Birkat Cohanim y la guerra en Gaza: una plegaria milenaria en tiempos de angustia
Mientras miles de judíos se congregan en el Muro de los Lamentos durante la Pascua, la sombra del conflicto en Gaza da a la ceremonia una resonancia aún más profunda
Un momento sagrado en medio de la tormenta
Más de 200,000 fieles judíos se reunieron esta semana en el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado donde se permite rezar a los judíos, para participar en la ceremonia del Birkat Cohanim o Bendición Sacerdotal. Esta ancestral plegaria, que se remonta a los tiempos del Primer Templo construido por el rey Salomón hace más de 2,500 años, se recita tres veces al año durante las principales festividades judías: Pésaj (Pascua), Shavuot y Sucot.
Este año, sin embargo, la ceremonia ha cobrado un significado adicional. Con la guerra entre Israel y Hamas en Gaza prolongándose por más de 18 meses, y con 59 rehenes israelíes aún cautivos en el enclave palestino, la plaza del Muro se convirtió en un epicentro de fe, dolor y esperanza.
Una tradición milenaria como símbolo de unidad
Los hombres judíos que participan en la Birkat Cohanim deben ser descendientes del linaje sacerdotal de Aarón, el hermano de Moisés. Durante la ceremonia, cientos de cohanim, con sus cabezas cubiertas por mantos blancos, extienden sus brazos y difunden las bendiciones ancestrales sobre los congregantes mientras recitan en hebreo:
"Que el Señor te bendiga y te guarde. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te otorgue gracia. Que el Señor dirija su rostro hacia ti y te conceda la paz" (Números 6:24-26).
Este año, estas palabras resonaron con una intensidad aún mayor en el corazón de Jerusalén. El rabino Eliya Cohen, liberado de Gaza en febrero tras haber sido secuestrado el 7 de octubre de 2023, participó en la ceremonia junto a familiares de otros rehenes. Los líderes religiosos también elevaron una oración especial por quienes siguen en cautiverio.
“Una plegaria por la unidad y la paz”
Shandey Fuchs, una devota que acude cada año al evento, compartió su sentir: “Es difícil creer que todavía hay rehenes que no pueden regresar a casa y estar aquí con nosotros”. También expresó su esperanza de que la oración sea una herramienta de unión y curación en una sociedad profundamente dividida y sacudida por la guerra.
La Fundación del Patrimonio del Muro de los Lamentos estimó que durante la festividad de Pascua han acudido al sitio más de 200,000 visitantes, demostrando el valor espiritual único de este espacio en momentos de incertidumbre y sufrimiento nacional.
Un conflicto que no da tregua
Mientras tanto, al otro lado del conflicto, la situación en Gaza sigue siendo devastadora. Esta misma semana, un bombardeo israelí cerca del Hospital de Campaña Kuwaití en la zona de Muwasi causó la muerte de un médico y heridas a nueve personas, entre pacientes y personal médico. Israel ha justificado su ofensiva alegando que Hamas utiliza hospitales como refugios y centros de operaciones militares, algo que ha sido sistemáticamente negado por el personal sanitario y por observadores internacionales.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, el conflicto ha dejado más de 51,000 muertos desde su inicio. Solo en la última semana, se reportaron varios ataques a infraestructura hospitalaria, lo que ha generado fuertes críticas internacionales debido al colapso casi total del sistema de salud gazatí. La ONU y diversas ONGs han denunciado el bloqueo israelí a la entrada de ayuda humanitaria, comida y medicinas desde diciembre.
Negociaciones congeladas: ¿un callejón sin salida?
Las tensiones diplomáticas también aumentaron tras una conversación entre el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Mientras Macron abogó por un nuevo alto al fuego y la reanudación de ayuda humanitaria, Netanyahu rechazó categóricamente cualquier iniciativa que contemple la formación de un Estado Palestino, calificándola como "una recompensa al terrorismo".
Macron, por su parte, reiteró su intención de que Francia trabaje hacia el reconocimiento de un Estado Palestino para junio, durante una conferencia internacional sobre la solución biestatal patrocinada conjuntamente con Arabia Saudita.
La comunidad internacional sigue considerando una solución con dos estados, Israel y Palestina, como el único camino realista hacia la paz duradera. Sin embargo, las conversaciones de paz están estancadas desde que Netanyahu volvió al poder en 2009.
Crisis también en el Líbano
En el frente norte, el alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU informó que desde el cese al fuego del 27 de noviembre, 71 civiles libaneses —incluyendo 14 mujeres y 9 niños— han muerto por bombardeos israelíes. Estas acciones, justificadas por Israel como represalias contra Hezbollah, también han dañado infraestructura civil, como hospitales, caminos y al menos una cafetería.
Desde el lado libanés, se han lanzado al menos cinco cohetes, dos morteros y un dron hacia Israel, sin causar bajas. Sin embargo, las tensiones apuntan a una escalada regional que amenaza con extender el conflicto más allá de las fronteras actuales.
Fe que sobrevive a la guerra
A pesar del horror de la guerra y la incertidumbre política, la fe sigue siendo un refugio para miles de personas. Las imágenes del Birkat Cohanim de este año muestran un mar de mantos blancos elevando su plegaria al cielo en el corazón de Jerusalén. Esta imagen contrasta poderosamente con el humo de los ataques en Gaza o las ruinas de hospitales azotados por misiles.
En palabras de uno de los participantes en la ceremonia: “La historia del pueblo judío está tejida con dolor, pero también con esperanza. Hoy, rezamos no solo por nosotros, sino por todos los que sufren”.
En una región marcada por el conflicto y la fragmentación, eventos como estos nos recuerdan que la búsqueda de sentido espiritual —aunque antigua— continúa guiando a millones. En tiempos de violencia e incertidumbre, la oración colectiva se transforma en un acto de resistencia, de memoria y de esperanza.
El eco de la Birkat Cohanim se escucha más allá del Muro; alcanza a quienes lloran, resisten y esperan del otro lado. Y quizá, en medio del dolor, ese eco pueda ser la semilla de un futuro con menos odio y más entendimiento.