Huelga general en Argentina: una nación paralizada entre la austeridad de Milei y la resistencia sindical
Desde vuelos cancelados hasta hospitales colapsados, analizamos los impactos, causas y consecuencias de la jornada de paro convocada contra el presidente Javier Milei
Buenos Aires vivió un día de parálisis casi total el pasado 10 de abril de 2025. Trenes detenidos, cielos sin vuelos, calles parcialmente vacías pese al tránsito de taxis, y estaciones de trenes completamente desiertas marcaron el tono visual y simbólico de una huelga general nacional en respuesta a las radicales políticas de ajuste económico del presidente Javier Milei. La medida fue encabezada por la Confederación General del Trabajo (CGT) y apuntó directo al corazón del controvertido plan de austeridad del mandatario libertario.
Un país congelado por el paro
La huelga general afectó amplios sectores del país:
- Ferrocarriles y subterráneos detenidos: Estaciones íconos del centro porteño como Constitución, Retiro y Once lucieron completamente vacías.
- Vuelos cancelados: Aerolíneas comerciales suspendieron operaciones y los aeropuertos Jorge Newbery e Internacional Ezeiza vieron miles de pasajeros varados.
- Transporte reducido: Aunque la Unión Tranviarios Automotor (UTA) decidió no adherirse por estar en plena negociación salarial, la circulación fue escasa.
- Bancos cerrados y oficinas públicas inactivas: Más de 42.000 empleados públicos despedidos en los últimos meses forman parte de la raíz de una protesta masiva que clama “por pan, trabajo y dignidad”.
¿Por qué se convoca una huelga?
Desde que asumió en diciembre de 2023, Javier Milei ha impulsado una serie de reformas económicas radicales con el objetivo de eliminar el déficit fiscal de la nación.
Entre sus principales medidas sobresalen:
- Eliminación de subsidios a servicios públicos: Lo que disparó las tarifas de energía, gas y transporte hasta en un 500% en algunos casos.
- Desregulación de precios: Desaparecieron controles de precios implementados por gobiernos anteriores y se liberaron bienes esenciales.
- Despidos masivos y cierre de ministerios: Reducción agresiva del aparato estatal.
- Recorte de programas sociales: Incluidos inviernos más duros para hogares con menos recursos y reducción de presupuestos en salud y educación.
Milei ha justificado estas decisiones como necesarias para “terminar de una vez con el modelo populista y clientelar” que, según él, sumió al país en décadas de inflación y estancamiento económico.
¿Qué exige la CGT y los sindicatos?
La Confederación General del Trabajo y los gremios adheridos a la huelga elevaron una serie de reclamos que resumen el malestar generalizado que atraviesa la sociedad argentina:
- Renegociación de paritarias libres: Ante una inflación que acumula más de un 120% interanual.
- Restitución de trabajadores despedidos en organismos estatales.
- Refuerzo presupuestario para salud, educación y programas sociales.
- Solidaridad con jubilados: Las pensiones mínimas se ubican en torno a los 300 dólares mensuales, perdiendo poder adquisitivo frente al dólar y las tarifas.
“No se puede recortar la dignidad de los trabajadores como se recorta un Excel”, afirmó Néstor Segovia, secretario adjunto del sindicato del subte.
Un paro con apoyo limitado pero simbólico
Aunque la huelga generó efectos tangibles, como la paralización del transporte ferroviario, no fue total. En barrios acomodados como Palermo y Recoleta, hubo circulación habitual, los cafés permanecieron abiertos y parte del sector privado siguió trabajando. El sindicato de taxis, aunque había adherido, dejó ver vehículos en circulación buscando pasajeros.
¿Qué significa esto? Según analistas políticos como Carlos Pagni y Laura Serra, se trata de un choque entre dos argentinas: la del cambio disruptivo y neoliberal, y la que teme quedar aún más relegada en un contexto de ajuste.
Milei responde al paro con su estilo desafiante
Lejos de mostrarse preocupado, el presidente utilizó sus redes sociales para minimizar la protesta. Retuiteó elogios de figuras internacionales como Scott Bessent, exsecretario del Tesoro del gobierno de Donald Trump, quien anunció su inminente visita al país.
Además, el gobierno desplegó una dura campaña propagandística en redes, estaciones de tren y medios públicos, afirmando que “los sindicatos buscan extorsionar al pueblo trabajador” y alentando a denunciar presiones para sumarse al paro.
“Es una de las últimas bocanadas de oxígeno del viejo orden sindical”, señaló Manuel Adorni, vocero presidencial.
El fantasma del FMI: ¿apoyo o hipoteca nacional?
Mientras se desarrollaba la protesta, el Fondo Monetario Internacional anunciaba un nuevo acuerdo con Argentina por US$ 20.000 millones para enfrentar vencimientos de deuda y reforzar las reservas. La medida fue interpretada por el gobierno como un espaldarazo internacional a las reformas.
Sin embargo, para la oposición peronista y movimientos sociales, representa una “nueva entrega soberana”. La memoria traumática del colapso económico de 2001-2002, cuando el país vivió su peor crisis y se declaró en default, sigue pesando fuerte.
¿Qué dice la sociedad?
Las encuestas muestran un país partido en dos:
- Un segmento (mayoritariamente de clase media alta) apoya a Milei por considerar que “{!!alguien tenía que animarse a ordenar las cuentas!!”.}
- Otro sector, sobre todo trabajadores estatales, jubilados y empleados en negro, observa con creciente desesperación la caída del consumo, el encarecimiento de la vida y la pérdida de derechos laborales.
“De qué sirve el superávit fiscal si no podemos llegar a fin de mes”, expresó Andrea, enfermera del Hospital Durand, cuyo servicio de guardia operó solo en emergencias durante el paro.
Historial argentino: ¿una receta conocida?
Argentina lleva más de medio siglo oscilando entre modelos populistas con fuerte gasto social y reformas neoliberales que buscan ajustar los desequilibrios. En 1989, Carlos Menem aplicó un brutal plan de convertibilidad que generó alivio a corto plazo pero derivó en el colapso de 2001. Mauricio Macri en 2015, y ahora Milei, han intentado revivir el recetario liberal.
En este contexto, las huelgas generales han sido históricamente una de las armas más poderosas del movimiento obrero. La CGT organizó 20 paros generales durante los gobiernos militares, numerosos paros contra gobiernos democráticamente electos y, ahora, parecía desvanecida hasta el ascenso de Milei.
Lo que se juega en adelante
Más allá del éxito parcial o limitado de la huelga, el pulso entre el modelo liberal y el sindicalismo argentino ha vuelto al centro del debate sociopolítico. Milei busca mantenerse firme. Los sindicatos prueban su capacidad de movilización en un país con 55% de pobreza infantil y un 30% de informalidad laboral. Lo cierto es que ni uno ni otro parecen tener voluntad de ceder pronto.
“Las transformaciones son dolorosas”, dijo Milei en una reciente conferencia. Pero mientras siguen los despidos, los congelamientos salariales y la inflación creciente, la pregunta que flota es: ¿hasta qué punto puede aguantar una sociedad que ya ha vivido demasiadas crisis?