Francisco: El Papa del Pueblo y el Alma de Argentina
Una mirada reflexiva y conmovedora sobre el impacto de Jorge Mario Bergoglio en el mundo y sobre todo en su natal Buenos Aires tras su muerte a los 88 años
El 21 de abril de 2025, los campanarios de las iglesias comenzaron a sonar con pesar en Buenos Aires. El papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y un símbolo de humildad, cercanía y esperanza para millones, falleció a los 88 años. Desde su natal barrio de Flores hasta las cúpulas del Vaticano, su figura trascendió ideologías, continentes y generaciones.
Un argentino en Roma: El primer Papa de América Latina
Jorge Mario Bergoglio, nacido en 1936 en Buenos Aires, cambió la historia de la Iglesia Católica al ser elegido como el Papa número 266 el 13 de marzo de 2013. Su elección no fue simplemente una formalidad clerical; significó una verdadera revolución en una institución de siglos. Era el primer papa jesuita, el primero en elegir el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, y el primero en representar a América del Sur en el trono de Pedro.
Desde aquel momento, Francisco se ganó el cariño del mundo católico y no católico con gestos como pagar su propia cuenta de hotel, prescindir del tradicional trono papal y optar por vivir en una residencia más modesta en vez del Palacio Apostólico.
La noticia que estremeció a Argentina
La catedral metropolitana se llenó de fieles desconsolados. Velas, rezos, retratos y lágrimas acompañaron la tristeza general en Buenos Aires. En la Basílica de San José de Flores, donde el joven Bergoglio sintió su llamado al sacerdocio, las filas de fieles se extendían por cuadras. “Fue más argentino que el tango”, dijo entre sollozos María Teresa Delgado, una fiel que sostuvo una imagen del pontífice durante la misa.
La presidenta argentina, autoridades religiosas y figuras políticas de todo el espectro ofrecieron condolencias y reconocieron el impacto global del hombre que una vez sirvió como obispo de Buenos Aires y que nunca olvidó sus raíces.
Un papado marcado por la sencillez y el compromiso social
Francisco apostó por una “Iglesia pobre para los pobres”. En sus múltiples discursos y encíclicas —entre ellas Laudato Sí sobre el cuidado del medio ambiente—, no dudó en condenar el consumismo, la desigualdad, el abuso de poder y el cambio climático.
- Durante su papado, creó nuevas cardenalías en regiones marginadas como África y Asia.
- Reformó la Curia Romana, promoviendo la transparencia financiera del Vaticano.
- Se acercó a sectores que otros papas habían ignorado, incluyendo personas LGBTQ+, víctimas de abuso sexual clerical y parejas divorciadas.
“Que ningún sacerdote cierre las puertas de una iglesia a alguien que lo necesita”, sostuvo en múltiples ocasiones. Su legado dejó huella no solo en la estructura eclesial, sino también en la política mundial.
Buenos Aires llora a su padre espiritual
Las imágenes de un barrio de Flores con rostros apesadumbrados recorrieron el mundo. Fue ahí donde un joven Jorge trabajaba en la limpieza de laboratorios químicos, hinchaba por San Lorenzo y vivía una espiritualidad silenciosa.
Ahora, desde ventanas de colectivos o paradas de metro, se podían ver los rostros emocionados de argentinos que, sin ser necesariamente creyentes, valoraban su figura.
“Era una voz que incomodaba al poder, pero que sanaba a los excluidos. Un pastor de todos”, declaraba el escritor Hernán Brienza.
Un legado inmenso
Francisco canonizó a más santos latinoamericanos que cualquier otro papa. Visitó países en conflicto como Sudán del Sur, abrazó a Rohingyas en Myanmar y lloró con víctimas del terrorismo en Colombia. Reestructuró la narrativa global sobre el papel del Vaticano en la diplomacia internacional, mediando incluso en procesos como la reapertura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba en 2014.
Historiadores religiosos señalan que Francisco logró un nivel de popularidad que ni siquiera Juan Pablo II llegó a igualar en su época dorada:
- Según encuestas de Pew Research Center realizadas en 2020, un 83% de los católicos a nivel mundial tenía una imagen positiva del papa Francisco.
- En América Latina, su aprobación superaba permanentemente el 90% en países como Argentina, Colombia y México.
Sus momentos más emblemáticos
Desde salir a pie por Roma durante la pandemia hasta lavar los pies de prisioneros en Jueves Santo, Francisco dejó postales imborrables.
- El histórico encuentro con el líder ortodoxo ruso, el Patriarca Kiril, en 2016 en La Habana.
- Su visita a Lesbos (Grecia) para denunciar la tragedia migratoria en el Mediterráneo.
- El sínodo para la Amazonía, donde llamó a respetar la cosmovisión de los pueblos indígenas.
Pese a las críticas conservadoras, Francisco nunca se detuvo en su impulso reformista. Aceptó las críticas con una mezcla de humor y firmeza. “No soy un marxista, pero sé que los pobres necesitan justicia”, dijo en una entrevista de 2015.
La dimensión humana detrás del Pontífice
Detrás del líder mundial, había un hombre que aún llamaba por teléfono a amigos de infancia, que citaba a Borges y escuchaba tango y música clásica. Amaba el fútbol y se definía a sí mismo como “un pecador perdonado”.
Muchos testimonios en Buenos Aires recuerdan su capacidad de escuchar sin apuro, de interesarse por el otro. “Era alguien con quien podías hablar como si fuera tu abuelo”, comentaba Alejandra Zuccoli, entre lágrimas, en la Basílica de Flores.
Un funeral que unió al mundo
La Santa Sede anunció que el funeral de estado será uno de los eventos más seguidos de los últimos tiempos. Se esperan delegaciones de más de 150 países. También se prevé un día de luto nacional en Argentina y otros países de mayoría católica.
Desde ya, iglesias en África, Asia y América Latina han comenzado a organizar misas y vigilias. En la plaza de San Pedro, miles de personas se congregan para rendir homenaje a uno de los líderes más carismáticos y humanos que haya tenido la Iglesia Católica moderna.
Francisco no fue solamente el papa de los pobres ni de los católicos. Fue, como él mismo se planteó, un "obrero de paz en una Iglesia en salida". Hoy, su ausencia deja un vacío enorme, pero también un legado inextinguible.