¿Vuelve el ‘Made in USA’? El retorno de la manufactura estadounidense y el debate sobre los aranceles de Trump

Mientras algunos empresarios celebran el proteccionismo como un nuevo amanecer industrial, otros temen su impacto económico y global

Por décadas, la industria manufacturera estadounidense ha estado en declive. Desde su apogeo en 1979, cuando había más de 19.6 millones de trabajadores en el sector, la cifra cayó un 35% hasta llegar a 12.8 millones en enero de 2025, según la Oficina de Estadísticas Laborales.

Ahora, con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca y su renovado impulso a los aranceles, un debate profundamente político y económico ha vuelto al centro de atención: ¿pueden los aranceles salvar la industria estadounidense o terminarán perjudicando más de lo que ayudan?

Trump y su nueva guerra arancelaria: un arma de doble filo

La política arancelaria de Trump busca reindustrializar los Estados Unidos, anunciada como una estrategia de “seguridad económica y nacional”. Mediante aranceles selectivos y amenazas de mayores tarifas a bienes importados, la administración pretende incentivar la producción y compra de productos fabricados en EE. UU.

Es increíblemente injusto para el trabajador estadounidense,” afirma Drew Greenblatt, dueño de Marlin Steel Wire Products en Maryland, quien dice que no puede competir frente a los bajos precios de los productos provenientes de Europa o Asia. Según explica, los consumidores alemanes enfrentan mayores impuestos para comprar artículos estadounidenses, mientras que los estadounidenses pueden adquirir bienes europeos sin tantos obstáculos económicos.

Greenblatt, cuya empresa fabrica cestas y estantes para industrias médicas y alimentarias, asegura que podría duplicar su personal si las tarifas internacionales fueran igualadas. “Esto ha estado sucediendo durante décadas”, afirma con contundencia.

Apoyo de una nueva generación de empresarios: el caso de American Giant

Bayard Winthrop, fundador y CEO de American Giant, una marca de ropa 100% norteamericana, también ve con buenos ojos las políticas arancelarias. Fundó su empresa en 2011, cuando menos del 5% de la ropa comprada por estadounidenses era hecha en el país. En contraste, en 1991 más del 56% de dicha ropa era de fabricación nacional.

“La gente olvida que en 1985, toda la ropa consumida era hecha aquí”, comenta Winthrop. Sostiene que las políticas pro-industria podrían generar nuevamente empleos y mejorar los salarios en EE. UU., especialmente en el sector textil, uno de los más golpeados por la globalización.

Necesitamos una política industrial de verdad, y eso incluye defender al productor local,” dice Winthrop. Aunque reconoce que Trump puede ser impredecible, considera acertada la dirección general de su política económica.

El otro lado del proteccionismo: incertidumbre y mercados confundidos

Pero no todo el mundo lo ve con optimismo. Para empresarios como Corry Blanc, fundador de Blanc Creatives, el problema radica en la incertidumbre económica que trae consigo esta política. Blanc fabrica sartenes artesanales y utensilios de cocina con recursos estadounidenses y emplea a 12 personas en Virginia.

He sobrevivido a pandemias y recesiones, pero jamás hubo tanta incertidumbre como ahora”, comenta Blanc. Su clientela internacional, especialmente en Canadá, comienza a dudar si seguirá pudiendo comprar productos estadounidenses por los costos adicionales vinculados a la nueva política arancelaria.

Michael Lyons, de Rogue Industries, enfrenta problemas similares. Su compañía de productos de cuero hechos en Maine ha perdido clientes canadienses preocupados por las tensiones comerciales. “Queremos crecer, pero ahora sólo intentamos mantenernos a flote,” confiesa.

India entra en juego: ¿un nuevo aliado de Washington contra China?

Mientras el gobierno estadounidense endurece su postura frente a varios socios comerciales, India se perfila como el principal beneficiado geopolítico. El vicepresidente JD Vance, acompañado por su esposa Usha (hija de inmigrantes del sur de India), visitará el país asiático con el objetivo de negociar un acuerdo de libre comercio.

Actualmente, Estados Unidos es el mayor socio comercial de India, con un volumen de transacciones bilaterales cercano a los $190 mil millones de dólares. Ambos gobiernos han fijado como objetivo llevar esa cifra a $500 mil millones para 2030.

India se ha mostrado flexible y ya ha comenzado a reducir aranceles para productos estadounidenses, además de estar dispuesta a adquirir más petróleo, armamento y tecnología de EE. UU. En este contexto, Vance también visitará ciudades como Jaipur y Agra en un viaje cultural que destaca los vínculos personales de la familia vicepresidencial con el país.

China, el gran ausente en la nueva ecuación comercial

Estados Unidos ve cada vez con mayor desconfianza la influencia comercial de China, particularmente en sectores textiles y electrónicos. Winthrop, de American Giant, no duda en mencionar la “relación desequilibrada con China” como una de las motivaciones de fondo para fomentar políticas que impulsan la producción local.

En este sentido, el pacto potencial con India representa un movimiento estratégico de gran significancia geopolítica, que podría ayudar a contener la expansión china en el Indo-Pacífico.

¿Fin del petróleo offshore? Aún no: el legado de Deepwater Horizon

No se puede hablar de política industrial sin detenerse en el sector energético. Y aquí entra en juego turbador el recuerdo de Deepwater Horizon, la mayor catástrofe petrolera en la historia de Estados Unidos. Han pasado 15 años desde el derrame de 507.2 millones de litros de petróleo en el Golfo de México, pero las secuelas medioambientales continúan.

BP, responsable del desastre, fue obligada a pagar miles de millones que hoy financian proyectos de restauración comprometidos por organizaciones como Restore the Mississippi River Delta. Sin embargo, un proyecto clave de $3 mil millones para reconstruir 21 millas cuadradas de terreno ha sido suspendido por el gobernador de Luisiana, Jeff Landry, alegando preocupación por las pesquerías locales.

La administración Trump, por su parte, ha anunciado nuevas concesiones de perforación en alta mar, una medida que algunos ven como contradicción frente al legado medioambiental del accidente reciente. “Una expansión de perforación podría poner en riesgo todo el trabajo de restauración logrado hasta ahora,” advierte Joseph Gordon, de la organización Oceana.

¿Estamos ante una nueva era de ‘America First’ industrial?

El debate está servido. Mientras grandes y pequeños fabricantes celebran el renacer del proteccionismo económico estadounidense, otros temen su impacto en la economía mundial y en las relaciones con países aliados. La agresividad arancelaria y la imprevisibilidad de su ejecución generan incertidumbre financiera y rompen cadenas de suministro globales que han sido clave para muchos negocios actuales.

La pregunta final será: ¿podrá Estados Unidos reindustrializarse sin aislarse del mundo?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press