones de dólares en daños únicamente por calor (no incluye inundaciones, sequías ni huracanes).

Ejemplo ilustrativo: las emisiones de Chevron han incrementado la temperatura media global en 0.025 °C, algo que puede parecer minúsculo, pero cuyas consecuencias económicas y en salud pública son inmensas.

Las diez compañías más dañinas para el clima

  • Saudi Aramco
  • Gazprom
  • Chevron
  • ExxonMobil
  • BP
  • Shell
  • National Iranian Oil Co.
  • Pemex
  • Coal India
  • British Coal Corporation

Estas corporaciones encabezan la lista negra climática debido a su rol en la producción de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón.

Las demandas comienzan a multiplicarse

Según el grupo de monitoreo Zero Carbon Analytics, ya se han registrado al menos 68 demandas contra empresas por daños climáticos en todo el mundo, siendo Estados Unidos el país donde más se han interpuesto.

La perspectiva de usar este nuevo enfoque científico como herramienta legal ilusiona a muchos expertos. “Lo que hemos hecho deja claro que ya no existe el velo de la duda razonable en términos científicos. Podemos trazar los daños climáticos hasta sus principales fuentes corporativas”, afirma Mankin.

Reacciones divididas entre los involucrados

Mientras compañías como Shell prefirieron no comentar, otras como ExxonMobil, Chevron y BP no respondieron a las solicitudes. Esto no es sorprendente si se considera el aluvión legal y reputacional que podría derivarse de estos hallazgos.

Por su parte, la científica del clima del Imperial College London, Friederike Otto, elogió el estudio, calificándolo como “robusto y replicable”. Dirige World Weather Attribution, un grupo que atribuye eventos extremos al cambio climático casi en tiempo real y considera que este nuevo enfoque podría convertirse en otra herramienta de gran impacto.

Más allá del calor: lo que no está en el reporte

Michael Mann, climatólogo de la Universidad de Pensilvania, considera que los 28 billones son una estimación conservadora. “Hay muchas otras variables asociadas con el cambio climático: desplazamientos humanos, enfermedades, pérdida de biodiversidad, escasez de agua… todas ellas con enormes impactos económicos ocultos,” expresa.

Asimismo, el análisis no contempla la totalidad de desastres naturales exacerbados por el calentamiento global, como huracanes o incendios forestales, lo cual sugiere que la cifra real de daños podría ser aún mayor.

¿Qué tipo de responsabilidades podrían enfrentar estas empresas?

El avance científico en la atribución de daños climáticos pone en cuestión el modelo de negocios de las industrias fósiles. Tal como ocurrió con las tabacaleras o las farmacéuticas —que enfrentaron litigios por la epidemia de opioides en EE. UU.— el camino puede llevar al desarrollo de legislaciones que estipulen:

  • Pagos compensatorios a gobiernos y comunidades afectadas
  • Restitución ecológica y fondos de reparación climática
  • Cambios en regulaciones de producción y emisiones
  • Inclusión de pasivos climáticos en los reportes financieros obligatorios

Y más importante aún, podría derivar en un cambio cultural donde la rentabilidad no se mida solo en términos financieros, sino también ambientales.

¿Y ahora qué? Los siguientes pasos

Los autores del estudio esperan que su modelo sirva como un estándar replicable para futuras litigaciones y políticas públicas. De hecho, invitan a más instituciones académicas y científicas a aplicar su enfoque, al igual que se hace con la atribución de eventos climáticos extremos.

El contexto legal también está evolucionando. Las cortes ya están mostrando mayor interés en considerar evidencia científica compleja, y gobiernos locales —como algunas ciudades de EE. UU. y Canadá— han empezado procesos contra gigantes petroleros usando caminos legales similares.

En otras palabras, lo que antes parecía inalcanzable —responsabilizar directamente a los emisores— está ahora en el horizonte.

Una oportunidad para la rendición de cuentas

Este estudio sienta un precedente clave no solo en el ámbito legal, sino también en la conversación pública. Señala con claridad nombres, cifras y consecuencias. Ya no es una discusión difusa sobre “la humanidad como emisor,” sino sobre corporaciones concretas que, conociendo los riesgos desde hace décadas, priorizaron beneficios sobre sostenibilidad.

La verdadera pregunta no es si estas empresas sabían lo que hacían —muchas lo admiten indirectamente en sus archivados internos— sino cuánto deberían pagar por ello.

Transparencia, justicia ambiental e integridad científica podrían impulsar una nueva era en la lucha contra el cambio climático. Y como demuestran los 28 billones cuantificados, el costo de la inacción ya ha sido demasiado alto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press