La mira de Trump sobre los minerales raros: ¿una jugada estratégica o una apuesta desesperada?
Mientras China refuerza su dominio sobre los minerales críticos, EE.UU. reacciona con prisas para recuperar el control mineral de su futuro tecnológico y militar.
Una guerra comercial que se traslada al subsuelo
En plena escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, una batalla crucial se libra lejos del público general: la del control de los minerales raros. Este grupo de 17 elementos químicos es clave en la fabricación de smartphones, vehículos eléctricos, armamento avanzado y tecnología limpia. Aunque el nombre sugiere escasez, los "minerales raros" no son particularmente raros en la corteza terrestre; lo excepcional son sus concentraciones geológicas económicamente viables. Y ahí es donde empieza el juego geopolítico.
La respuesta de China a los aranceles de Donald Trump ha sido limitar la exportación de estos elementos, generando temor en la industria tecnológica y despertando una oleada de llamadas ansiosas a MP Materials, la única mina de minerales raros operativa en EE.UU., según declaraciones de su portavoz Matt Sloustcher.
La dependencia de China es un talón de Aquiles estadounidense
China domina el 90% del mercado mundial de minerales raros, tanto en términos de extracción como procesamiento. En 2023, produjo 270.000 toneladas métricas, mientras que EE.UU. solo extrajo unas 45.000 toneladas. Esto deja a la primera economía del mundo expuesta ante cualquier decisión unilateral de Beijing, especialmente cuando estas materias primas tienen funciones clave en el hardware militar estadounidense.
El presidente Trump ha insistido en que esta dependencia es una amenaza a la seguridad nacional, firmando una orden ejecutiva para agilizar la apertura de nuevas minas y fomentar inversiones. La estrategia se basa en dos pilares: expandir la capacidad minera nacional y reducir la dependencia de China. Estas iniciativas son técnicamente correctas, pero políticamente e industrialmente complejas.
Mountain Pass: la joya momentánea de EE.UU.
La mina de Mountain Pass en el desierto de Mojave, California, es actualmente la única fuente de minerales raros en explotación activa dentro de territorio estadounidense. MP Materials adquirió esta mina en 2017 y desde entonces ha invertido millones para convertirla en una pieza estratégica. Sin embargo, solo puede procesar parte de sus extracciones en el sitio; una porción significativa debía enviarse a China hasta ahora, práctica que cesó debido a los aranceles chinos del 125%.
La empresa anunció que procesará el 50% de lo extraído localmente y almacenará el resto, a la espera de mejorar su infraestructura de procesamiento. El objetivo: escapar del 'cuello de botella' chino y afianzar una cadena de suministro interna que restaure parte del poder geopolítico estadounidense.
Precios por las nubes y fabricantes en vilo
El impacto económico no se ha hecho esperar. El terbio, utilizado en imanes resistentes a altas temperaturas vitales para turbinas o vehículos eléctricos, ha subido un 24% desde marzo, alcanzando los $933 por kilogramo. Otros elementos con propiedades similares también han incrementado su precio según Benchmark Mineral Intelligence.
Mientras tanto, grandes fabricantes como General Motors o Tesla han mantenido silencio sobre cómo las restricciones chinas podrían afectar sus cadenas de producción. Según Steve Christensen, director ejecutivo de la Responsible Battery Coalition, algunos productores de batería podrían empezar a enfrentar escasez en semanas.
Por ahora, las industrias afrontan el reto absorbiendo los costos, pero con un 25% de arancel añadido a autos importados, hay un límite a cuánto pueden resistir sin trasladar los gastos al consumidor.
Los nuevos pioneros: Nebraska y Montana
En paralelo, empresas menos conocidas se preparan para posicionarse como salvavidas de la independencia mineral de EE.UU. NioCorp, por ejemplo, lleva años intentando arrancar un proyecto de más de $1.100 millones en Elk Creek, Nebraska, para extraer niobio, escandio, titanio y minerales raros. Su CEO, Mark Smith, declaró: "Tenemos que fabricar nuestros propios minerales raros pesados aquí en EE.UU. Háganlo por seguridad nacional".
