Meta vs. la FTC: ¿Monopolio o competencia justa en la era digital?
El juicio antimonopolio más importante en años enfrenta al gigante tecnológico Meta con la FTC, en un caso que podría cambiar el futuro de Instagram y WhatsApp.
Un juicio que podría redibujar el mapa de las redes sociales
Meta Platforms Inc., la empresa matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp, enfrenta uno de los desafíos legales más significativos en su historia: un juicio antimonopolio iniciado por la Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos. En juego no solo está el dominio del gigante tecnológico en el mundo de las redes sociales, sino también el destino de dos de sus plataformas más exitosas: Instagram y WhatsApp.
El juicio, que comenzó este lunes, representa un punto de inflexión para la política antimonopolio estadounidense y pone a prueba el poder de los reguladores frente a las grandes tecnológicas. ¿Tiene Meta un monopolio? ¿O simplemente ha sabido competir, innovar y crecer en un mercado feroz?
El origen del caso: adquisiciones estratégicas
La FTC presentó el caso en 2020, durante la administración de Donald Trump. Su argumento central es contundente: Meta —entonces Facebook— compró Instagram en 2012 por 1,000 millones de dólares y WhatsApp en 2014 por 22,000 millones, con el objetivo de eliminar a potenciales competidores y consolidar ilegalmente un monopolio en el mercado de redes sociales.
"Es mejor comprar que competir". Esta frase, atribuida a Mark Zuckerberg en 2008, es citada en la demanda como síntesis de la estrategia empresarial de Facebook. Según la FTC, con esas decisiones Meta bloqueó la innovación y limitó las opciones para los consumidores.
Instagram: de startup a joya de la corona
Al momento de su compra, Instagram era apenas una promesa: una aplicación de fotos sin anuncios ni un modelo de negocio claro. Pero Facebook mantuvo la plataforma independiente, la impulsó con sus recursos y la convirtió en una superpotencia digital.
En 2025, Instagram se espera que represente el 50.5% de los ingresos publicitarios de Meta en EE.UU., según eMarketer. Es, sin duda, la joya de la corona del imperio de Zuckerberg.
WhatsApp: conquistar la mensajería global
La adquisición de WhatsApp en 2014 también fue estratégica. Mientras Facebook Messenger tenía presencia, WhatsApp ya estaba ganando terreno en Europa, América Latina y Asia. Meta pagó más de 19,000 millones de dólares, una cifra que alcanzó los 22,000 millones al cerrarse el acuerdo.
Esta app consolidó la presencia de la compañía en sistemas móviles, reforzando su dominio en un entorno de comunicaciones cada vez más orientado al smartphone.
¿Qué dice Meta sobre el caso?
Meta ha rechazado categóricamente las acusaciones. En un comunicado reciente, asegura que la FTC "desafía la realidad" y que, en la actualidad, sus plataformas compiten activamente con otras como TikTok, YouTube, X (antes Twitter), iMessage, Snapchat y más.
"Más de diez años después de que la FTC revisara y aprobara nuestras adquisiciones, esta acción envía el mensaje de que ningún acuerdo es realmente definitivo", afirma el texto de defensa de Meta.
¿Qué buscan los reguladores?
La FTC quiere forzar a Meta a desprenderse de Instagram y WhatsApp, argumentando que sus compras suprimieron la competencia de forma ilegal. Esto, sin duda, cambiaría radicalmente no solo al propio conglomerado tecnológico, sino también la dinámica del ecosistema digital actual.
Un problema de definición: ¿qué es un monopolio en la era digital?
Uno de los mayores desafíos para la FTC es delimitar el mercado de forma efectiva. ¿Compite Instagram solo con otras redes sociales visuales? ¿O debe considerarse parte de un entorno más amplio junto a aplicaciones de mensajería, plataformas de video y otros servicios emergentes?
El propio juez que preside el caso, James Boasberg, ha mostrado escepticismo ante la definición "estrecha" del mercado propuesta por la FTC. No obstante, ha permitido que el juicio prosiga para escuchar a los expertos y obtener más pruebas.
Paul Swanson, abogado de antimonopolio, dijo al respecto: "Aplicamos leyes del siglo XIX a mercados del siglo XXI". Y añadió: "Las leyes antimonopolio deben evolucionar para enfrentar el dinamismo actual de los mercados tecnológicos".
Impacto económico potencial para Meta
Si Meta se ve obligada a vender Instagram y WhatsApp, sus ingresos por publicidad podrían reducirse a la mitad en EE.UU., afectando seriamente su modelo de negocio actual.
Además, perder estas plataformas significaría un golpe a su capacidad de captar y retener audiencias jóvenes, un sector en el cual Facebook ha ido perdiendo terreno frente a TikTok y otros servicios más recientes.
Una política tecnológica en evolución
Este caso no ocurre en aislamiento. También Google y Amazon enfrentan juicios similares por presunto abuso de poder y prácticas monopólicas. Se trata de una nueva ola de regulaciones que persigue limitar el poder de Big Tech y fomentar un ecosistema más competitivo.
En el caso de Google, un juez federal ya dictaminó que su dominio en búsquedas representa un monopolio ilegal, y el proceso está en fase de resolución de remedios.
El espejo de Europa: la Ley de Mercados Digitales
Europa ha estado un paso adelante en regulación digital. La Ley de Mercados Digitales (DMA) busca garantizar que las grandes plataformas no impidan el desarrollo de nuevos actores en el mercado.
Esta ley obliga a empresas como Meta a permitir la interoperabilidad entre apps de mensajería, prohibir el self-preferencing (dar ventaja en los resultados a los productos propios) y facilitar la portabilidad de datos.
¿Hacia un nuevo paradigma regulador?
Este juicio podría marcar un antes y un después en la manera en que los gobiernos entienden y regulan la competencia en la era digital. Si Meta pierde, otras compañías podrían reconsiderar sus estrategias de adquisición de startups.
Por otro lado, si gana, el mensaje será otro: no basta con alegar monopolio frente al crecimiento exitoso de una compañía; es necesario demostrar daño efectivo al consumidor y a la innovación.
¿Qué sigue?
El veredicto está ahora en manos del juez Boasberg. Mientras tanto, el caso sigue captando la atención de expertos en derecho, economía y tecnología, así como de millones de usuarios que hoy comprenden el impacto de estas plataformas en sus vidas cotidianas.
Sea cual sea el resultado, lo cierto es que el futuro de Meta y de la regulación tecnológica global está en juego.