Desplazados en Cisjordania: una crisis humanitaria interminable que desafía soluciones
Miles de palestinos siguen sin hogar tras las operaciones militares israelíes en Tulkarem y otras zonas del norte de Cisjordania, sin ayuda suficiente ni soluciones a largo plazo.
Por las calles polvorientas de Tulkarem, al norte de Cisjordania, los ecos del desplazamiento retumban como una tragedia sin fin. Más de 40,000 palestinos han sido desalojados de manera forzada desde inicios del año, en lo que representa la mayor ola de desplazamiento desde 1967. Las fuerzas israelíes, justificando operaciones antiterroristas, han vaciado varios campamentos de refugiados como Nur Shams, dejando miles de viviendas destruidas y familias enteras sin dónde ir. Esta es la historia de una crisis silenciosa, desatendida y cada vez más desesperada.
El drama de ser desplazado... otra vez
"No sabemos a dónde ir", dice llorando una mujer de 52 años, abuela de varios niños, obligada a abandonar su hogar por segunda vez en menos de un mes. Ella y su familia fueron expulsados de Nur Shams por soldados israelíes que les dieron siete minutos para recoger sus pertenencias. Marcharon con mochilas y una bandera blanca.
Este relato no es único. Se repite con decenas de familias que ahora malviven en salones de bodas, escuelas y centros comunitarios. Espacios temporales donde duermen en colchonetas compartidas, sin privacidad, sufriendo escasez de alimentos, ropa y acceso a sanitarios básicos.
Cuando hasta los refugios temporales se agotan
La llegada de la temporada de bodas en abril ha obligado a desalojar también los salones que funcionaban como refugios, como ocurrió en Anabta. "Cuando nos sentimos nostálgicos por nuestro hogar, caminamos al cerro más cercano desde donde podemos ver Nur Shams", cuenta uno de los desplazados. Para muchos, esta vista distante y dolorosa es lo último que les queda de su hogar.
El colapso de la Autoridad Palestina y la escasa ayuda internacional
La Autoridad Palestina, asfixiada económicamente, carece de recursos para satisfacer las necesidades básicas de más de 40,000 desplazados. Según Abdallah Kmeil, gobernador de Tulkarem, se está intentando alquilar viviendas vacías y traer contenedores prefabricados para al menos 20,000 personas. Pero no hay fecha clara de implementación.
La UNRWA, principal organismo de asistencia para los refugiados palestinos, enfrenta restricciones por parte del gobierno israelí, y además, debe concentrarse en la crisis aún mayor en Gaza. Se estima que podrá ofrecer solo $265 mensuales por tres meses a 30,000 personas. Esto cubre alrededor del 75% de los desplazados actuales, pero el financiamiento está garantizado a corto plazo.
Ramadán ya pasó, y con él se fue la caridad
Durante el mes sagrado del Ramadán, muchas familias se sostuvieron gracias a donaciones comunitarias. Sin embargo, con su fin, también cesó ese apoyo crucial. "La escala del desplazamiento nos sobrepasa", afirma Nicholas Papachrysostomou, coordinador de Médicos Sin Fronteras en el norte de Cisjordania. Su equipo opera clínicas móviles en la región, pero enfrentan severos problemas: falta de medicinas, combustible y acceso vial por los cierres militares.
El impacto humano: historias detrás de los números
La experiencia de Iman Basher, de 64 años, es dura. Tras escapar del campamento Nur Shams y vivir en un salón de bodas, fue de nuevo desalojada. Ahora duerme sobre una colchoneta en otro centro desbordado. Ella cuenta cómo, durante la redada en su casa, soldados le robaron $2,000: un ahorro de más de diez años para la educación de sus hijos.
El ejército israelí ha dicho que "no permite la destrucción gratuita o saqueo de propiedades civiles", pero las denuncias persisten. También aseguran que deben operar dentro de zonas residenciales porque los militantes se ocultan entre la población. “Si no encontramos otra opción para ellos, ¿qué será de ellos?”, se pregunta Isam Sadooq, quien hasta hace poco ayudaba a 60 desplazados en un centro juvenil que también fue reabierto para sus actividades regulares.
Histórico de desplazamiento y temor a un futuro sin retorno
El desplazamiento palestino no es nuevo. Desde 1948, cuando se fundó Israel, más de 700,000 palestinos fueron expulsados o huyeron durante la guerra. Sus descendientes han vivido en campos como Tulkarem y Jenin desde hace generaciones. Ahora, la historia se repite, pero con una intensidad que recuerda los días más oscuros de la Guerra de los Seis Días de 1967.
En los campos como Nur Shams se habla de “hambre silenciosa” y la amenaza de enfermedades por falta de higiene. Algunos se niegan a aceptar contenedores prefabricados como refugio permanente, pues temen que sea una forma de normalizar su éxodo. "No queremos soluciones temporales que nos alejen para siempre de nuestro hogar", dice un joven de 27 años, cuya familia ha sido desplazada tres veces desde enero.
Un campo de batalla sin balas: el costo económico
Muchos de los desplazados eran trabajadores temporales en Israel, realizando labores agrícolas o en construcción. Ahora, no solo están sin hogar, también sin medios para ganarse la vida. Las restricciones militares les impiden volver a cruzar para trabajar y el desempleo se ha disparado en más del 30% en la zona, según datos del Banco Mundial.
Los alquileres, ante la escasez, se han inflado. Una vivienda en los alrededores de Tulkarem que antes costaba $150 ahora vale hasta $400, precio inalcanzable para la mayoría.
¿Una limpieza étnica disfrazada?
Organizaciones de derechos humanos como B'Tselem y Human Rights Watch han denunciado lo que consideran una "política sistemática de desplazamiento de comunidades palestinas". La prolongada presencia militar, la destrucción de casas, las redadas nocturnas y la falta de alternativas dignas hacen que muchos analistas hablen de una estrategia intencional para vaciar zonas estratégicas.
Israel, por su parte, sostiene que estas acciones tienen como objetivo neutralizar células terroristas activas tras el ataque del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamas que desató la guerra en Gaza. Pero para los desplazados, la seguridad parece un argumento seco frente a la pérdida cotidiana de su estabilidad, su vivienda y sus derechos.
Una crisis sin visibilidad mediática
A diferencia de Gaza, donde la devastación ha sido ampliamente cubierta por los medios internacionales, la tragedia cotidiana en Cisjordania ha sido relativamente ignorada. Esto priva a miles de palestinos de posibles donaciones o presiones diplomáticas que podrían aligerar una situación que se agrava semana a semana.
“Nos sentimos abandonados por el mundo”, dicen varios residentes hacinados en los improvisados refugios. Sin cobertura, sin presión internacional y sin voluntad política, los palestinos de Tulkarem y Jenin parecen condenados al olvido.
¿Qué se puede hacer?
- Aumentar presión diplomática para permitir intervención humanitaria inmediata.
- Desbloquear fondos internacionales para atender a los desplazados en Cisjordania.
- Exigir una hoja de ruta para el regreso seguro de los desplazados a sus hogares.
- Asegurar servicios médicos, sanitarios y educativos en refugios provisionales.
- Visibilizar el drama en medios y foros internacionales para evitar la normalización del desplazamiento.
Esta no es solo una crisis humanitaria. Es una herida abierta en el corazón de uno de los conflictos más persistentes del planeta. Mientras el mundo mira a otros frentes de guerra, los desplazados de Cisjordania viven una guerra silenciosa, latente y profundamente injusta.