Pasajes abiertos en el desierto del Sinaí: el simbolismo y la vigilancia en la frontera entre Israel y Egipto durante Pésaj

Una antigua ruta atravesada por el conflicto, tradición y control militar resurge brevemente para conectar historia, religión y geopolítica

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Por dos días al año, una estrecha carretera al sur de Israel, justo en la frontera con Egipto, se vuelve mucho más que una franja de asfalto en el desierto del Sinaí. Esta vía, que permanece cerrada al público la mayor parte del año por razones de seguridad, es abierta brevemente durante la celebración judía de Pésaj, el recuerdo del Éxodo, cuando el pueblo hebreo escapó de la esclavitud en Egipto. Este gesto simbólico no solamente evoca historia milenaria, sino que también sitúa a Israel, Egipto y su frontera compartida bajo el foco de tensiones geopolíticas, vigilancia y memoria colectiva.

El simbolismo profundo del lugar

La festividad de Pésaj (Pascua judía) conmemora el éxodo de los israelitas desde Egipto hace más de 3,000 años, guiados por Moisés. En el marco bíblico, esta fue una travesía hacia la libertad, cruzando (según muchas interpretaciones) lo que hoy es la península del Sinaí. Abrir esta carretera durante la festividad es, para muchos, un acto de memoria viviente.

La vía ofrece un punto de observación hacia el desierto del Sinaí y permite a israelíes visitar brevemente este paso histórico sin entrar a territorio egipcio. Apoyados por la seguridad del ejército israelí, los visitantes pueden parar en miradores habilitados, observar el magnífico paisaje desértico y reflexionar sobre la historia que une, y muchas veces divide, a ambos pueblos.

Una frontera cargada de historia contemporánea

La frontera entre Israel y Egipto no es simplemente una línea física en el mapa. Estuvo marcada por guerras abiertas entre ambos países, especialmente en las décadas de 1950, 1960 y 1970. La Guerra del Sinaí (1956), la Guerra de los Seis Días (1967) y la Guerra del Yom Kipur (1973) son episodios clave donde esta frontera fue punto de enfrentamiento.

No fue sino hasta 1979, con la firma del Tratado de Paz entre Egipto e Israel, cuando ambos países normalizaron sus relaciones, marcando el primer reconocimiento oficial del Estado de Israel por parte de un país árabe. Desde entonces, la frontera se convirtió en un símbolo de estabilidad tensa, patrullada de forma continua por ejército y policía de ambos lados.

Militarización activa: vigilancia constante

Durante el breve periodo en que la carretera está abierta durante Pésaj, las fuerzas de seguridad israelíes se despliegan en puntos estratégicos. Torres de vigilancia, muros de concreto, túneles de drenaje y vehículos militares forman parte del paisaje.

Del lado egipcio, observadores militares y puestos fronterizos se encuentran igualmente activos. La presencia de soldados en posiciones elevadas, uniformados y armados, resalta que este gesto simbólico está cuidadosamente regulado. No es, ni de cerca, una vía turística libre, sino un corredor de memoria con severos controles.

Una tensión latente por motivos contemporáneos

Más allá de los gestos simbólicos, las tensiones en la frontera siguen vivas. El Sinaí egipcio ha sido, en años recientes, dominio de células vinculadas al terrorismo, como la filial del autoproclamado Estado Islámico. Egipto ha desplegado campañas militares masivas para eliminar estos focos, y Israel ha colaborado de manera indirecta en labores de inteligencia.

En este contexto, la apertura de una carretera, aunque sea breve y temporal, requiere coordinación precisa entre autoridades israelíes y egipcias. Cada paso está cronometrado, vigilado y autorizado previamente. Según medios locales, las zonas habilitadas para los visitantes no permiten el cruce físico hacia Egipto ni un contacto directo con ciudadanos egipcios.

El paso y la memoria: una mirada desde la sociedad civil

Cada año, decenas de familias israelíes se acercan al borde del país para participar del recorrido hacia la carretera abierta temporalmente. Es una experiencia que mezcla religión, historia, nostalgia y actualidad geopolítica.

“Es una forma de estar físicamente cerca del camino que nuestros antepasados tomaron. Mirar al desierto desde aquí, sabiendo que Egipto está justo allí, me conecta con nuestras raíces”, comentó Ruth Stein, visitante de Jerusalén, en declaraciones a Haaretz en abril pasado.

Sin embargo, no todos ven con buenos ojos esta apertura simbólica. Algunos críticos señalan que recordar el éxodo viniendo desde Israel hacia Egipto es, paradójicamente, un reflejo invertido del trayecto bíblico, e incluso una trivialización del mismo. Además, algunos sectores políticos advierten que puede convertirse en un punto vulnerable en términos de seguridad.

Egipto y la cooperación diplomática silenciosa

Aunque el tratado de paz de 1979 sigue vigente, las relaciones no son del todo cálidas entre ambas naciones. El gobierno egipcio mantiene una posición firme en apoyo a la causa palestina, lo que en múltiples ocasiones ha creado fricciones diplomáticas.

No obstante, Egipto ha sido mediador clave en conflictos recientes, incluyendo el alto al fuego entre Israel y Hamas en varias ocasiones. Además, la coordinación en seguridad fronteriza ha sido crucial para ambos lados, especialmente para limitar el tráfico de armas, la inmigración ilegal desde África y la actividad de células terroristas.

En esta dinámica, la apertura temporal de una carretera puede interpretarse como un fino acto diplomático: una cesión simbólica que ambos gobiernos permiten bajo estrictas condiciones. No hay discursos ni acuerdos firmados, solo un entendimiento funcional para permitir que sus ciudadanos conmemoren con tranquilidad.

Una región en transformación: el Sinaí

La península del Sinaí ha estado constantemente en un tira y afloja entre su importancia histórica, su valor espiritual y su uso geopolítico. El turismo en zonas como Sharm El Sheikh ha crecido exponencialmente, y al mismo tiempo, la zona norte ha sido escenario de ataques terroristas y enfrentamientos.

Mientras Israel refuerza sus poblaciones en el Negev y expande infraestructuras hacia el sur del país, Egipto también ha invertido en proyectos faraónicos de desarrollo industrial y energético en sus franjas limítrofes.

Más allá de lo simbólico

Aunque a simple vista pueda parecer que abrir una carretera por 48 horas es solo un gesto folklórico, la significación de esta acción va mucho más allá. Se encuentra en la intersección entre religión, historia, política, seguridad y sociedad civil.

Una carretera, temporalmente transitable, nos recuerda lo frágil que es la línea entre paz y conflicto, tradición y presente, y cómo incluso los símbolos más antiguos pueden cobrar nuevos matices bajo la sombra de muros de concreto y cascos militares.

“Cinco minutos mirando al desierto bastan para entender que aquí está la historia de millones de personas”, escribió el periodista israelí Amos Sandler en su artículo publicado en Maariv en 2024. Tal vez esa sea la mejor manera de sintetizar lo que esta breve apertura permite cada año: detenerse y mirar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press