El dilema marítimo en el Egeo: Grecia, Turquía y la batalla por el Ágora Azul
La disputa por la planificación espacial marina reabre viejas heridas entre Atenas y Ankara en un mar cargado de historia y tensiones geopolíticas
Un nuevo capítulo en una vieja disputa
La eterna rivalidad entre Grecia y Turquía suma un nuevo capítulo, esta vez no sobre tierra firme, sino sobre el vasto y estratégico azul del mar Egeo y el Mediterráneo Oriental. El reciente anuncio de Grecia sobre su Planificación Espacial Marítima ha generado una rápida y contundente respuesta de Turquía, que ha acusado a Atenas de invadir sus zonas de jurisdicción marítima.
El conflicto, que se remonta a siglos de tensiones geopolíticas, tiene ahora un ángulo moderno y urgente: la gestión sostenible del espacio marítimo en un contexto donde convergen intereses energéticos, turísticos, pesqueros y ambientales.
¿Qué es la Planificación Espacial Marítima?
Este concepto, relativamente nuevo dentro de la arquitectura del derecho internacional marítimo, tiene como objetivo organizar el uso del mar de manera sostenible. La Comunidad Europea exige a todos los Estados miembros con costa que presenten sus planes. Grecia, ausente durante años en este trámite, finalmente ha publicado su propuesta, que define zonas para:
- Turismo y recreación
- Transporte marítimo
- Pesca y acuicultura
- Proyectos de energías renovables como parques eólicos marinos
- Zonas protegidas medioambientalmente
Sin embargo, estos mapas no solo trazan líneas administrativas: también reavivan disputas históricas.
El Egeo: más que un mar, un campo de ajedrez geopolítico
El mar Egeo ha sido durante décadas un tablero disputado punto por punto entre Grecia y Turquía. A pesar de ser ambos miembros de la OTAN, sus desencuentros han sido frecuentes y, en algunas ocasiones, han bordeado el conflicto armado. Temas como:
- La delimitación de la plataforma continental
- El espacio aéreo sobre las islas del Egeo
- La presencia militar en ciertas islas
- El trazado de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE)
han sido causa de fricciones constantes. En la última década, las tensiones se han visto exacerbadas por descubrimientos de gas natural en el Mediterráneo Oriental, especialmente cerca de Chipre, una isla también marcada por la división entre el norte turcochipriota y el sur griego.
La reacción turca
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía fue directo: el plan griego "viola nuestra jurisdicción marítima en el mar Egeo y el Mediterráneo Oriental". Ankara recordó que estas son "zonas marítimas cerradas o semicerradas" —como las considera el derecho internacional— donde las decisiones deben ser tomadas de manera conjunta entre países ribereños, especialmente en lo relativo a temas medioambientales o de explotación económica.
Una declaración oficial turca subrayó: “Nuestro país siempre está dispuesto a cooperar con Grecia en el mar Egeo”, pero pidió que se eviten acciones unilaterales.
Entre cooperación y confrontación
Grecia, por su parte, insiste en que la Planificación Espacial Marítima no tiene relación directa con los límites de su Zona Económica Exclusiva (ZEE). En una serie de notas explicativas, el Ministerio de Relaciones Exteriores griego declaró que la intención no es avivar conflictos, sino regular el uso del mar de acuerdo con la normativa de la Unión Europea:
“El resolver asuntos pendientes del pasado no significa que no busquemos diálogo con Turquía. Que existan desacuerdos no implica que no podamos conversar”
La cancillería dejó en claro que Atenas “desea un clima positivo en las relaciones greco-turcas”. Sin embargo, la carga histórica y estratégica de la región sugiere que esta meta es más fácil de decir que de lograr.
Precedentes y acuerdos: ¿y con Turquía, qué?
