Notre Dame resucita: un símbolo de fe y renacimiento en el corazón de París

Tras el incendio de 2019, la catedral reabierta emociona con ceremonias multitudinarias centradas en la Corona de Espinas, atrayendo más fieles y turistas que nunca

Notre Dame de París, la joya gótica del corazón de Francia, ha vuelto a la vida con una intensidad emocional y simbólica que trasciende la religión. Cuatro meses después de su reapertura oficial en diciembre de 2024, la catedral celebró una ceremonia de Viernes Santo que no solo reavivó la fe de millones, sino también el espíritu nacional de un país profundamente conectado a su patrimonio cultural.

Una noche santa marcada por la Corona de Espinas

El centro de la atención en esta Semana Santa fue la Corona de Espinas, una de las reliquias más veneradas del cristianismo, que la tradición asegura fue colocada en la cabeza de Jesucristo durante su pasión. Encapsulada en una ampolla de oro y cristales, la reliquia fue portada en procesión solemne por los pasillos restaurados de Notre Dame ante una multitud conmovida, iluminada por velas y acompañada por cantos litúrgicos.

“Esto es más que una misa. Es como volver a ver la sangre de nuestra historia correr por las venas de París”, comentó Marylène Portet, parisina de 63 años que ha asistido a misas pascuales aquí desde que era niña.

De las cenizas al esplendor: el renacimiento de Notre Dame

El 15 de abril de 2019, Notre Dame fue consumida por un incendio devastador que destruyó gran parte de su techumbre, la aguja icónica de Viollet-le-Duc y comprometió la estabilidad estructural del monumento. La escena de su aguja colapsando quedó tatuada en la memoria global, simbolizando no solo una tragedia cultural, sino también una herida emocional para los parisinos y católicos del mundo.

Cinco años más tarde, y con una inversión de más de 850 millones de euros provenientes de donaciones públicas y privadas, la catedral fue reabierta con una ceremonia encabezada por el presidente francés Emmanuel Macron y líderes religiosos de todo el mundo.

Récords y emoción en cada rincón

La reactivación de Notre Dame no ha sido solo litúrgica o arquitectónica: ha sido también un fenómeno social. De acuerdo con Sibylle Bellamy-Brown, responsable de recepción pública de Notre Dame, más de 3.5 millones de personas han visitado la catedral desde su reapertura en diciembre.

“Antes del incendio solíamos recibir entre 10 y 12 millones de visitantes al año. Ahora estamos viendo cifras incluso más altas. Pero lo importante no es el récord, sino ver a la catedral volver a la vida”, comentó Bellamy-Brown.

El reverendo Olivier Ribadeau Dumas, rector de Notre Dame, cree que el crecimiento del turismo también está acompañado por un profundo deseo espiritual. “Antes del incendio teníamos unos 20,000 peregrinos al día. Ahora estamos cerca de los 30,000 diarios. La alegría que sienten al reencontrarse con este lugar se nota en sus rostros al salir”.

Conexiones personales: historias que conmueven

Uno de los aspectos más impactantes de esta resurrección arquitectónica es la marea de historias individuales que se entrelazan con la restauración física del edificio.

Tiphaine Mauquiez, madre de dos niñas pequeñas, viajó desde Poitiers para asistir a la misa: “En diciembre intentamos venir durante la reapertura, pero fue imposible entrar. Ahora lo logramos. Para mis hijas presenciar esto será un recuerdo para toda la vida”.

Desde Polonia, Marianna Janik y su esposo planearon su viaje alrededor de esta ceremonia: “Vinimos a misa aquí hace diez años. Cuando ocurrió el incendio, lloramos frente al televisor. Estar de nuevo aquí, arrodillados, sintiendo el poder de esta catedral que resucitó, es un milagro”.

El difícil equilibrio entre lo sagrado y lo turístico

Una de las tensiones visibles durante la ceremonia fue el contraste entre la solemnidad del rito y el entusiasmo fotográfico de los turistas. Guiados por el deseo de inmortalizar un momento histórico, muchos se amontonaron con móviles en mano.

“Esto es un espacio sagrado, no una atracción de feria”, se quejó Marylène Portet al ver cómo algunos visitantes interrumpían el recogimiento litúrgico con flashes y selfies. “La reliquia de la Corona de Espinas no es un trofeo. Es un símbolo de sufrimiento y redención”.

Los ujieres trataban de imponer orden con delicadeza, consciente de que esta reapertura masiva era también una oportunidad de mostrar educación cívica y respeto a la tradición.

Notre Dame como espejo del alma francesa

Desde que comenzó su construcción en 1163 hasta su finalización en el siglo XIV, Notre Dame ha sido testigo de coronaciones, guerras, revoluciones y redenciones. Su historia es inseparable de la de Francia.

Durante la Revolución Francesa fue saqueada y utilizada como almacén. Napoleón Bonaparte la consagró nuevamente como espacio sacro en 1804 durante su autocoronación. Victor Hugo la rescató del olvido con su novela de 1831, “Notre-Dame de Paris”, provocando una oleada de conciencia patrimonial que impulsó su restauración más famosa en el siglo XIX.

Hoy, en pleno siglo XXI, su renacimiento es percibido como símbolo de unidad en un momento en que Francia y Europa enfrentan desafíos existenciales: desde la crisis de identidad cultural, hasta el secularismo creciente y los conflictos geopolíticos globales.

La fe que resplandece entre piedras milenarias

“No es solo la catedral la que se ha reconstruido. Es un vínculo que parecía perdido el que se ha restaurado también”, reflexionaba Marylène Portet. Esa sensación, difícil de cuantificar, es quizá la que está detrás del fervor con el que tantos franceses y peregrinos extranjeros están regresando a este sitio sagrado.

El papa Francisco no asistió personalmente, pero envió un mensaje de apoyo y bendición: “Notre Dame es un recordatorio luminoso de que la fe puede alzarse de entre las ruinas. Que sirva de guía para un mundo herido”.

Así, cada piedra colocada, cada vitral restaurado, cada órgano afinado y cada misa celebrada, se convierten no solo en actos de reconstrucción física, sino en gestos que reinstauran la esperanza.

¿Qué sigue para Notre Dame?

Aunque las principales obras han concluido, muchas otras —incluyendo la renovación de vitrales exteriores, mobiliario interno y elementos secundarios— continuarán en los próximos años. El gobierno francés ha prometido fondos adicionales, y empresas como L’Oréal y Kering siguen comprometidas con las donaciones.

Notre Dame continuará siendo tanto un templo sagrado como un escenario cultural. Se planean nuevos conciertos de órgano, exposiciones temáticas y programas educativos para escolares. La catedral no solo mira hacia el pasado, sino que reivindica su lugar como epicentro vivo de la cultura franco-europea.

En palabras del rector Ribadeau Dumas: “Esta no es solo una celebración de la Resurrección. Es la muestra palpable de que París aún puede iluminar al mundo”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press