Entre nueces, elecciones y nostalgia: ¿cómo un cascanueces alemán se convirtió en símbolo político?
La fábrica Steinbach Volkskunst en Alemania y sus cascanueces inspirados en Trump enfrentan las realidades de la política y economía estadounidense
En un rincón pintoresco del este de Alemania, entre colinas que rozan la frontera checa, una pequeña fábrica artesanal mantiene con vida una tradición navideña centenaria: los famosos cascanueces de madera. Pero no se trata de simples figuras decorativas de Santa Claus o el Rey Ratón del ballet de Tchaikovsky. No. En la fábrica Steinbach Volkskunst, los cascanueces son también una ventana hacia el alma de la política estadounidense moderna —y un inesperado campo de batalla por las consecuencias de los aranceles impulsados por el expresidente Donald Trump.
La fábrica que talla historia y política
Steinbach Volkskunst, una empresa familiar ubicada en Marienberg, produce meticulosamente cascanueces artesanales que han conquistado gran parte del mercado estadounidense. Fundada hace varias generaciones, la fábrica es conocida por su delicadeza artística, atención al detalle y colecciones temáticas que van más allá de la iconografía clásica navideña.
En su catálogo actual se encuentran figuras como el Tío Sam, la Estatua de la Libertad, Mickey Mouse y, más recientemente, una serie limitada titulada “Resolute Desk of the President” —un cascanueces inspirado en Donald Trump, mostrado sentado, firmando una “proclamación presidencial”.
Este cascanueces no es solo una pieza coleccionable; simboliza también la compleja relación comercial entre Alemania y Estados Unidos, en especial bajo las políticas proteccionistas de Trump.
Una amenaza entre dientes: los aranceles de Trump
Con más del 90% de su producción destinada al mercado estadounidense, la fábrica Steinbach depende en gran medida del libre comercio transatlántico. Sin embargo, desde la guerra comercial iniciada por Trump contra la Unión Europea, estas figuras talladas a mano podrían volverse demasiado caras para los coleccionistas estadounidenses.
En un intento por fortalecer la producción industrial nacional, la administración Trump impuso un arancel del 20% a bienes provenientes de la UE. Aunque la medida se suspendió temporalmente durante 90 días, un arancel base del 10% sigue vigente.
“No somos una gran empresa de automatización o una línea de ensamblaje masivo”, explica Rico Paul, actual director y propietario de la fábrica. “Cada cascanueces es una obra de arte. Cambiar nuestros procesos para reducir costos sería perder el alma de nuestro producto”.
El cascanueces como símbolo del 'soft power'
Más allá del simple conflicto económico, el cascanueces “presidencial” encarna una forma sutil pero efectiva de soft power cultural. Al incorporar símbolos icónicos de Estados Unidos, como la Oficina Oval o la Declaración de Independencia, estos objetos cobran una resonancia profunda entre coleccionistas, historiadores aficionados y amantes del arte político.
En el caso del modelo de Trump, la figura —bella en ejecución, pero profundamente satírica en esencia— ha generado interés en ambos lados del espectro político. Algunos la ven como homenaje, otros como ironía.
“Nosotros no tomamos partido, solo representamos figuras que han marcado la historia o la cultura popular”, aclara Paul. No obstante, estas figuras pueden fácilmente ser politicizadas, especialmente en un contexto electoral como el que se vive actualmente en Estados Unidos.
Colectibles, nacionalismo y nostalgia americana
La obsesión estadounidense por los cascanueces alemanes no es nueva. Desde la posguerra, estos objetos adornan los hogares de millones de familias cada Navidad. Representan no solo la temporada festiva, sino también una conexión romántica con Europa: una tierra de tradiciones que, paradójicamente, muchos idealizan mientras abogan por políticas anti-globalistas al estilo Trump.
“Un coleccionista estadounidense dijo una vez que tener un cascanueces alemán era como poseer un pedazo tangible de historia europea”, comparte Paul. “Nuestros modelos con temática americana intentan devolver ese sentimiento con un matiz simbólico cruzado”.
Este equilibrio —ser ultra europeo, pero profundamente admirado por lo americano— pone a la fábrica en el epicentro de un tira y afloja identitario y político.
¿Turismo ideológico en madera?
En sus vitrinas, Steinbach ha exhibido modelos dedicados al Rey Carlos III, el Sombrerero Loco, la Reina de Corazones, Abraham Lincoln y hasta personajes bíblicos. Pero nada ha generado tanto ruido como el modelo inspirado en la Oficina Resoluta.
La demanda ha sido fuerte, pero se encuentra amenazada por las barreras comerciales. “A muchos estadounidenses les encanta el simbolismo que representa esta figura en particular”, dice Paul. “Pero si cuesta un 20% más por aranceles, muchos reconsiderarán su compra”.
Este tipo de arte —entre lo decorativo, lo crítico y lo coleccionable— podría definirse como “turismo ideológico en madera”. Con cada cascanueces, los compradores no solo llevan un recuerdo artesanal, sino también una narrativa sofisticada.
El dilema transatlántico: negocio o identidad
¿Debe la fábrica reubicar parte de su producción en EE.UU. para eludir los aranceles? ¿O se traicionaría a sí misma al renunciar al alabado sello “Made in Germany”? Según Paul, esa opción está descartada. “La etiqueta ‘Hecho en Alemania’ no es parte de nuestra estética. Es nuestra identidad”.
La fábrica ha explorado maneras logísticas de consolidar envíos o asociarse con distribuidores locales para reducir costos, pero no transigirá con la calidad o el proceso artesanal.
“Mantenemos la fe en América”, insiste Paul. “Nuestros productos existen porque hay un aprecio mutuo. Esperamos que eso prevalezca frente al proteccionismo político temporal”.
Una historia de resiliencia con forma y rostro de madera
Steinbach ha sobrevivido a crisis económicas, recesiones globales y vaivenes políticos. Su historia se remonta a más de un siglo, y aunque la dirección cambió de manos varias veces, nunca perdió su espíritu.
Cuando la fábrica cerró brevemente en 2016, una campaña internacional—impulsada en gran parte por coleccionistas estadounidenses—la revitalizó. De nuevo, la conexión transatlántica jugó un papel clave en rescatar un pedazo del folclor europeo atrapado entre la nostalgia y el comercio exterior.
Y mientras en América las elecciones se acercan…
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, los efectos de las políticas de Trump no solo agitan fábricas en Alemania. También influyen directamente en una serie de contiendas electorales, como la lucha por el control de la Cámara de Representantes en California o la pelea por el escaño del Senado en Michigan.
¿Puede un cascanueces echo en Alemania simbolizar la crisis de identidad política en EE.UU.? Quizás. Mientras Demócratas como Tim Myers y Abdul El-Sayed intentan derrocar a figuras establecidas del Congreso, la estética y símbolo de la figura presidencial tallada en madera se convierte en una metáfora viva.
En Marienberg, el martilleo constante y el aroma a pino y barniz siguen inalterables. Pero más allá del polvo de serrín, se respira un aire geopolítico. Como si cada viruta que cae fuese una parte de la historia tallada a mano—esperando cruzar el Atlántico y encontrar su lugar en la repisa de un nuevo hogar americano.