El cielo en riesgo: cómo los drones representan un nuevo desafío para la seguridad aérea
Aumentan los encuentros peligrosos entre drones y aviones comerciales cerca de aeropuertos en EE.UU., mientras las autoridades debaten cómo enfrentar esta amenaza creciente
En noviembre de 2024, un avión comercial en plena aproximación final al Aeropuerto Internacional de San Francisco vivió un momento de tensión extrema: un dron pasó a menos de 100 metros de la cabina, demasiado cerca para que los pilotos pudieran reaccionar. Aunque no hubo colisión, el episodio sirvió como una alarma más sobre un problema que crece en los cielos de Estados Unidos: la proliferación descontrolada de drones cerca de aeropuertos.
Una amenaza emergente: drones cerca de vuelos comerciales
Durante los últimos años, los incidentes con drones se han multiplicado, especialmente en zonas urbanas y alrededor de aeropuertos. Según un análisis de la base de datos del NASA’s Aviation Safety Reporting System, los drones fueron responsables de casi dos tercios de las colisiones aéreas cercanas (near midair collisions) reportadas en 2024 en los 30 aeropuertos más transitados del país. Este porcentaje es el más alto desde 2020, cuando la pandemia redujo drásticamente el tráfico aéreo.
Desde el primer reporte de una colisión cercana con drones en 2014, estas cifras han aumentado constantemente. En la última década, 122 de los 240 incidentes documentados involucraron drones, lo que representa un 51% de todos los casos conocidos.
¿Por qué aumentan estos incidentes?
El profesor William Waldock, experto en ciencias de la seguridad aérea de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, lo resume así:
“Si tienes el dinero, puedes comprar por internet un dron bastante sofisticado que puede alcanzar altitudes a las que simplemente no debería volar.”
Con más de un millón de drones registrados para uso recreativo y comercial en Estados Unidos, el espacio aéreo está cada vez más compartido. Y el problema no es menor cerca de los aeropuertos, donde las rutas de despegue y aterrizaje coinciden con las áreas donde muchos aficionados hacen volar estos dispositivos.
En agosto de 2024, otro episodio alarmante: un dron se acercó peligrosamente al ala izquierda de un avión justo después de su despegue desde Newark. Apenas 15 metros separaron al dron del ala, una distancia ínfima considerando la velocidad y el tamaño del avión.
Fallos del sistema actual: regulación y tecnología insuficientes
Actualmente, la Administración Federal de Aviación (FAA) prohíbe casi todos los vuelos de drones cerca de aeropuertos sin autorizaciones previas. También exige la inscripción obligatoria de drones con peso superior a 250 gramos, los cuales deben llevar un transpondedor que emita su localización y dueño. Sin embargo, el sistema tiene dos grandes limitaciones:
- La base de datos de la NASA depende de reportes voluntarios de pilotos y controladores.
- Las tecnologías de mitigación como la “geocerca” (geofencing), que impide volar drones en ciertas zonas, no son obligatorias por ley.
DJI, uno de los mayores fabricantes de drones del mundo, anunció en enero de 2025 que dejaría de usar el sistema de geocerca, debido a la carga de trabajo que significaban las miles de solicitudes para desactivarla temporalmente. En 2024, la empresa procesó más de un millón de autorizaciones para excepciones.
“Ya no teníamos la capacidad de revisar cada petición una por una, a pesar de que ofrecíamos servicio 24/7”, dijo Adam Welsh, jefe de políticas globales de DJI.
Esto deja a los aeropuertos bajo una amenaza creciente y con herramientas limitadas para actuar. La FAA está evaluando nuevas tecnologías, como el uso de señales de radio para hacer aterrizar drones ilegales, o incluso cañones de microondas y rayos láser.
Casos concretos: vigilancia real y consecuencias
Los últimos meses han demostrado que el problema no es hipotético. En diciembre de 2024, dos hombres fueron arrestados en Boston por volar un dron cerca del Aeropuerto Internacional Logan. Gracias al transpondedor, las autoridades lograron identificar su ubicación y detenerlos.
Un mes después, en California, un dron colisionó con un avión “Super Scooper” que ayudaba a controlar incendios forestales. El impacto abrió un agujero en el ala izquierda de la aeronave, obligándola a permanecer en tierra durante varios días para reparaciones. El operador, un hombre de 56 años de edad, fue acusado formalmente a nivel federal.
¿Qué soluciones se plantean?
Expertos proponen varias medidas para reducir los riesgos actuales:
- Implementar una geocerca obligatoria para todos los modelos de drones, evitando que puedan volar cerca de instalaciones sensibles, como aeropuertos y bases militares.
- Sanciones automatizadas: Similar a las multas de velocidad, un sistema automatizado podría registrar y multar a los pilotos cuyo dron infrinja las zonas restringidas.
- Mayor educación y licencias: La mayoría de los incidentes involucran a operadores recreativos que desconocen o ignoran las leyes. Una campaña educativa masiva sería crucial.
Además, algunos expertos argumentan que los fabricantes deberían tener más responsabilidad en la prevención. Sin una regulación obligatoria a nivel federal que exija geocercas o sistemas de bloqueo, los incidentes podrían seguir en aumento.
Los riesgos son demasiado grandes
Un solo incidente de colisión cerca de un aeropuerto podría resultar en consecuencias catastróficas. Aunque hasta ahora no ha ocurrido un accidente fatal debido a un dron, el aumento exponencial de estos dispositivos aumenta las probabilidades cada año.
“Es solo cuestión de tiempo”, advierte el profesor Waldock.
Según la FAA, en marzo de 2025 se reportaron 160 avistamientos de drones en las cercanías de aeropuertos. Dado que el sistema de reportes es mayormente voluntario, es probable que la cifra real sea considerablemente mayor.
¿Y el futuro?
El desafío será equilibrar la innovación tecnológica y recreativa que aportan los drones con la seguridad pública. En sectores como la agricultura, la construcción o el cine, los drones tienen usos valiosos y legítimos. Pero la falta de control sobre miles de amateurs volando equipos potentes sin supervisión es insostenible.
Estados Unidos se enfrenta así a una encrucijada: promover una tecnología útil o contener un riesgo aéreo latente.
Lo que está claro es que, si no se toman acciones pronto, una tragedia podría ser el catalizador que cambie la actual inercia legislativa y regulatoria.