Crimen digital en expansión: cómo los centros de estafa del sudeste asiático están conquistando el mundo
Desde Myanmar hasta Brasil y Nigeria: el imperio cibernético de las mafias asiáticas que operan con impunidad global
En los últimos años, el crimen organizado en el sudeste asiático ha encontrado una mina de oro en el fraude en línea. Las conocidas "scam factories" se han convertido en una amenaza global, migrando de los confines de Myanmar y Camboya hasta América Latina, África e incluso Europa. Un informe reciente de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) expone la expansión de esta industria ilícita que genera miles de millones de dólares al año, alimentada por tecnologías como inteligencia artificial, «deepfakes» y criptomonedas.
¿Qué son los centros de estafa?
Los llamados scam centers son complejos industriales en los que cientos de personas, muchas veces engañadas o directamente traficadas, trabajan desde ordenadores para perpetrar fraudes en todo el mundo. Estas estafas incluyen desde esquemas de inversión falsos, fraudes románticos, hasta apuestas ilegales y ciberdelitos financieros.
La mayoría de estos centros se ubicaban anteriormente en zonas fronterizas con escasa presencia estatal: regiones remotas de Myanmar, Camboya, Laos y Filipinas. Sin embargo, ante el creciente escrutinio y operativos policiales de los últimos dos años, los grupos criminales están trasladando sus actividades a otras partes del mundo.
Una industria que mueve casi $40 mil millones anuales
Según el informe "Inflection Point: Global Implications of Scam Centers, Underground Banking and Illicit Online Marketplaces in Southeast Asia", publicado por UNODC en 2024, se estima que esta industria moviliza anualmente cerca de 39 mil millones de dólares. Estas ganancias provienen en su mayoría de víctimas en el extranjero, utilizando internet como vehículo principal.
Benedikt Hofmann, representante regional interino de UNODC para el sudeste asiático y el Pacífico, explicó: “Esto refleja tanto la expansión natural de la industria como también una táctica para evitar riesgos futuros ante mayores controles en Asia.”
Del Mekong al Amazonas: expansión hacia América Latina
Una de las tendencias más significativas reportadas por UNODC es el crecimiento de esta forma de criminalidad en América Latina. Por ejemplo:
- Brasil se ha convertido en un nuevo epicentro de fraude cibernético ligado a redes asiáticas, especialmente en áreas sin suficiente supervisión digital.
- En Perú, a fines de 2023, las autoridades rescataron a más de 40 ciudadanos malayos que fueron traficados por la mafia Red Dragon, con sede en Taiwán, para forzarlos a cometer fraudes en línea.
- Colombia, Argentina y Paraguay han reportado también la presencia incipiente de células de estas redes, muchas veces camufladas bajo negocios tecnológicos o empresas "fantasma".
Estos criminales aprovechan la infraestructura de internet latinoamericana, que ha crecido exponencialmente en la última década, pero que aún carece de marcos regulatorios y de ciberseguridad robustos.
África: foco creciente del cibercrimen internacional
Otro continente que ha sido blanco de expansión es África. Nigeria, históricamente asociada con ciertos fraudes en línea, es hoy escenario de una nueva oleada delictiva, pero ahora con el protagonismo de redes asiáticas.
En Zambia y Angola, en 2024 y 2025, se llevaron a cabo operaciones que desmantelaron centros conectados con mafias del sudeste asiático especializadas en fraudes de criptomonedas y «romance scams».
Estos grupos funcionan muchas veces a través de estructuras descentralizadas, usan intermediarios africanos para legitimar sus operaciones y transfieren dinero mediante métodos como cajas de cambio clandestinas («underground banking»), dificultando su rastreo.
Globalización del crimen: Medio Oriente, Europa y el Pacífico
El informe también menciona intervenciones policiales exitosas en Emiratos Árabes Unidos, Israel y Islas del Pacífico, donde se identificaron estafadores de origen asiático ejecutando operaciones que combinaban fraude financiero con lavado de dinero mediante criptomonedas.
En Europa, se han registrado casos de trata de personas con fines de explotación digital, así como redes de venta de datos robados y uso de malware y tecnologías deepfake para suplantar identidades.
Lo alarmante es que, lejos de ser fenómenos aislados, estos centros operan cada vez más con un nivel de profesionalización y sofisticación cercano al de una industria global. Un verdadero «crimen como servicio»: donde se alquilan herramientas, identidades falsas, hackers a sueldo y hasta departamentos jurídicos clandestinos para encubrir sus rastros.
¿Cómo operan estas mafias?
Su modelo de negocio se basa en tres pilares clave:
- Captación de víctimas para trabajar: Muchas veces usando ofertas falsas de empleo, los grupos trafican personas desde Asia o África prometiendo trabajos remotos legítimos.
- Diseño de los fraudes: Usan inteligencia artificial para crear identidades falsas, generar simulaciones de inversiones y comunicaciones personalizadas con las víctimas.
- Monetización y lavado: Utilizan criptomonedas, plataformas de pago descentralizadas, y redes bancarias internacionales para mover el dinero fuera del radar de las autoridades.
Víctimas y victimarios: una línea cada vez más difusa
Una de las dimensiones más trágicas del fenómeno es la doble victimización. Muchos de los actores directos en los fraudes —quienes contactan con las víctimas finales— son jóvenes forzados, amenazados y aislados en complejos donde se los vigila constantemente.
La periodista Olivia Chang, que investigó estos sistemas para el medio RegionWatch, señaló en un reportaje de diciembre de 2024 que: “En algunos centros de Laos y Filipinas, las condiciones recuerdan a campos de trabajo forzado: las personas no pueden salir, llevan relojes GPS, y hay vigilancia armada.”
La UNODC estima que más de 120.000 personas están forzadas a trabajar en estos esquemas tan solo en Myanmar.
El papel de la tecnología: IA, deepfakes y redes sociales
La revolución digital de los últimos cinco años ha sido aprovechada por el crimen organizado con notable rapidez. Los fraudes amorosos, por ejemplo, han evolucionado gracias a los "chatbots de IA" que imitan patrones de conversación humana. Incluso, se han utilizado deepfakes para videollamadas con víctimas, haciendo que una persona crea estar hablando con un famoso o ejecutivo de inversión falso.
Plataformas como WhatsApp, Telegram, Reddit y TikTok se utilizan como canales de captación, engaño y extorsión.
Respuestas institucionales: ¿tan rápidas como el crimen?
Gobiernos de todo el mundo están empezando a abordar el problema, pero su respuesta ha sido lenta frente a la capacidad de adaptación de los criminales. La falta de mecanismos de cooperación sólidas entre Asia, África y América Latina es uno de los principales desafíos.
El informe de UNODC recomienda:
- Fortalecer la colaboración entre agencias de inteligencia financiera globales.
- Imponer regulaciones sobre el uso comercial de IA susceptible de ser usada para el fraude.
- Mejorar el monitoreo internacional de plataformas criptográficas descentralizadas.
- Proveer asistencia legal, psicológica y de repatriación a las víctimas de trabajo forzado cibernético.
Un fenómeno en expansión
Lo que comenzó como operaciones clandestinas en zonas selváticas de Myanmar ahora amenaza con convertirse en una nueva ruta global del crimen digital. Su escalada no se detiene, y la tecnología —que prometía democratizar la información— ha comenzado a servir como la principal aliada del crimen globalizado.
El reto, ahora, no sólo es tecnológico, sino político y humanitario. ¿Están los gobiernos dispuestos a cooperar para enfrentar a las mafias del siglo XXI?