Trump, los aranceles y la coalición dividida: ¿redefiniendo el comercio internacional o sembrando caos?

Con tarifas arancelarias masivas, una apuesta desesperada por el carbón y una economía tambaleante, la estrategia comercial de Trump divide a legisladores, empresarios y aliados internacionales

Donald Trump lo ha vuelto a hacer: ha inundado titulares y redes sociales con su más reciente capítulo de política económica, marcado por una combinación de aranceles masivos, rescate de la industria del carbón y una narrativa nacionalista de autoprotección económica. En esta ocasión, el enfoque de Trump sobre el comercio internacional y la energía revive muchas de las tensiones que marcaron su presidencia anterior… y multiplica la incertidumbre tanto dentro como fuera de EE.UU.

Entre acuerdos y amenazas: la ambigüedad estratégica de los aranceles

Menos de una hora antes del cierre bursátil del lunes, Trump recibió a la prensa en el Despacho Oval. Allí, con el mundo financiero esperando respuestas claras, el presidente generó más interrogantes que certezas. Cuando se le preguntó si los nuevos aranceles eran una táctica negociadora o medidas permanentes, respondió: “Pueden ser ambas cosas”. Esta declaración críptica incrementó las dudas de Wall Street, lo que se tradujo en una jornada bursátil gris, solo recuperada parcialmente al día siguiente con una subida del 3.4% del S&P 500.

Los mercados financieros no son los únicos desconcertados. Varios funcionarios de la Casa Blanca han ofrecido interpretaciones contradictorias del objetivo real de los aranceles, lo que ha intensificado el debate interno y generado fisuras entre asesores.

¿Medicina amarga o vendetta comercial?

Trump ha comparado los aranceles con una medicina amarga pero necesaria. El domingo, durante su vuelo de regreso a Washington, afirmó: “A veces hay que tomar medicina para solucionar las cosas”. Para él, los déficits comerciales que enfrenta EE.UU. son intolerables y reflejan un sistema global desequilibrado. Es una creencia de larga data. Como lo expresó recientemente Peter Navarro, uno de sus principales asesores comerciales: “Para EE.UU., esto es una emergencia nacional desencadenada por déficits comerciales generados por un sistema manipulado”.

Pero el enfoque duro de Navarro choca con la visión de otros miembros del equipo económico de Trump, como Kevin Hassett y Scott Bessent, quienes han insistido en que el objetivo es fomentar negociaciones con decenas de países –más de 50 según el representante comercial Jamieson Greer– para finalmente reducir barreras arancelarias de forma mutua.

La reacción internacional: entre desconcierto, ofertas y represalias

Ante el embate arancelario de Trump, muchos socios comerciales han reaccionado con sorpresa y precaución. Corea del Sur, por ejemplo, ha enviado un equipo de negociación a Washington tras una conversación entre Trump y el presidente interino Han Duck-soo. Japón, por su parte, vio cómo su índice bursátil Nikkei repuntaba un 6% tras una charla telefónica entre Trump y el primer ministro Ishiba.

Sin embargo, no todos los países están en modo conciliador. China ha respondido con la imposición de aranceles del 34% a productos estadounidenses, a lo que Trump amenazó con aumentar aún más sus propias tarifas.

Para Israel, tradicional aliado militar y político de EE.UU., la situación no es más clara. A pesar del compromiso del primer ministro Netanyahu de eliminar el déficit comercial con EE.UU., Trump tachó con firmeza cualquier concesión y recordó los miles de millones de dólares que Washington invierte en asistencia militar a Israel como argumento de fuerza.

La defensa del carbón: ¿revitalización o romanticismo industrial?

Mientras enfrenta presiones por las consecuencias de los aranceles, Trump ha redoblado su apuesta en otro frente: la industria del carbón.

Este martes firmará órdenes ejecutivas que permitirán a plantas de carbón en vías de retiro mantenerse operativas para cubrir la creciente demanda eléctrica, alimentada por centros de datos, inteligencia artificial y el auge de los autos eléctricos. Las órdenes direccionarán a agencias federales para:

  • Identificar nuevas reservas de carbón en tierras federales
  • Eliminar trabas a la minería de carbón
  • Priorizar el arrendamiento de estas tierras para su explotación
  • Fomentar la exportación de tecnologías de carbón

Nada destruye al carbón. Ni el clima, ni una bomba – nada”, declaró Trump en el Foro Económico de Davos por videoconferencia. “Tenemos más carbón que nadie.”

No obstante, expertos en energía advierten que este empuje es insostenible. Según la Administración de Información Energética (EIA), el uso del carbón en el mix energético estadounidense ha caído del 50% en 2005 a menos del 20% en 2023. A pesar de los esfuerzos de Trump, el gas natural y las renovables son más baratas y tienden a crecer de manera firme.

Congreso dividido y el debate sobre los límites del ejecutivo

A medida que la volatilidad sacude los mercados y la incertidumbre se cierne sobre las empresas, en el Congreso comienza a gestarse un movimiento bipartidista para limitar el poder presidencial en materia de comercio.

El senador demócrata Ron Wyden fue tajante: “La caótica oleada de aranceles de Trump demuestra que hemos cedido demasiado poder al Ejecutivo. Es hora de recuperarlo”. Le sigue una propuesta legislativa introducida por Wyden junto al republicano Chuck Grassley que obligaría al presidente a justificar todos los nuevos aranceles ante el Congreso, el cual tendría 60 días para aprobarlos o revocarlos.

Aunque líderes como John Thune (R-SD) aún no ven viable esta legislación, otros como el representante republicano Dan Bacon de Nebraska afirman que si el impacto económico sigue empeorando, el Congreso no dudará en actuar: “Quizá fue un error haber renunciado a esa autoridad en su momento”.

¿Realismo o delirio? El extraño equilibrio de Trump

Trump parece convencido de que puede forzar nuevas reglas en el comercio global usando el poder de los aranceles como un martillo. Para algunos, como el portavoz republicano Mike Johnson, esa postura es necesaria para reducir un déficit comercial que superó los 1.2 billones de dólares en 2024.

Pero para muchos otros –dentro y fuera del Congreso– la estrategia no solo pone en riesgo millones de empleos sino que instala un clima de incertidumbre difícil de manejar. Mientras los expertos denuncian un uso nocivo del poder ejecutivo, y los líderes extranjeros buscan cuadrar los mensajes contradictorios provenientes de Washington, el tablero económico global se enfrenta a una tensión sin precedentes.

La Casa Blanca, por ahora, navega entre el ruido y las amenazas, proyectando una imagen de fuerza que, en lugar de persuadir, profundiza la fragilidad de los mercados y la polarización política doméstica.

¿Estamos realmente ante una revolución comercial? ¿O frente a un gobierno que utiliza las herramientas correctas de forma equivocada? El tiempo –y el mercado– darán su veredicto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press