Suspendido entre sueños y deportaciones: La incierta batalla de los estudiantes internacionales en EE.UU.
Miles de estudiantes extranjeros enfrentan la revocación de su estatus legal bajo nuevas políticas migratorias que generan incertidumbre, miedo y posibles efectos devastadores en sus vidas
Por: Redacción Bar y Vida
Un correo electrónico que cambia una vida
Para Anjan Roy, un estudiante internacional de Bangladesh que cursa un posgrado en ciencias computacionales en la Missouri State University, todo parecía normal hasta que recibió un email en abril de 2025: su estatus migratorio había sido terminado. En un instante, su mundo se derrumbó.
"Estaba en shock, literal. Pensé: ¿Qué demonios es esto?", narró Roy. Su historia no es única. Más de 1,100 estudiantes de 174 instituciones educativas en distintos estados han sido afectados por una repentina revocación de sus visas estudiantiles en Estados Unidos. Las causas, en la mayoría de los casos, siguen siendo borrosas.
Una tendencia preocupante
La oleada de suspensiones migratorias ha sido calificada por abogados defensores y universidades como un “crackdown generalizado” que ha dejado a miles de jóvenes extranjeros en un limbo jurídico, psicológico y emocional.
“La presión sobre estos estudiantes es abrumadora”, dijo el abogado Charles Kuck, quien representa a más de 130 estudiantes, entre ellos a Roy, en un caso llevado ante una corte federal en Atlanta. “Algunos me preguntan si es seguro salir a comprar comida”, añadió.
Detrás de la tormenta
Las causas no son claras. Muchos de los estudiantes afectados no han cometido infracciones serias. La explicación del gobierno ha sido ambigua: el Departamento de Estado, según declaraciones del senador Marco Rubio, actúa contra aquellos “contrarios a los intereses nacionales”, lo que supuestamente incluiría individuos involucrados en protestas contra la guerra en Gaza o con cargos criminales.
Sin embargo, varios de los estudiantes afirman haber sufrido la revocación de su estatus sin razón aparente. En el caso de Roy, la única “mácula” en su expediente fue una situación en 2021 cuando agentes del campus respondieron a una disputa en una residencia estudiantil. No hubo cargos ni evidencias de delito alguno.
Atrapados por la incertidumbre
El daño para la salud mental de los estudiantes es otro punto alarmante. En una demanda presentada por alumnos de la Universidad de Iowa, uno de los afectados relató que la revocación de su visa agravó su depresión a tal punto que su médico tuvo que recetarle dosis mayores de medicación. Otro estudiante dejó de salir de su cuarto, temiendo ser detenido.
“Estos alumnos llevan años invertidos en su formación. No es justo que les digan de un día al otro que tienen que irse”, explicó Kuck.
Una estrategia de miedo
La sospecha entre los abogados defensores es clara: el objetivo del gobierno sería forzar a los estudiantes a auto-deportarse. Al aumentar el estrés, la ansiedad y el acoso burocrático, muchos optarían por marcharse antes que pelear un proceso judicial largo y costoso.
Pero, como señala Roy, “ya estamos aquí, hemos dado todo de nosotros. Queríamos construir una carrera, contribuir. ¿Por qué nos tratan como enemigos?”
Apoyo judicial... por ahora
En algunos estados, como Georgia, Montana, Oregon o Washington, jueces federales han otorgado órdenes temporales que impiden la ejecución inmediata de la revocación del estatus estudiantil.
En el caso de Roy, un fallo favorable de una corte federal le permitió volver a su apartamento y asistir nuevamente a clases, aunque su legalidad en el país sigue en riesgo. Esta solución es sólo provisional, ya que el litigio sigue en curso.
“Sigo con miedo”, confesó Roy. “Pedí a mis compañeros de piso que no abran la puerta sin antes ver quién toca. Mi teléfono lo apago salvo cuando lo necesito, y hasta evito usar navegadores que rastreen mi ubicación”.
Más allá de Anjan Roy
El caso de Roy ha captado cierta atención, pero detrás de él hay cientos de historias similares. Muchos de los estudiantes afectados son originarios de países como India, China, Brasil, Colombia, Pakistán y Nigeria. Las universidades, los abogados y los activistas por los derechos migratorios apuntan a que esta tendencia tiene un sesgo político, posiblemente relacionado con la narrativa de “mano dura” migratoria impulsada por sectores del poder.
“Claramente no se trata solo de legalidades o seguridad nacional”, denunció una vocera de la organización International Students for Human Rights. “Es una forma de intimidación institucionalizada”
Las universidades responden, pero con límites
Algunas universidades han emitido comunicados expresando preocupación, solidarizándose con sus alumnos internacionales e incluso ofreciendo asesoría legal, aunque, en múltiples ocasiones, la capacidad de intervención de las casas de estudio es limitada.
“Nos enteramos al mismo tiempo que ellos”, declaró un funcionario de servicios internacionales de una universidad en Wisconsin, que prefirió mantenerse anónimo. “Es doloroso ver a nuestros estudiantes vivir este nivel de terror sin poder hacer mucho más que acompañarlos y darles contención psicológica”.
¿Qué está en juego?
Estados Unidos es el destino principal de estudiantes internacionales. Según el Open Doors Report 2023 del Institute of International Education, más de 1 millón de estudiantes internacionales estuvieron registrados en universidades estadounidenses, contribuyendo con más de $40 mil millones a la economía del país.
La incertidumbre y el trato inhumano actual podrían modificar esa realidad. Varios estudiantes entrevistados mencionaron que consideran trasladarse a países como Canadá, Australia o Reino Unido, donde sienten mayor estabilidad jurídica y dignidad humana.
“Ya no tengo Fe en el sistema americano”, puntualizó Roy. “Si me terminan echando sin razón, lo tomaré como una lección amarga de vida. Pero jamás dejaré de luchar por mis derechos”.
El futuro: una batalla a largo plazo
El juicio de Roy y otros cientos de estudiantes aún está en curso. La resolución final podría tardar meses, quizá años. En el interín, la pregunta sigue en el aire: ¿puede una nación que se enorgullece de su sistema educativo y del sueño americano permitirse tratar así a sus futuros científicos, académicos, programadores y médicos?
Mientras tanto, nombres como Anjan Roy, desconocidos hasta ahora, se convierten en símbolos involuntarios de una lucha desigual. No se trata solamente de papeles. Se trata de vidas.