¿Está Estados Unidos perdiendo el dominio del dólar? La tormenta económica que amenaza su hegemonía
El impacto de las políticas comerciales de Trump, la caída del dólar y los riesgos sobre la independencia de la Reserva Federal están poniendo en juego el poder económico global de EE.UU.
Durante décadas, el dólar estadounidense ha sido el pilar indiscutido del sistema financiero global, actuando como moneda de reserva internacional, medio de intercambio y refugio seguro en tiempos de incertidumbre. Sin embargo, los recientes acontecimientos económicos y políticos podrían estar erosionando esa posición privilegiada a un ritmo más acelerado del que muchos analistas estaban dispuestos a admitir.
La caída del dólar: una señal alarmante
Desde enero de este año, el dólar ha perdido un 9% de su valor en comparación con una canasta de monedas extranjeras. Esta caída ha llamado la atención no solo por su magnitud, sino también por su contexto. Históricamente, cuando el gobierno de EE.UU. impone aranceles sobre productos importados, su moneda gana fuerza ya que los productos extranjeros se encarecen y caen las importaciones. No esta vez.
En cambio, el valor del dólar ha caído frente al euro, el yen y la libra esterlina. ¿Qué causa esta anomalía? Muchos economistas apuntan a una pérdida de confianza global en la estabilidad y liderazgo económico de EE. UU. El presidente Donald Trump ha impuesto políticas proteccionistas —como los aranceles punitivos a China, la Unión Europea y Japón— de forma errática y polémica. Esta imprevisibilidad ha generado una falta de fe en la tradicional seguridad del billete verde.
La “privilegiada hegemonía” en jaque
Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California en Berkeley, advierte que el dominio del dólar fue construido meticulosamente durante más de 70 años, pero podría desaparecer “en un abrir y cerrar de ojos”. Ese dominio ha permitido a EE. UU. mantener bajos sus costos de endeudamiento y proyectar poder geoestratégico alrededor del mundo.
El concepto de “privilegio exorbitante”, como se le conoce en círculos económicos, se refiere a la capacidad única de EE. UU. para imprimir dólares que todos los países necesitan. Es un músculo financiero enorme que ha permitido a estadounidenses consumir a crédito bajo incentivos artificiales con tasas de interés bajas.
Pero ese privilegio está en riesgo. Un informe reciente de Deutsche Bank habló abiertamente de una “crisis de confianza” mientras que otro de Capital Economics sostuvo que “ya no es exagerado decir que el estatus de reserva del dólar está bajo cuestionamiento”.
¿Desplazamiento global del dólar?
¿Podría alguna otra moneda o activo asumir el rol del dólar? No es ciencia ficción. China lleva años impulsando acuerdos bilaterales de comercio en yuanes con Brasil, Rusia y Corea del Sur. También ha prestado dinero en yuanes a países como Argentina y Pakistán ante la falta de financiamiento en dólares. Incluso las criptomonedas aparecen como posibles sucesores.
En su carta anual a accionistas, Larry Fink, presidente de BlackRock, advirtió que si el déficit fiscal sigue creciendo desenfrenadamente, “EE.UU. corre el riesgo de perder su posición frente a activos digitales como Bitcoin”.
El factor Trump: los aranceles y el caos comercial
No se puede subestimar el efecto que han tenido las políticas comerciales del presidente Trump sobre la economía global y en la percepción del dólar. Desde que asumió la presidencia, ha impuesto aranceles masivos a productos provenientes de China, la Unión Europea e incluso aliados como Canadá y México. Y ahora mismo está negociando con Japón.
El embajador estadounidense en Japón, George Glass, aseguró tras su llegada a Tokio que Trump ve estos acuerdos comerciales como una prioridad personal y parte de su estrategia para redirigir la economía estadounidense. Pero al mismo tiempo, el caos generado por el método frenético de aplicar tarifas ha sembrado la duda sobre la previsibilidad del liderazgo económico de Washington.
“El país se está volviendo un socio menos confiable”, dice un informe de la Brookings Institution, “no solo por lo que hace, sino por la manera en que lo hace”.
