Caos, tarifas y discursos: el segundo mandato de Trump y su efecto en la economía global

Entre guerras comerciales, mercados en pánico e improvisaciones políticas, los Estados Unidos sacuden al planeta

Una semana que cambió el curso del comercio mundial

A comienzos de abril de 2025, el presidente Donald Trump dio un nuevo y abrupto giro a sus políticas comerciales: impuso y luego retiró casi de inmediato una serie de elevadas tarifas a numerosas naciones aliadas y rivales, lo que provocó un terremoto en los mercados financieros globales. En solo siete días, Estados Unidos rozó una crisis económica global, solo para ver al presidente echarse atrás en un movimiento tan inverosímil como característico.

La escena fue surrealista: tras una declaración en el Rosedal de la Casa Blanca que tituló como el “Día de la Liberación”, Trump anunció los aranceles más grandes desde la Segunda Guerra Mundial —algunos de hasta el 125% sobre importaciones chinas. Sólo unos días después, revirtió buena parte de sus propias medidas, alegando que era simplemente parte “de la estrategia”.

Mercados en estado de shock

La Bolsa de Nueva York registró su mayor caída diaria desde la pandemia de 2020. Según CNBC, el índice Dow Jones perdió más de 1,700 puntos solo el lunes, mientras que el S&P 500 cayó un 6.4% acumulado en la semana. Tesla, Amazon y Boeing vieron bajar sus acciones más de un 10%. Fondos de pensiones, planes de ahorro universitario y pequeñas inversiones familiares absorbieron el golpe.

Durante esos días, una incertidumbre paralizante reinó en tiendas, fábricas y cadenas de suministro. “Estamos reescribiendo nuestras proyecciones trimestrales desde cero”, dijo John Mayers, CFO de una empresa automotriz con plantas en México y Canadá. “Y no sabemos si deberíamos volver a reescribirlas mañana”.

Tarifas sorpresa y países en vilo

Los aranceles impuestos variaron enormemente. Se aplicaron un 125% a bienes de China; 25% a autos de Canadá y México; 49% a productos de Camboya, y 26% a la India. Incluso las Islas Heard y McDonald —líderes mundiales en pingüinos, no en comercio— fueron sancionadas.

El primer ministro de Irlanda, Michael Martin, reconoció que “no hay manera de maquillar esto”, mientras los negocios con EE. UU. colapsaban. Sri Lanka alertó de un colapso inminente en su industria textil, con la mayoría de sus exportaciones en peligro. En los Países Bajos, Tata Steel anunció el despido de 1,600 empleados —una quinta parte de su plantilla.

Empresarios y políticos republicanos contra las cuerdas

Quizá el aspecto más sorprendente fue la reacción interna: Trump se enfrentó a una rebelión incipiente de su propio partido. Elon Musk, que dirige una iniciativa para reducir el tamaño del gobierno, cuestionó los aranceles diciendo que elevarían los costos en Tesla. Peter Navarro, asesor comercial de Trump, respondió que Musk “no entiende la situación”. Musk contraatacó tildándolo de “más tonto que un saco de ladrillos”.

El congresista Ron Johnson preguntó: “¿alguien entiende esta estrategia?” mientras senadores del llamado Freedom Caucus amenazaban con modificar leyes que otorgan al presidente facultades sobre política comercial. Y Thom Tillis, senador por Carolina del Norte, exclamó entre risas oscuras: “Solo quiero saber a quién estrangular si esto sale mal”.

Una retirada disfrazada de estrategia

El miércoles 9 de abril, Trump publicó en su red social Truth Social: “¡TODO VA A SALIR BIEN! ¡ES UN GRAN MOMENTO PARA COMPRAR!”. Ese mismo día, anunció en una improvisada conferencia de prensa que los aranceles serían pausados por 90 días, supuestamente para dar espacio a negociaciones. Wall Street explotó de euforia: el Dow Jones subió más de 2,300 puntos en pocas horas.

Pero la confusión era reinante. El Representante Steven Horsford reclamó cuando se enteró en medio de una audiencia que los aranceles que el jefe de comercio del presidente acababa de defender habían sido suspendidos minutos antes. “¡Esto parece una hora amateur de secundaria!”, gritó.

Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, contraatacó diciendo: “Claramente no leyeron *The Art of the Deal*”. Mientras tanto, Trump afirmaba que “todo fue planeado” pero luego dio una respuesta diferente: “Estaba observando el mercado de bonos. Ese mercado es muy tricky”.

Una política sin brújula

Para muchos analistas, lo ocurrido muestra un fenómeno peligroso. William Reinsch, exfuncionario de comercio, lo resumió así: “Esto solo acentúa la incertidumbre de la política y la sensación de que Trump es volátil e impredecible”.

Tal fue el desconcierto que varios medios internacionales compararon la situación con el colapso del Sistema Monetario Europeo en 1992. La BBC tituló: “Cuando el presidente de EE. UU. crea sacudidas económicas comparables a desastres naturales”.

Además, las tarifas no eran proporcionales a las tasas de importación, sino al déficit comercial con cada país, una lógica que los economistas consideran insostenible. Según el economista Paul Krugman: “El tamaño del déficit comercial no debe verse como una cuenta por cobrar sino como el reflejo de una economía que compra más porque tiene poder adquisitivo”.

Una batalla política por el presupuesto en paralelo

Mientras tanto, otra tormenta se desataba en el Congreso: algunos republicanos frenaban el avance del plan de presupuesto de Trump, que incluye grandes recortes sociales, reducción del tamaño del Estado, más gastos en defensa y migración, y una extensión de exenciones fiscales. El paquete suma alrededor de $7 billones de dólares y enfrenta resistencia por su “matemática ilógica”.

Como ironizó el senador Rand Paul: “Esto se sostiene en matemáticas mágicas”. El plan también necesita elevar el techo de deuda en $5 billones para evitar que el Tesoro entre en default en agosto.

¿Qué queda después del caos?

Después de esta montaña rusa, la pregunta sigue vigente: ¿ha conducido Trump a Estados Unidos al borde de una guerra comercial global, sólo para retroceder como parte de un juego de poder con otros países y con su propio partido? ¿O es simplemente un reflejo de una administración improvisada, sin rumbo ni planificación coherente?

Las bolsas pueden haberse recuperado parcialmente y los mercados respiran… por ahora. Pero detrás del rebote viene la desconfianza. Como dijo un funcionario europeo que pidió anonimato: “Las empresas e inversores están ahora más preocupados por lo que vendrá de la Casa Blanca que por lo que puedan hacer China o Rusia”.

En definitiva, esta saga refleja una verdad incómoda: la política comercial de la mayor economía del planeta puede depender no de estudios, ni de consensos técnicos o votaciones legislativas, sino del estado de ánimo de un solo hombre con acceso a su propia red social.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press