Activismo, represión y ciudadanía: el caso del estudiante palestino detenido en Vermont desata un debate nacional
El arresto de Mohsen Mahdawi durante su entrevista de ciudadanía revela el cruce entre protesta universitaria, política migratoria y derechos civiles en EE.UU.
Por Redacción
El arresto del estudiante palestino Mohsen Mahdawi en una oficina de inmigración en Colchester, Vermont, ha captado la atención nacional no solo por las circunstancias de su detención, sino por lo que representa: un punto de intersección entre el activismo pro-Palestina en campus universitarios estadounidenses, la politización de las políticas migratorias, y el creciente escrutinio sobre la libertad de expresión en instituciones académicas.
¿Quién es Mohsen Mahdawi?
Mahdawi, nacido en un campo de refugiados en Cisjordania, llegó a Estados Unidos en 2014 y se convirtió en residente legal permanente. Estudiante de Columbia University, estaba próximo a graduarse en mayo y planeaba iniciar una maestría en otoño. Mientras tanto, su compromiso con las causas sociales, en particular la denuncia de la guerra en Gaza, lo llevó a ser una figura prominente dentro del activismo estudiantil pro-Palestina.
Fue cofundador de la Palestinian Student Union en Columbia y lideró múltiples protestas en el campus entre 2023 y marzo de 2024. Estos actos, aunque fundamentados en el derecho a la libre expresión, han sido interpretados por algunos grupos y autoridades como una amenaza a la seguridad nacional, algo que ha disparado alarmas entre defensores de derechos civiles.
La detención en Vermont: ¿error administrativo o represalia política?
Mahdawi fue detenido el pasado lunes mientras asistía a una cita en el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. (USCIS), donde esperaba culminar su proceso de naturalización estadounidense. Hasta el momento, las autoridades no han especificado públicamente las causas de su detención.
“Cree en la paz y la unidad a pesar de haber sido testigo de atrocidades que muchos de nosotros no podemos siquiera imaginar”, declaró Luna Droubi, su abogada, en un comunicado. “Su detención parece estar basada en declaraciones difamatorias por parte de actores no gubernamentales y opositores a los derechos humanos palestinos”.
Un juez federal emitió una orden que impide al gobierno trasladarlo fuera del estado o del país hasta nuevo aviso. Por ahora, Mahdawi sigue en Vermont, en espera del avance de su caso.
El vínculo con otros casos y una red de vigilancia selectiva
Este no es un caso aislado. Otro estudiante palestino de Columbia, Mahmoud Khalil, ya fue detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) bajo acusaciones de representar un “riesgo para la seguridad nacional”. En un polémico fallo en Luisiana, un juez de inmigración permitió su deportación.
Ambos casos han sido interpretados por activistas y académicos como parte de un nuevo enfoque represivo hacia estudiantes activistas, particularmente aquellos vinculados al discurso pro-palestino. Lo que está surgiendo es una narrativa en la cual el activismo puede ser interpretado como motivo de detención, incluso si no ha habido incitación al odio o violencia.
Campus en alerta: protestas universitarias y libertad de expresión en juego
La ola de apoyo a Mahdawi ha sido fuerte. Varios académicos y estudiantes de Columbia y otras instituciones han firmado cartas de respaldo. La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) ha expresado preocupación por trato que podría sentar un peligroso precedente. “El simple hecho de participar en protestas pacíficas no puede ni debe justificar una detención”, comunicaron.
La ola de protestas estudiantiles contra la incursión militar israelí en Gaza no es nueva. Durante los últimos meses, decenas de universidades han visto demostraciones, campañas de boicot a inversiones, y una polarización creciente entre voces pro-Israel y pro-Palestina en campus que, históricamente, han sido espacios para el disenso crítico.
Sin embargo, desde 2020, coincidiendo con la administración Trump y resurgiendo bajo un enfoque más rígido en 2024, el uso del aparato migratorio como herramienta política ha levantado sospechas en cuanto al respeto de los derechos constitucionales de los residentes legales no ciudadanos en EE.UU.
Israel, Gaza y el foco político estadounidense
Desde el inicio del conflicto en Gaza tras el ataque de Hamás en octubre de 2023, el apoyo militar y diplomático de Estados Unidos a Israel se ha mantenido firme, a pesar de las denuncias de derechos humanos por parte de organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional. En este contexto, las protestas pro-palestinas en EE.UU. han sido tratadas con desdén por figuras republicanas y una parte significativa del electorado conservador.
En el caso de Mahdawi, lo que para él es una protesta cargada de compasión (como dijo a CBS News: “Mi compasión no solo es por los palestinos, también por los judíos y por los israelíes”) ha sido refractado como una amenaza debido a su origen y postura política.
El nuevo rostro de la vigilancia migratoria en EE.UU.
La detención de Mahdawi expone un patrón preocupante: el uso del aparato migratorio —particularmente de ICE— contra residentes legales que participan activamente en expresiones políticas. La historia se repite con Kilmar Abrego García, un salvadoreño deportado por error pese a contar con protección legal en EE.UU. por riesgo de persecución en su país. Actualmente permanece en una prisión notoria en El Salvador, y ni el gobierno salvadoreño ni el estadounidense han hecho avances claros para permitir su retorno en cumplimiento a una orden de la Corte Suprema de EE.UU.
La narrativa sobre Abrego también ilustra un fenómeno que afecta tanto a inmigrantes latinoamericanos como palestinos: acusaciones sin fundamento, presunciones de culpabilidad por estereotipos (como usar una gorra de los Chicago Bulls, en el caso de Abrego), y absentismo diplomático cuando se trata de proteger los derechos de los más vulnerables.
La creciente percepción de represión selectiva
Organizaciones como Arab American Institute han comenzado a documentar un aumento en los incidentes de vigilancia, detención o deportación de estudiantes y académicos de origen palestino que han expresado críticas al accionar israelí en Gaza.
Esta coyuntura sugiere una transformación preocupante de la seguridad nacional estadounidense, pasando de una política reactiva frente a amenazas efectivas a una doctrina preventiva cultural y política basada en afinidades ideológicas.
Y mientras el sistema judicial estadounidense continúa evaluando estos casos, muchos se preguntan: ¿puede un país democrático criminalizar la opinión política, sobre todo en sus centros educativos?
Mahdawi como símbolo de una lucha mayor
Independientemente del desenlace de su caso, Mohsen Mahdawi ya se ha convertido en un símbolo. No solo del activismo estudiantil, sino también del coste que puede tener disentir políticamente desde una identidad considerada “controvertida” por el poder institucional.
Como ya lo señaló en su entrevista, para él y muchos de sus compañeros, esas manifestaciones representan una forma de amor, de cuidar la humanidad colectiva, sin caer en la dicotomía enemigo-amigo. Pero el Estado, al parecer, no ve así las cosas.
¿Es posible una ciudadanía estadounidense plena para quienes cuestionan ciertas políticas del país? ¿Cuál es el lugar del activismo en una nación que se precia de ser baluarte de la libertad?
El caso Mahdawi no solo responde a estas preguntas, sino que las redobla.