La independencia de la Reserva Federal, bajo ataque
En paralelo a las tensiones comerciales, Trump ha escalado su enfrentamiento con la Reserva Federal y su presidente, Jerome Powell. Aunque fue el propio Trump quien lo nombró en 2017, ahora se arrepiente. Ha atacado públicamente a Powell por no reducir las tasas de interés más agresivamente y ha sugerido que podría destituirlo.
“Si quiero que se vaya, se irá muy rápido, créanme”, dijo Trump en una conferencia en la Casa Blanca. Esta amenaza desata alarmas en Wall Street, donde los inversores temen que se viole la independencia del banco central, clave para mantener la estabilidad económica.
Lecciones del pasado: la historia del Banco de Inglaterra
Los economistas más pesimistas recuerdan un caso similar en la historia monetaria: el colapso de la libra esterlina durante la Crisis de Suez en 1956. El ataque mal planeado a Egipto expuso la incompetencia del gobierno británico, lo cual llevó a un derrumbe de la confianza internacional en la libra y el fin de su era como moneda de reserva global.
Según un análisis de Eichengreen, si Trump sigue en esta senda de imprevisibilidad comercial y presión política sobre la Reserva Federal, el “Día de la Liberación” (como llamó a sus tarifas del 2 de abril) podría ser recordado como un punto de quiebre similar al de la libra esterlina.
¿Se puede despedir a Powell?
La legalidad sobre si el presidente puede despedir al presidente de la Reserva Federal está siendo cuestionada actualmente por el Tribunal Supremo en un caso relacionado. Aunque la Fed es una institución independiente, no está completamente aislada del ejecutivo. Así, una decisión judicial que refuerce el poder del presidente para remover a líderes de entidades “independientes” podría tener implicaciones fatales para la Fed.
Paul Volcker, presidente de la Fed en los años 80, es un ejemplo histórico de cómo un líder del banco central puede soportar presiones políticas y mantener el templo monetario erguido. En su época, elevó las tasas de interés hasta casi el 20% para luchar contra la inflación desbordada, lo que causó una recesión pero estabilizó los precios.
La situación actual es distinta, pero los principios subyacentes son los mismos: sin una Fed fuerte e independiente, la capacidad del dólar para jugar su rol global se verá minada.
El Talón de Aquiles estadounidense: la deuda
Estados Unidos posee una deuda pública que equivale al 120% de su Producto Interno Bruto, cifra que haría sonar las alarmas en cualquier otra economía del mundo. Pero EE. UU. ha tenido siempre la carta oculta del dólar. Hasta ahora.
Benn Steil, del Council on Foreign Relations, explica: “Cualquier otro país con este nivel de deuda ya habría generado una crisis. Lo único que permite a EE. UU. evitar una catástrofe es que el mundo necesita dólares para comerciar”. Pero si ese deseo comienza a menguar, el castillo podría derrumbarse.
Una caída sostenida en la confianza del dólar podría significar tasas de interés más altas para el financiamiento de la deuda, hipotecas, préstamos de autos y tarjetas de crédito. De paso, encarecería las importaciones, afectando aún más al consumidor estadounidense.
¿Hay alternativas viables?
- El euro: sigue siendo la segunda moneda más usada en transacciones internacionales, pero sufre de falta de cohesión política entre los miembros de la eurozona.
- Yuan chino: con gobernanza autoritaria y falta de transparencia institucional, aún plantea muchos desafíos para convertirse en reserva de confianza global.
- Bitcoin y criptomonedas: prometen descentralización, pero su volatilidad extrema limita su aceptación masiva.
“EE.UU. perderá su estatus de moneda de reserva solo si alguien más se lo puede quitar”, afirma el economista Steve Ricchiuto. “Y hoy, nadie cumple con ese rol completamente”.
Tal vez tenga razón. Pero también es cierto que Trump está llevando al límite la tolerancia global.
Un momento bisagra para el liderazgo financiero estadounidense
En este contexto de crisis geopolítica, revueltas económicas, y ascenso de nuevos actores globales como China e India, la hegemonía financiera de EE. UU. ya no es un derecho adquirido. En cambio, parece ser una ventaja que debe ser defendida con cuidado, prudencia y competencia.
El mundo está observando. Y si Estados Unidos sigue jugando con fuego, esa preciada llama —el dólar dominante— podría apagarse para siempre.