Harvey Weinstein: el colapso de un magnate del cine en su segundo juicio por agresión sexual
Entre enfermedades, prisión y escándalos, el productor enfrenta un nuevo juicio que pone bajo la lupa la justicia post-#MeToo
Harvey Weinstein, el otrora todopoderoso productor de Hollywood, regresa al centro de la escena judicial con su reprocesamiento por delitos sexuales. Tras la anulación de su condena de 2020 por parte del Tribunal de Apelaciones de Nueva York, ahora enfrenta nuevamente los cargos de violación y agresión sexual que inicialmente lo enviaron a prisión por 23 años. Este caso, emblemático para el movimiento #MeToo, no solo revive viejas heridas sino que renueva los debates sobre el poder, la justicia y los derechos de las mujeres víctimas de abuso sexual.
El ascenso: un productor venerado hasta el escándalo
Harvey Weinstein fue durante años una de las figuras más influyentes del séptimo arte. Fundador de Miramax y luego de The Weinstein Company, estuvo detrás de películas galardonadas como Pulp Fiction, Shakespeare in Love, El Paciente Inglés y El Discurso del Rey, acumulando más de 80 premios Óscar bajo su órbita.
Su reputación como hacedor de estrellas eclipsaba su notoriedad como ejecutivo temido por su conducta abusiva. Sin embargo, esto cambió en octubre de 2017 cuando el The New York Times y The New Yorker publicaron reportajes con acusaciones de decenas de mujeres, lo cual catapultó el nacimiento del movimiento #MeToo en todo el mundo.
El primer juicio y su caída
En febrero de 2020, Weinstein fue declarado culpable de dos cargos: acto sexual criminal en primer grado contra Mimi Haleyi y violación en tercer grado contra Jessica Mann. Fue absuelto de los cargos más graves: violación depredadora y violación en primer grado, que implicaban cadena perpetua.
La sentencia: 23 años de prisión. El caso se convirtió en símbolo de la lucha contra el acoso y abuso sexual en Hollywood. Era el primer gran juicio post-#MeToo con una figura pública de ese calibre en el banquillo.
La anulación: ¿justicia o error legal?
En abril de 2024, el Tribunal de Apelaciones de Nueva York anuló la condena alegando que el juez del primer juicio, James Burke, cometió errores sustanciales. Según la corte, se permitió el testimonio de mujeres cuyos casos no formaban parte de los cargos formales, lo cual influenció indebidamente al jurado.
“El derecho a un juicio justo no desaparece, incluso para los acusados más impopulares”, señaló el fallo por 4 votos contra 3.
Esto generó polémica. Para algunas activistas, la decisión fue un golpe al movimiento feminista y al progreso logrado en los últimos años. Para otros, fue una defensa necesaria de los principios legales fundamentales.
El nuevo juicio: ¿segunda oportunidad o revictimización?
El nuevo proceso comenzó con la selección del jurado esta semana en Nueva York. Ya se han elegido nueve personas y se requieren 12 jurados y seis suplentes para continuar. La jueza a cargo del caso es Curtis Farber, quien reemplaza al juez original.
Mientras tanto, se aprobó un pedido por parte de su defensa para trasladarlo del centro penitenciario Rikers Island —una cárcel señalada por sus condiciones infrahumanas— al hospital Bellevue, donde podría recibir tratamiento médico por su leucemia mieloide crónica, diabetes y otras afecciones que lo obligan a usar una silla de ruedas.
Según sus abogados, “el frío extremo y condiciones insalubres de Rikers agravan sus graves dolencias, poniendo en riesgo su vida y su derecho a una defensa adecuada”.
Cárcel de Rikers Island: foco de controversias
Rikers Island ha sido constantemente criticada por organismos de derechos humanos y jueces federales. Un informe reciente del Departamento de Justicia de EE. UU. encontró condiciones que ponían a los reclusos en “peligro inconstitucional”.
En 2023, 19 personas murieron bajo custodia en Rikers —una de las tasas más altas del país— lo que ha motivado conversaciones sobre su cierre definitivo. Una orden judicial incluso habilitó una intervención federal.
Weinstein ha estado intermitentemente hospitalizado durante los últimos 12 meses debido a diversos trastornos y se queja recurrentemente de su tratamiento carcelario, describiendo su estadía como “un infierno donde me estoy muriendo lentamente”.
Cuestiones médicas vs. símbolos públicos
Weinstein no es el único criminal célebre con problemas de salud en prisión. Ejemplos como Pablo Ibar, Bill Cosby y Jeffrey Epstein muestran lo compleja que puede volverse la justicia cuando se cruzan edad, fama y enfermedades.
¿Debe la justicia humanizar su trato con acusados gravemente enfermos, incluso cuando sus crímenes son repulsivos? ¿O es eso una indulgencia injustificada para quienes siempre gozaron de privilegios?
Estos dilemas éticos y judiciales están sobre la mesa en este, su segundo gran juicio, que será observado no solo por Nueva York, sino por el mundo entero.
Luz sobre el futuro: ¿podrá haber justicia verdadera?
Hoy, más de 100 mujeres acusan públicamente a Weinstein de abuso sexual. Aunque este nuevo juicio se centra en los mismos hechos de 2020, simbólicamente representa mucho más.
Según Tarana Burke, fundadora del #MeToo, “este proceso puede no solo restaurar parte del daño infligido, sino también reafirmar que el poder no debe blindar a los agresores”.
Los ojos están puestos en cada movimiento de abogados, fiscales y testigos. Incluso la selección del jurado ha generado expectativas, especialmente ante la polarización del tema. ¿Cómo encontrar personas realmente imparciales tras años de cobertura mediática y debate social?
El peso público del caso Weinstein
Este juicio se desarrollará en un clima diferente del de 2020. Si entonces comenzaba a gestarse el escándalo del abuso sistémico en la industria cultural, hoy enfrentamos una sociedad más dividida entre quienes ven en el juicio un exceso legal contra una figura caída y quienes exigen que se haga justicia total e implacable.
En el cine su libertad parece imposible. En la historia, su nombre ya quedó marcado por algo totalmente opuesto al arte o el entretenimiento. Como él mismo dijo un día: “mi legado soy yo”.
Hoy, ese legado pende de un nuevo veredicto y de si el sistema puede —o no— corregir lo que muchos llaman una deuda con las víctimas.