Estados Unidos, historia en disputa: recortes, censura y el dilema del aniversario 250

La administración Trump corta fondos clave para el 250 aniversario del país mientras reescribe el relato histórico y tensa relaciones con aliados internacionales

Por décadas, los aniversarios patrios han representado momentos fundamentales para reflexionar sobre el pasado, redefinir la identidad colectiva y promover la unidad nacional. Sin embargo, la conmemoración del 250 aniversario de la independencia de Estados Unidos se vislumbra como un evento atravesado por la controversia, la ideología y los recortes presupuestarios.

Un aniversario en peligro

Los planes para celebrar los 250 años de la firma de la Declaración de Independencia en 2026 están en riesgo debido a los profundos recortes impulsados por la administración de Donald Trump. Con una política centrada en reducir el tamaño del Estado federal, algunas instituciones esenciales para la planificación de las celebraciones, como los consejos de humanidades estatales, han visto canceladas abruptamente sus subvenciones por parte del National Endowment for the Humanities (NEH), un organismo federal que canaliza fondos aprobados por el Congreso para proyectos históricos y culturales.

En palabras de Gabrielle Lyon, directora ejecutiva de Illinois Humanities: "¿Cómo se supone que vamos a tener una conmemoración nacional significativa sin el apoyo a las humanidades?"

Decretos, comités... y contradicciones

Lo más paradójico es que, mientras se retiran los fondos, el propio Trump firmó una orden ejecutiva para planear una “gran celebración digna del momento”. De hecho, creó un grupo de trabajo desde la Casa Blanca para coordinar los eventos. Sin embargo, las acciones concretas apuntan en sentido contrario. Las decisiones incluyen:

  • Cancelación de las subvenciones del NEH.
  • Colocación en licencia administrativa al 80% del personal del NEH.
  • Directivas a organismos culturales para eliminar materiales sobre diversidad, equidad e inclusión (DEI).

“Estamos viendo una reinterpretación ideológica de la historia nacional sin precedentes”, advierte James Grossman, director ejecutivo de la American Historical Association.

¿Una celebración solo para unos pocos?

Las celebraciones previstas por programas como America250, incluidos clubes de lectura digital, conferencias, exhibiciones itinerantes en comunidades rurales y obras teatrales, quedan ahora en el limbo. En Georgia, su consejo de humanidades perdió $740,000. En Louisiana, $600,000. En Arizona, $1 millón.

Mary McCartin Wearn, presidenta de Georgia Humanities, lo resumió así: “Es desgarrador. Esta debería ser una oportunidad para pensar quiénes somos y qué país queremos construir.”

Una historia selectiva

La eliminación de contenidos con enfoque racial y social de plataformas gubernamentales refleja la voluntad de borrar partes incómodas de la historia estadounidense. Ejemplos como la remoción de páginas sobre Jackie Robinson y Harriet Tubman del sitio del Servicio Nacional de Parques destacan el intento de una narrativa excluyente. Tras protestas públicas, ambos contenidos fueron restaurados.

Y así, nuevamente, la historia se convierte en un campo de batalla.

Thune y el Senado: una institucionalidad bajo presión

En paralelo a esta ofensiva cultural, el Senado estadounidense atraviesa una transformación interna. Con John Thune al frente como nuevo líder de la mayoría republicana, la cámara alta ha buscado reafirmar su rol legislativo frente al creciente poder ejecutivo del presidente.

Thune, antiguo opositor de Trump y ahora su colaborador estratégico, ha asumido un papel ambiguo: permitir que la administración avance su agenda, pero reclamando al mismo tiempo que el Senado mantenga su función de equilibrio.

Un ejemplo: a pesar de las presiones de Trump para obviar nominaciones clave y hacer nombramientos sin pasar por el Senado, Thune insistió en el procedimiento formal. “Hagámoslo a la antigua,” habría dicho.

Nombramientos polémicos y tensiones internas

El nombramiento del general Dan "Razin" Caine como jefe del Estado Mayor Conjunto fue aprobado en una sesión nocturna a las 2 a.m., reflejando la intensidad y el desgaste institucional. En paralelo, figuras del gabinete como el secretario de Defensa Pete Hegseth enfrentan investigaciones internas por supuestamente compartir información clasificada en chats poco seguros.

Cabildos republicanos tradicionales han debido interceder constantemente para moderar los impulsos de Trump. “Queremos que tenga éxito, pero hay que medir el impacto de estos cambios”, comentó Thune luego de que el presidente diera marcha atrás con aranceles comerciales bajo presión del Congreso.

La sombra de una voz única

Críticos insisten en que el Congreso debe hacer más para frenar la deriva autoritaria del presidente. El senador demócrata Mark Kelly sentenció: “Los republicanos deben abandonar la pasividad y decir que este comportamiento es inaceptable para cualquier presidente.”

Y citó ejemplos como las ideas de Trump sobre militarizar la frontera, atacar países aliados como Canadá o tomar control del Canal de Panamá. Todo indica que estamos ante una reinterpretación del poder presidencial sin precedentes recientes.

No obstante, Kelly reconoce que Thune ha logrado hacer que el Senado funcione mejor administrativamente, acelerando votaciones y promoviendo que los senadores tengan participación real en la redacción de leyes.

La otra cara internacional: crisis diplomática con Sudáfrica

Mientras en casa Trump intenta esculpir su versión idealizada del relato histórico, en el exterior, sus decisiones erosionan alianzas clave. En marzo, su gobierno expulsó al embajador sudafricano Ebrahim Rasool, quien advirtió que el movimiento MAGA respondía a “instintos supremacistas.”

Sudáfrica devolvió el gesto con la designación de Mcebisi Jonas como nuevo enviado especial a EE. UU., buscando recomponer una relación que se ha visto comprometida desde el comienzo del segundo mandato de Trump. Este, a su vez, ha acusado repetidamente a Sudáfrica de permitir la “expropiación y asesinato” de agricultores blancos: una afirmación sin respaldo en datos reales y desmentida por autoridades sudafricanas e informes independientes.

Además, Trump ha criticado al gobierno sudafricano por su postura sobre el conflicto en Gaza e Israel, tildándola de antiestadounidense.

¿Qué historia celebraremos?

Lo que debió ser un momento para enaltecer una historia rica, diversa y muchas veces contradictoria, corre el riesgo de convertirse en una oda monocromática a una visión nostálgica de Estados Unidos. Los recortes, la censura, la reescritura y la polarización podrían dejar fuera a comunidades enteras de una celebración que les pertenece tanto como a cualquier otro ciudadano.

Como bien expresó Adam Davis, director de Oregon Humanities: “Se puede celebrar con un comercial en el Super Bowl y ondear una bandera, sí. Pero también podríamos reunir a nuestras comunidades y hablar sobre los valores fundamentales que compartimos. Eso es democracia.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press