Del aula al estrado: los libros infantiles LGBTQ generan un debate nacional que llega a la Corte Suprema
Una disputa educativa en Maryland se convierte en un símbolo de la guerra cultural en Estados Unidos
La historia que detonó el debate
Un príncipe rescata a un caballero de las garras de un dragón. Luego, tras una caída aparatosa, es salvado por el mismo caballero que montado en su corcel devuelve el favor. El relato culmina en un inesperado romance entre ambos. Este no es un pasaje de literatura medieval sino la premisa de "Prince and Knight", uno de los cinco libros infantiles con personajes LGBTQ que actualmente se encuentran en el centro de una tormenta legal en el condado de Montgomery, Maryland.
Estos libros, dirigidos a estudiantes desde preescolar hasta quinto grado, provocaron una reacción intensa entre grupos de padres que, por razones religiosas, no desean que sus hijos participen en actividades escolares donde se lean estas historias. El sistema escolar, sin embargo, se ha negado a permitir una "exclusión opcional", lo que ha llevado el caso hasta la Corte Suprema de Estados Unidos.
El núcleo de la disputa: ¿literatura o sexualidad?
Los padres que protestan, agrupados bajo el colectivo Kids First, argumentan que los libros contienen "contenido sexual inapropiado" y buscan normalizar conceptos de identidad de género y sexualidad en niños demasiado pequeños para comprenderlos. Billy Moges, vocera del grupo, declaró que estos libros “confunden a los niños y violan las creencias religiosas de muchas familias”.
Como consecuencia, Moges retiró a sus tres hijas del sistema público. Ahora estudian en una escuela cristiana privada.
El sistema escolar de Montgomery, por su parte, argumenta que los libros no forman parte de un plan de educación sexual, sino de un programa de lenguaje y lectura que busca reflejar la diversidad de las familias del condado. Según sus abogados, los libros son comparables en estructura y narrativa a clásicos como Cenicienta o Peter Pan.
¿Qué libros están en cuestión?
- “Prince and Knight”: Un cuento de hadas con una pareja gay como protagonistas.
- “Uncle Bobby’s Wedding”: Una niña teme que su tío no tenga tiempo para ella ahora que se casará con su pareja, un hombre.
- “Love, Violet”: Una niña se prepara para entregar una tarjeta de San Valentín a otra niña.
- “Born Ready”: Retrata el proceso de un niño transgénero al compartir su identidad.
- “Intersection Allies”: Muestra a nueve niños con diversos antecedentes, incluyendo una persona de género fluido.
Uno de los libros, “My Rainbow”, fue retirado del currículo sin explicación oficial alguna. Escrito por la legisladora estatal de Delaware DeShanna Neal y su hija Trinity, cuenta la historia de una niña transgénero y su deseo de tener cabello largo. La historia también ha sido censurada en bibliotecas de Florida, Ohio y Texas.
La corte, la religión y la educación pública
El caso genera gran expectación porque llega ante una Corte Suprema mayoritariamente conservadora, que en varias ocasiones recientes ha fallado a favor de litigantes que alegan discriminación religiosa.
El principal argumento de los demandantes es que, así como existen cláusulas para que los padres opten por excluir a sus hijos de clases de educación sexual, debería permitírseles hacer lo mismo con los libros que afectan sus creencias religiosas.
Los abogados del distrito escolar afirman que permitir la exclusión dio lugar a una logística insostenible en las aulas y a un mensaje implícito de que hay algo incorrecto con las familias representadas en estos libros. Además, insisten en que los educadores no utilizan las historias para imponer ideas ni menospreciar creencias religiosas.
¿Un veto disfrazado?
PEN America, organización que monitorea la censura de libros en escuelas y bibliotecas, ha registrado más de 10,000 títulos prohibidos en el último año académico. En su informe a la Corte, aseveraron que la demanda de los padres constituye “una prohibición de libros bajo otro nombre”.
Tasslyn Magnusson, asesora del programa Freedom to Read, declaró: “Están pidiendo que se retiren libros del aula porque un grupo de padres no está de acuerdo con su contenido. Pero son libros preciosos que representan la vida real de muchos niños. Y ese es precisamente el objetivo de la educación inclusiva”.
Precedentes y consecuencias legales
De resolverse a favor de los demandantes, el caso podría sentar un precedente legal monumental, abriendo la puerta a retos similares no solo en literatura inclusiva sino en temas raciales, históricos y científicos que puedan entrar en conflicto con creencias particulares.
En términos legales, se debate si el hecho de asistir a una escuela pública implica estar expuesto a un currículo diverso, incluso si esa diversidad choca con visiones religiosas. Por el otro lado, un dictamen favorable a los padres podría impulsar la creación de "opciones a la carta" para evitar contenidos que no se alineen con valores particulares, lo cual complicaría la estructura de la educación pública básica.
¿Qué opina la sociedad?
El debate no solo divide al condado de Montgomery, sino a la nación. Un estudio del Pew Research Center de 2023 muestra que el 55% de los estadounidenses cree que las escuelas deben enseñar a los niños que las familias pueden tener distintas composiciones, incluyendo parejas del mismo sexo. Sin embargo, el 71% también piensa que “los padres deben tener mayor voz sobre lo que sus hijos aprenden en las aulas”.
El resultado es un choque cultural e ideológico entre libertad religiosa, diversidad e inclusión. Es un ejemplo más de cómo la educación se ha convertido en campo de batalla para debates nacionales mucho más profundos.
Detrás del debate, niños observan
Más allá del estrado de la Corte Suprema y del ruido mediático, hay una población silenciosa observando: los niños. Para autores como DeShanna Neal, esta batalla legal representa una oportunidad para invitarnos a escuchar a nuestra infancia. “Lo que espero de este libro es lo siguiente: escuchen a sus hijos. Ellos conocen su cuerpo y su identidad”, dijo en una entrevista reciente.
Nos enfrentamos a una pregunta esencial: ¿debe el aula reflejar la pluralidad del mundo real o debe ajustarse a los valores de los padres? La Corte Suprema, probablemente en los próximos meses, dará su veredicto sobre este punto crucial.
Mientras tanto, sigue creciendo la lista de libros infantiles cuestionados e incluso prohibidos, con consecuencias directas sobre qué tipo de historias podemos contar —y a quién se les permite escucharlas— en las aulas de Estados Unidos. Y en ese punto, todos tenemos algo en juego.