En Montana, U.S. Critical Minerals trabaja en el proyecto Sheep Creek, más joven pero prometedor. Harvey Kaye, su director, sostiene que el subsuelo local contiene altísimas concentraciones de elementos estratégicos. Sin embargo, ambos proyectos están en fases tempranas y no estarán operativos antes del final del actual mandato presidencial.
¿Puede EE.UU. revertir décadas de abandono minero?
Hasta finales de los 90, Estados Unidos abastecía su demanda de minerales raros internamente. Pero la llegada de productos chinos mucho más económicos enterró al sector doméstico. La globalización dejó desnuda a EE.UU. en este aspecto, y reconstruirlo requerirá no solo inversión sino voluntad política sostenida.
Trump busca apoyo regulatorio mediante su orden ejecutiva y ha presionado a aliados como Groenlandia y Ucrania para asegurar el suministro. Pero más allá de la diplomacia poco ortodoxa, el verdadero obstáculo es el tiempo geológico y administrativo que una mina necesita antes de operar: permisos ambientales, financiación, diseño, infraestructura. Un proceso que incluso en las mejores condiciones toma mínimo cuatro a cinco años.
La industria de defensa estadounidense, ¿al borde de la fragilidad?
La escalada no es solo económica. El sector militar de EE.UU. también enfrenta riesgos críticos al depender de elementos controlados por China. Lockheed Martin, fabricante del F-22, y Boeing son algunos de los principales contratistas señalados por Beijing en su contraataque arancelario. Aunque ambas compañías dicen que revisan constantemente sus cadenas de suministro, hay un alto nivel de hermetismo sobre cifras o dependencia real.
Una docena de contratistas similares también están en la lista negra. Y dado que muchos sistemas armamentísticos —desde radares hasta sistemas de guiado— dependen de estos minerales, la vulnerabilidad se torna geopolítica. El propio Trump firmó una orden para que el Pentágono analice el impacto en defensa nacional de esta dependencia minera extranjera.
Minería como solución patriótica, o la creación de un nuevo dilema ambiental
Impulsar la minería nacional no está libre de crítica. Los riesgos ambientales de explotar minerales raros son significativos: gran uso de agua, químicos peligrosos y desechos tóxicos. Comunidades ambientalistas y nativos americanos ya expresan preocupación por el resurgir de una minería intensiva impuesta como estrategia de seguridad nacional.
Además, la estrategia de ubicar estas operaciones lejos de centros urbanos (algo que ICE también ha hecho con centros de detención) puede verse como una forma de reducir protestas y oposición constante.
Una nueva era de nacionalismo mineral
El mundo está entrando en una era donde los minerales definen el poder político, económico e incluso militar. Mientras China continúa reforzando su control sobre el procesamiento global, EE.UU. inicia una carrera contrarreloj para no quedar rezagado.
La narrativa de "América primero" aplicada a las materias primas encuentra en esta crisis mineral un nuevo terreno de juego. Pero como en toda estrategia de alto riesgo, el precio de no acertar podría ser la irrelevancia tecnológica en una nueva era dominada por baterías, drones e inteligencia artificial.
¿Y ahora qué?
MP Materials lucha por aumentar su capacidad. Empresas como NioCorp y U.S. Critical Minerals apuestan todo en fondos públicos y privados. Y mientras tanto, China observa desde una posición privilegiada, con el poder de giro de mercado en manos de sus burócratas. Para Trump y su administración, el tiempo y la política son enemigos difíciles. Hacer campaña sobre independencia mineral es fácil; construirla, no tanto.
Una cosa queda clara: los minerales son el nuevo petróleo, y quien no lo entienda, quedará atrás.