Grecia ha firmado ya acuerdos bilaterales para delimitar sus zonas marítimas con Italia en junio de 2020, y con Egipto en agosto del mismo año. Ambos acuerdos fueron celebrados por Bruselas como ejemplos de diplomacia bilateral eficaz. Sin embargo, con Turquía no hay ningún tratado similar, lo que convierte al mar que los separa en un espacio de ambigüedad jurídica y tensión permanente.
Los puntos de conflicto no se limitan a simples diferencias de interpretación. En 2020, un buque de investigación turco escoltado por barcos de guerra, el Oruç Reis, navegó cerca de zonas reclamadas por Grecia en lo que se consideró una provoación. El incidente provocó una alerta diplomática que involucró a Francia, Alemania y EE.UU., todos preocupados por una posible escalada en el corazón marítimo de la OTAN.
Un contexto de frágil deshielo
Pese a los múltiples conflictos, los dos países han mostrado signos recientes de distensión. En marzo de 2024, ambos gobiernos intercambiaron visitas diplomáticas de alto nivel. Incluso se especula con una ronda informal de conversaciones sobre el mar Egeo bajo mediación de funcionarios europeos.
En diciembre pasado, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, proclamaron reiniciar un “diálogo positivo” luego de cinco años sin reuniones bilaterales significativas. Sin embargo, acciones como la reciente planificación marítima, vista desde Ankara como un acto unilateral, amenazan con erosionar esos esfuerzos.
La importancia estratégica del mar en disputa
No es casualidad que el Egeo y el Mediterráneo Oriental despierten tanto interés. La zona es clave por múltiples razones:
- Rutas marítimas vitales para comercio entre Europa, Asia y Oriente Medio
- Reservas de gas natural potenciales, especialmente en las cercanías de Chipre y frente a las costas egipcias
- Flujo migratorio desde Asia y África hacia Europa
- Turismo de cruceros y actividades de recreación que generan miles de millones al año
Antecedentes históricos y fallos judiciales
El caso de Grecia se volvió más urgente porque la Corte de Justicia de la Unión Europea reprendió al país por no haber presentado su Plan de Ordenación Marítima en el plazo estipulado. Esta exigencia legal forma parte del Paquete Azul de la UE, que busca impulsar un desarrollo sostenible del entorno marino europeo.
La obligación de presentar planes sobre el uso de sus aguas tiene como intención evitar la sobreexplotación de recursos y proteger ecosistemas. Según datos de la Comisión Europea, más del 40% del PIB de la EU depende directa o indirectamente de las actividades que se llevan a cabo en sus mares.
¿Qué puede pasar ahora?
Hay varios escenarios posibles. Turquía podría elevar su queja a instancias internacionales como la Organización Marítima Internacional o la propia Corte Internacional de Justicia, aunque esto requiere la voluntad de ambas partes. También podría aumentar su presencia naval en las zonas disputadas, a modo de presión diplomática.
Grecia, por otro lado, podría buscar legitimar aún más sus acciones mediante la Unión Europea, o buscar una mediación informal con apoyo de países como Alemania o Italia, actores que mantienen relaciones positivas con ambos bandos.
Todo esto ocurre bajo la sombra de una campaña electoral en Turquía y los efectos globales de una crisis energética en desarrollo. Los recursos del mar Mediterráneo y del mar Egeo se han convertido en fichas clave del ajedrez energético global.
El mar, como reflejo de las relaciones entre pueblos
El conflicto entre Grecia y Turquía trasciende lo puramente legal. Se trata de una lucha por identidad, por historia y por seguridad. Pero también es un espejo perfecto de cómo los intereses económicos, ecológicos y estratégicos se cruzan en el mundo moderno. El mar, al final, no es solo una frontera. Es un recurso compartido, una vía de comunicación y, posiblemente, una oportunidad silenciosa para construir puentes en vez de muros.
Redacción: Fuentes varias del Ministerio de Relaciones Exteriores griego y turco, informes de la Comisión Europea sobre Planificación Marítima, registros de prensa internacional sobre los incidentes del Oruç Reis (2020) y reportes parlamentarios griegos respecto a la delimitación de ZEE.