Daniel Lurie: ¿Puede un filántropo millonario salvar a San Francisco del colapso social?

El nuevo alcalde, con conexiones corporativas y un enfoque colaborativo, desafía el caos urbano con reformas audaces en seguridad, vivienda y salud pública

Un comienzo poco convencional para una ciudad en crisis

San Francisco ha sido durante los últimos años el epicentro del debate nacional sobre el deterioro urbano: tiendas cerradas en el centro, consumo abierto de drogas, y acampadas callejeras visibles en casi cada esquina. En este panorama llega Daniel Lurie, el nuevo alcalde y heredero de la fortuna de Levi Strauss, sin experiencia política pero con una clara intención: reformar profundamente la gestión de la ciudad.

Lurie asumió el cargo tras derrotar a la alcaldesa incumbente, London Breed, invirtiendo casi 10 millones de dólares propios. Su mensaje fue claro: “hacer que el gobierno funcione nuevamente” en una ciudad desbordada por problemas de seguridad, desigualdad y salud pública.

Una estrategia basada en el diálogo

A diferencia de su predecesora, Lurie ha adoptado un enfoque más colaborativo. Se le puede ver regularmente en las calles hablando con residentes, comerciantes e incluso personas sin hogar. Ha establecido contacto con supervisores municipales históricamente enfrentados con Breed, y ha apostado por la escucha activa como herramienta para el cambio.

La supervisora progresista Connie Chan declaró haber tenido ya más discusiones con Lurie que en toda la gestión anterior con Breed, lo que refleja un cambio de estilo que ha sido bien recibido, aunque con cautela.

Redefiniendo la reducción de daños

Uno de los puntos más controversiales de su administración ha sido la modificación de las políticas de reducción de daños. San Francisco durante décadas aplicó un enfoque de minimización del riesgo que incluía la entrega gratuita de materiales para el consumo de drogas, como jeringas y papel de aluminio.

Lurie ha ordenado que las organizaciones financiadas por la ciudad ofrezcan tratamiento a cambio de estos suministros, prohibiendo además su distribución en parques y aceras. Según Tyler TerMeer de la San Francisco AIDS Foundation, esta política podría dificultar la conexión con usuarios que aún no están listos para la abstinencia, pero admite que espera que el alcalde siga dispuesto a escuchar a los expertos en salud pública.

Con más de 630 muertes por sobredosis registradas en 2023, el desafío es urgente. La intención de Lurie es evitar que el espacio público se transforme en una zona sin ley. Lo resume así: “Ese comportamiento ya no puede ser tolerado porque las familias tienen miedo”.

Un impulso renovado al desarrollo urbano

Lurie quiere impulsar la construcción de más viviendas y ha propuesto rezonar múltiples distritos> para facilitar nuevos desarrollos residenciales. También busca añadir hasta 1,500 nuevos espacios en refugios y ha agilizado los procesos de contratación para personal de salud mental y servicios sociales.

Algo que diferencia a este nuevo líder es su inclinación a involucrarse personalmente. Se ha vuelto común que se detenga durante sus recorridos en automóvil para hablar con personas en crisis visibles en las calles, preguntándoles si desean asistencia. Aunque reconoce que la ayuda no siempre está disponible, busca transmitir el mensaje de que la ciudad ya no permitirá el deterioro del espacio público a costa del bienestar colectivo.

¿Un gobierno al servicio de los negocios?

Uno de los factores que genera desconfianza en ciertos sectores progresistas es su sólida conexión con el mundo corporativo. Para muchos, su historial como fundador de la organización filantrópica Tipping Point —que ha recaudado más de 400 millones de dólares desde 2005 para combatir la pobreza— es admirable. Pero su decisión de incorporar ejecutivos de empresas como Google, Gap, OpenAI y figuras como Laurene Powell Jobs y Chris Larsen a juntas de asesoramiento económico, ha prendido algunas alarmas.

No confío demasiado en los multimillonarios para definir el rumbo de nuestra ciudad o país”, dijo Anand Singh, presidente del sindicato Unite Here Local 2. Sin embargo, agregó: “El alcalde ha demostrado que quiere escuchar a los trabajadores”.

Lurie ha respondido que “San Francisco se dividió en el pasado por estos temas, pero ahora estamos en una nueva etapa”. Para él, la colaboración empresarial no es una amenaza, sino una vía para atraer empleos, recaudar impuestos y revivir el deteriorado centro de la ciudad.

La bomba de tiempo presupuestaria

A pesar del optimismo inicial, el verdadero reto de Lurie ya está asomando: un déficit presupuestario de al menos $800 millones en los próximos dos años. Aunque no ha adelantado qué recortes podrían ejecutarse, afirma estar preparado para tomar “decisiones difíciles”.

La supervisora Jackie Fielder, quien representa una línea más progresista dentro del Partido Demócrata local, valoró positivamente la disposición al diálogo del alcalde. Sin embargo, presentó una propuesta que podría tensar la relación: otorgar días ilimitados de alojamiento a familias con hijos sin hogar, en conflicto directo con la política actual de estadías de 90 días.

Ha hecho un buen trabajo en establecer relaciones, pero en su presupuesto sabremos realmente cuáles son sus prioridades”, advirtió Fielder.

Un nuevo modelo de liderazgo frente al viejo caos

Lurie representa una figura atípica en la política estadounidense: es rico, no ha sido funcionario público y se posiciona como un gestor pragmático más que como un ideólogo. San Francisco parece darse una nueva oportunidad tras años de parálisis burocrática y descontento social.

La apuesta es arriesgada. Lograr consensos amplios en una ciudad con profundas divisiones ideológicas, una intensificación de la crisis de vivienda y una población traumatizada por la inseguridad, es una tarea titánica. Pero en al menos sus primeros 100 días, Lurie ha demostrado que el encuentro entre filantropía, gestión empresarial y política local aún puede ofrecer una tercera vía ante los extremos.

Como él mismo lo dijo en entrevista: “Fui elegido para cambiar el rumbo de esta ciudad”. Resta ver si la ciudad le permitirá intentarlo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press