Bangladesh y Pakistán reanudan el diálogo tras 15 años: ¿un nuevo equilibrio geopolítico en el sur de Asia?
Con la caída de Hasina y el ascenso del Nobel Muhammad Yunus, Daca busca alejarse de India y acercarse a Islamabad. ¿Está cambiando el mapa de alianzas del subcontinente?
Por primera vez en 15 años, Bangladesh y Pakistán han retomado conversaciones diplomáticas formales. El histórico encuentro tuvo lugar en Daca y representa mucho más que un acercamiento bilateral: podría marcar un cambio en el tablero estratégico de Asia del Sur, donde India ha sido durante décadas el socio prioritario del gobierno bangladesí.
Del exilio y la agitación: la caída de Hasina y el ascenso de Yunus
Este giro en la política exterior de Bangladesh ocurre tras un invierno de disturbios y protestas masivas encabezadas por estudiantes, los cuales provocaron la caída de la primera ministra Sheikh Hasina en agosto de 2024. Hasina, que dirigió el país desde 2009, había reforzado los lazos con India, pero al mismo tiempo había mantenido una postura inflexible hacia Pakistán, país con el que Bangladesh tiene heridas abiertas desde su independencia en 1971.
El nuevo líder interino, Muhammad Yunus —reconocido internacionalmente por su premio Nobel de la Paz en 2006 por la creación del Grameen Bank y la promoción de la microfinanciación—, llegó con una visión rupturista, tanto en política interna como en relaciones exteriores.
¿Vientos de reconciliación con Pakistán?
El 17 de abril de 2025 se dio una imagen impensable apenas un año atrás: los secretarios de relaciones exteriores de Bangladesh y Pakistán —Jashim Uddin y Amna Baloch, respectivamente— se reunieron oficialmente, reanudando los diálogos estratégicos congelados desde 2010.
Los gestos diplomáticos han aumentado en los últimos meses. En enero, una delegación militar bangladesí viajó a Islamabad y conversó con el jefe del Ejército de Pakistán, General Asim Munir. En febrero, la armada de Bangladesh participó en un ejercicio naval multinacional auspiciado por Pakistán frente a la costa de Karachi. Y ahora se suma el restablecimiento del comercio directo tras años de suspensión, la promesa de reactivar vuelos y la simplificación de los trámites de visado.
India, el gran ausente y ahora cuestionado
Mientras tanto, las relaciones entre Daca y Nueva Delhi se han tensado notablemente. India, acérrimo aliado de Hasina, ha otorgado refugio político a la exmandataria, lo que ha generado el malestar del nuevo gobierno interino. Yunus ha solicitado formalmente su extradición, pero sin resultados.
Además, India retiró a principios de abril un acuerdo de transbordo que permitía a Bangladesh exportar sus productos textiles a terceros países, especialmente en Europa y Asia, usando infraestructura india. La decisión amenaza con repercutir sobre los casi $39.000 millones anuales en exportaciones de confecciones de Bangladesh, el segundo mayor exportador mundial tras China.
India también ha restringido severamente los visados para ciudadanos bangladesíes, permitiéndolos únicamente en casos médicos urgentes.
La herida del 71: el peso del pasado en el diálogo actual
Uno de los temas centrales del acercamiento entre Bangladesh y Pakistán ha sido, irónicamente, uno de los más espinosos: las atrocidades cometidas por el Ejército pakistaní durante la guerra de independencia de 1971, que, según Bangladesh, costaron la vida a tres millones de personas y dejaron 200.000 mujeres víctimas de violación.
En la reunión del 17 de abril, Jashim Uddin volvió a poner sobre la mesa la larga demanda bangladesí por una disculpa formal de Pakistán y por una compensación económica que podría ascender a $4.520 millones, según informes de medios locales. Pakistán nunca ha aceptado oficialmente esos hechos ni ha pedido perdón.
“Estos temas deben resolverse si queremos construir una base sólida para nuestras relaciones bilaterales,” subrayó Uddin tras las conversaciones.
El objetivo: nuevos horizontes de comercio e inversión
Pero el encuentro no se centró solamente en el pasado: también trataron futuros posibles. Ambas partes discutieron expandir el comercio, cooperar en agricultura e iniciar proyectos conjuntos en infraestructura. La necesidad de diversificar socios comerciales y reducir la dependencia de India parece ser una prioridad del gobierno de Yunus.
Según el propio Yunus: “Existen ciertos obstáculos, pero tenemos que encontrarnos a mitad de camino y avanzar. Es momento de desbloquear el potencial de nuestras economías.”
¿A quién beneficia este realineamiento?
India ve con preocupación este nuevo giro, ya que podría alterar su influencia histórica sobre Daca. Las decisiones unilaterales de cortar acuerdos comerciales y cerrar las fronteras para los ciudadanos bangladesíes solo han acelerado este distanciamiento.
Para Pakistán, esta es una oportunidad dorada para romper su aislamiento regional. Durante décadas, Islamabad ha sufrido por su mala reputación en Asia del Sur, especialmente tras las guerras e inestabilidades internas. Recuperar a Bangladesh como socio estratégico —un país de 170 millones de habitantes, con una economía emergente y una posición geográfica clave— podría ser vital.
Y para Bangladesh, abierto ahora a un periodo de redefinición geopolítica interna y externa, esta puede ser una forma de equilibrar fuerzas en un entorno cada vez más competitivo, donde China también actúa como jugador omnipresente financiando infraestructura y ejerciendo influencia.
¿Un nuevo orden en Asia del Sur?
En un momento en que las alianzas tradicionales están bajo presión —y donde la juventud bangladesí ha demostrado su capacidad de movilización política—, el acercamiento con Pakistán puede parecer sorpresivo, pero encaja dentro de una lógica pragmática y comercial. Además, un distanciamiento de India podría favorecer los planes de Bangladesh de convertirse en una potencia regional de producción y transporte, con costas disponibles para grandes rutas marítimas en el Golfo de Bengala.
Resta ver si estos gestos se traducen en políticas sostenidas o si son parte de una estrategia transitoria de un gobierno interino que, tarde o temprano, deberá someterse al veredicto de las urnas.
En cualquier caso, el mapa político del sur asiático está en movimiento. Y este nuevo capítulo entre Bangladesh y Pakistán marca una posible reconfiguración geoestratégica con consecuencias que superarían con creces sus fronteras.