La última bendición de Francisco: cómo el Papa cambió Irak para siempre
De Mosul a Najaf: la histórica visita del Papa Francisco revitalizó la esperanza de los cristianos iraquíes y sembró un legado de paz entre religiones
Una visita que desafió el miedo
Cuando el Papa Francisco anunció su visita a Irak en 2021, muchos lo consideraron un acto arriesgado. La nación, aún estremecida por el dominio del Estado Islámico (EI), apenas comenzaba a reconstruirse. La comunidad cristiana iraquí, que había superado décadas de guerra, persecución y desplazamientos masivos, vio con esperanza esta visita, la primera de un pontífice al suelo iraquí.
En ciudades devastadas, como Mosul, el viaje del Papa fue mucho más que un gesto simbólico; fue una semilla de reconciliación y reconstrucción. Chaldean Archbishop Najeeb Moussa Michaeel la describió como "una boda para el pueblo de Mosul". Sus palabras no son exageradas: la presencia del Pontífice devolvió un rayo de esperanza a una comunidad gravemente herida.
Mosul: entre ruinas y lágrimas
Mosul, donde los combates entre las fuerzas iraquíes y el EI fueron particularmente destructivos, fue uno de los lugares más emblemáticos visitados por Francisco. Allí, frente a iglesias demolidas y calles llenas de polvo, el Papa pronunció un mensaje de amor, hermandad y coexistencia pacífica. Un momento especialmente conmovedor fue cuando se le vieron lágrimas en los ojos mientras hablaba frente a los restos de la Iglesia de al-Midan.
El testimonio de Sa’dullah Rassam ilustra el impacto emocional de la visita. Había huido de Mosul en 2014 durante la ofensiva del EI, pero regresó años después con la esperanza de reconstruir su vida. Estaba de pie fuera de la iglesia cuando el vehículo del Papa se detuvo inesperadamente y Francisco bajó para saludarlo. "Fue el mejor día de mi vida", cuenta Rassam, con lágrimas en los ojos. "Nos hizo sentir amados, escuchados, y ayudó a sanar nuestras heridas."
Un motor para la reconstrucción
La visita papal no solo tocó corazones, también tuvo un efecto tangible sobre la reconstrucción urbana. Lugares emblemáticos de Mosul, incluyendo templos cristianos y musulmanes, comenzaron a recibir inversiones y apoyo internacional a raíz de la atención mediática global. "Hoy, Mosul empieza a levantarse de nuevo", señala el Arzobispo Michaeel.
El patrimonio cultural de la ciudad renace en esculturas, templos restaurados y calles reconstruidas. Según estadísticas de la UNESCO, más de 30 edificios religiosos y sitios patrimoniales han sido restaurados desde 2021, parte de su programa "Revive the Spirit of Mosul".
Francisco y el diálogo interreligioso
Una de las contribuciones más duraderas del Papa fue su impulso al diálogo entre religiones. Desde el inicio de su pontificado, el Papa había promovido la coexistencia entre cristianos y musulmanes. En Irak, su encuentro en Najaf con el Gran Ayatolá Ali al-Sistani fue un momento histórico. Se trató de una reunión de alta significancia no solo espiritual, sino política y social.
La oficina de Sistani expresó su "profunda tristeza" por la muerte de Francisco, elogiando su "papel distinguido en servir a las causas de la paz y la tolerancia". El encuentro ayudó a promover valores de convivencia pacífica, respeto mutuo y rechazo del extremismo.
Cardenal Sako: una relación fraternal
El Patriarca Caldeo Louis Raphael Sako también destacó el carácter transformador de la gira del Papa. En sus propias palabras, la visita "cambió la cara de Irak". Francisco no solo fortaleció los lazos entre iglesias orientales y occidentales, sino también entre cristianos y musulmanes en general.
Sako recuerda una anécdota reveladora: Durante una ceremonia inicial, el Papa agradeció a los representantes judíos, pero no mencionó a los musulmanes. Al día siguiente, emitió una declaración dedicada a ellos: "Mañana hablaré de los musulmanes", le respondió el Pontífice. Y así lo hizo, confirmando su compromiso con una comunidad históricamente marginada por Roma.
Irbil y Bagdad: unidad y sanación
Desde Irbil, Marvel Rassam recuerda haber asistido al estadio que acogió al Papa: "Todos fueron a verlo. No solo los católicos", dijo. La figura carismática de Francisco, acompañado por su autenticidad y humildad, conectó con personas de todas las religiones.
En la Catedral de San José, en Bagdad, el sacerdote Nadhir Dako compartió que la visita trajo "determinación" incluso entre no cristianos. Después de los horrores sufridos a manos del EI, la comunidad cristiana vivía con temor y un éxodo progresivo. Se calcula que más de 1,5 millones de cristianos vivían en Irak antes de 2003; en 2021, quedaban cerca de 300.000 (HRW).
El Papa y su legado iraquí
Francisco deja tras de sí un legado improbable pero imborrable en una región marcada por la violencia sectaria. Su figura sirvió para humanizar el sufrimiento de los pueblos desplazados, además de revindicar los valores del cristianismo en un contexto musulmán sin caer en proselitismo. Como lo expresó el Ayatolá Sistani, su mensaje fue de "solidaridad con los oprimidos".
Incluso tres meses antes de su fallecimiento, el Cardenal Sako le envió una caja de dátiles iraquíes. El Papa respondió: "No olvidaré nunca a Irak. Está en mi corazón".
Un símbolo de unidad para todo Irak
Francisco se convirtió en la figura espiritual que muchos necesitaban: no solo el Papa de los católicos, sino de todos los oprimidos. Su postura política sutil pero firme, evitó lo dogmático y prefirió las acciones concretas: promovió reconstrucciones, impulsó el eco global del sufrimiento iraquí y tejió puentes invisibles entre religiones.
"Era nuestro Papa favorito", expresó Rassam en Irbil. "No solo por ser el primero en visitarnos, sino por su humildad y sinceridad."
En un país donde las cicatrices de la guerra son profundas y visibles, su mensaje resonará por generaciones. Francisco no solo visitó Irak; lo abrazó.