Trump recargado: caos en la Casa Blanca, disputas internas y el juego político global

La segunda era Trump arranca con tensiones internas, polémicas decisiones de defensa y una política comercial que desafía hasta a sus propios aliados

El retorno caótico de un viejo conocido

El ambiente en la Casa Blanca ha vuelto a cargarse de tensiones, pugnas internas y decisiones controversiales durante el segundo mandato de Donald Trump. Aunque el inicio de esta nueva etapa había sido relativamente disciplinado, los viejos fantasmas del primer mandato —deslealtades, luchas personales y estrategias erráticas— han comenzado a resurgir con fuerza.

Las fisuras son claras dentro del propio equipo de Trump: las disputas en torno a aranceles, lealtades personales y seguridad nacional están generando más ruido que cualquier anuncio político. En el epicentro del escándalo, se encuentran figuras clave como el secretario de Defensa Pete Hegseth y asesores de alto perfil, incluyendo al multimillonario Elon Musk.

Fuego cruzado en el Pentágono

Una de las áreas más golpeadas por el caos ha sido el Departamento de Defensa. Pete Hegseth, una de las figuras más fieles a Trump, ha sido acusado de compartir información sensible sobre ataques aéreos en Yemen por medios no clasificados —una práctica que ha levantado serias preguntas sobre la seguridad interna y la ética del gobierno actual.

Un antiguo portavoz del Pentágono señaló en un artículo en Politico que Hegseth ha estado al frente de un verdadero “colapso total”, recomendando incluso que Trump lo destituya. Estas acusaciones no solo provienen de la oposición política, sino también desde dentro de su círculo más cercano.

Para agravar el asunto, Hegseth participó en discusiones sensibles que involucraron a personas sin cargos gubernamentales, incluyendo a su esposa y su abogado personal. Trump, fiel a su estilo, minimizó el escándalo alegando que era “noticia falsa” durante el tradicional egg roll de Pascua en la Casa Blanca.

Los patriarcas del drama republicano: Musk vs Navarro

Otro capítulo digno de telenovela se está escribiendo en la guerra de declaraciones entre dos gigantes del entorno trumpista: Elon Musk y Peter Navarro. Mientras Trump busca reinstaurar su política de aranceles elevados para supuestamente equilibrar la balanza comercial mundial, la realidad dentro de la Casa Blanca es de contradicciones y mensajes cruzados.

Navarro, un ferviente defensor de los aranceles, insiste en que no habrá negociaciones sobre los impuestos de importación. Sin embargo, Scott Bessent, secretario del Tesoro, ha sostenido lo contrario, afirmando que esas decisiones buscan fortalecer la posición negociadora de EE.UU. frente a socios internacionales.

Elon Musk, cuya empresa Tesla podría verse afectada por el incremento de aranceles a piezas importadas, tachó a Navarro de “más tonto que un saco de ladrillos”. La respuesta no se hizo esperar: Navarro lo acusó de “proteger sus intereses personales” y calificó su compañía como un simple “ensamblador de coches”.

Este espectáculo público ha sido minimizado por la secretaria de prensa Karoline Leavitt con la frase: “los chicos serán chicos”. También afirmó que tienen “la administración más transparente de la historia”, una afirmación que muchos observadores recibieron con escepticismo.

Laura Loomer, la cazadora de la lealtad

Una figura inesperada que ha ganado influencia en la administración Trump es Laura Loomer, una activista ultraconservadora conocida por sus teorías conspirativas. Loomer ha tenido acceso directo al Despacho Oval, presentando a Trump investigación interna sobre funcionarios supuestamente desleales.

Su presencia ha generado tensiones dentro del equipo de seguridad nacional y algunos despidos comenzaron a producirse tras sus acusaciones. Loomer incluso viajó junto con Trump durante la campaña presidencial del año pasado, y no ha dudado en continuar publicando denuncias contra los que considera “traidores”.

Su capacidad para influir en decisiones críticas y remover a funcionarios ha encendido las alarmas incluso entre los más leales. Su presencia muestra la creciente informalidad —y peligrosidad— de las decisiones dentro del gobierno actual.

J.D. Vance en India: la diplomacia frente al caos

Mientras tanto, en el ámbito internacional, el vicepresidente J.D. Vance ha intentado ejecutar una especie de “quiet diplomacy” en su visita de cuatro días a India. Vance apuesta por fortalecer las relaciones bilaterales en comercio y defensa, en medio de la turbulencia provocada por la agresiva política arancelaria de Trump.

Con el objetivo de duplicar el comercio bilateral hasta llegar a $500 mil millones para 2030, Vance afirmó: “Queremos construir relaciones con nuestros socios extranjeros que respeten a sus trabajadores”. También reconoció que ambos países ya han acordado los términos de referencia para estructurar un acuerdo de libre comercio.

La visita ocurre en un contexto geopolítico donde India es vista por EE.UU. como un contrapeso al avance regional de China. Vance incluso ofreció a Nueva Delhi el caza de quinta generación F-35, subrayando la meta de ampliar la cooperación militar. Su discurso remarcó que EE.UU. ya no quiere ver a India solo como “una fuente barata de mano de obra”.

Una Casa Blanca que recuerda más a un ring

La Casa Blanca bajo este segundo mandato de Trump se asemeja más a un ring con múltiples combates simultáneos. Sus funcionarios suelen ser elegidos más por su lealtad personal que por conocimientos técnicos o capacidades administrativas.

John Bolton, exasesor de seguridad nacional, fue claro: “Lo único que tienen en común es la fe ciega en Trump. Eso les dio el puesto. Eso quizás los mantenga ahí. Pero muestra lo poco serios que son”.

Este estilo de gestión fomenta luchas internas, despidos inesperados y ausencia de una línea estratégica clara. La administración opera entre la improvisación y la presión de figuras externas como Loomer, mostrando un escenario institucional extremadamente frágil.

Un nuevo frente: los derechos civiles y la inmigración

En medio de la tormenta, una historia conmovedora pone en tela de juicio las políticas migratorias más agresivas del gobierno. Mahmoud Khalil, activista pro-palestino en Columbia University, fue arrestado en el lobby de su edificio en Nueva York. Su delito: defender a Gaza y a Palestina. Las autoridades de inmigración le negaron incluso una liberación temporal para asistir al nacimiento de su hijo.

“Es una decisión intencional de ICE para hacernos sufrir”, declaró su esposa, la doctora Noor Abdalla, tras dar a luz sin su esposo. Esta acción ha sido vista por muchos como una herramienta del gobierno para acallar voces disidentes, usando la política migratoria como método de castigo político.

Una gestión basada en la lealtad incondicional

Trump parece más interesado en la obediencia que en los resultados. Los escándalos son minimizados, las críticas internas despreciadas y las alianzas se basan en la subordinación personal. Desde la Casa Blanca hasta India, su estilo de gobernar continúa rompiendo moldes, aunque el precio parece ser una administración ahogada en su propio desorden.

Con una administración que premia la agresividad y castiga el disenso, la pregunta que queda es si este caos es parte de una estrategia o simplemente refleja una ausencia total de ella.

Foto: Presidente Donald Trump regresa a la Casa Blanca luego de una gira política, abril de 2025. Fotografía de Alex Brandon.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press