Coliseo bajo asedio: El turismo atrapado entre reventas, automatización y malas prácticas en Roma

Una investigación revela cómo agencias y operadores turísticos manipularon el acceso al monumento más visitado de Italia. ¿Se está convirtiendo el turismo en un lujo elitista?

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Por décadas, el Coliseo de Roma ha sido el símbolo por excelencia del legado romano y uno de los destinos turísticos más codiciados del planeta. Pero tras una reciente investigación por parte de la Autoridad de Competencia italiana (AGCM), se ha descubierto que el acceso a este monumento ha sido, en realidad, un lujo manipulado por agencias y grupos turísticos.

Coliseo: víctima de su propio éxito

En el año 2023, el Parque Arqueológico del Coliseo recibió más de 12,3 millones de visitantes, según reportó el diario económico il Sole 24 Ore. Este auge turístico ha hecho del monumento no solo un centro de cultura, sino también una mina de oro para la industria del turismo. Sin embargo, no todos han jugado limpio en este lucrativo negocio.

Multas millonarias por prácticas abusivas

La AGCM impuso multas por un total de 20 millones de euros a seis agencias de turismo y plataformas de reventa por prácticas que dificultaban el acceso normal a las entradas. La Società Cooperativa Culture, quien gestionó la boletería del Coliseo desde 1997 hasta principios de 2024, recibió la mayor sanción: 7 millones de euros. Esta agencia vendía entradas a través de paquetes que incluían guías turísticos o accesos para saltarse la fila, con precios escandalosamente inflados.

Según la propia página del Parque Arqueológico, la tarifa regular para adultos es de 18 euros, que otorga acceso al primer piso del Coliseo por aproximadamente 20 minutos. No obstante, muchos turistas terminaban pagando hasta el triple por los mismos boletos debido a estos ensamblajes comerciales disfrazados de “ofertas especiales”.

El robo tecnológico: bots y sistemas automatizados

Una de las revelaciones más chocantes fue el uso de bots informáticos por parte de operadores turísticos de Italia, Alemania, los Países Bajos e Irlanda para adquirir cientos de entradas tan pronto salían a la venta. Esto impedía que turistas individuales pudieran comprar boletos a precio justo en la web oficial, forzándolos a acudir a revendedores.

Esta clase de especulación tecnológica es una forma moderna de acaparamiento, donde la automatización y la rapidez del software aventajan al público general. Una práctica que, aunque conocida en otros sectores (como la compra de entradas para conciertos o sneakers en edición limitada), ahora infecta también al patrimonio cultural.

¿Qué papel juega el gobierno italiano?

El Ministerio de Cultura de Italia ha delegado la administración del Coliseo en el Parque Arqueológico, pero la gestión de la boletería había sido concesionada durante años a terceros. Esta subcontratación fue lo que permitió que se instauraran sistemas oscuros de manejo y distribución de boletos amparados en legalismos contractuales.

Ahora, frente a la presión mediática y la indignación pública, se anuncia una reforma integral del sistema de venta online, cuya principal característica será un filtro anti-bots y mayor control sobre cuántos boletos pueden ser adquiridos por usuario.

¿Turismo de masas o turismo elitista?

El caso del Coliseo refleja una problemática global: el turismo masivo ha llegado a su punto de inflexión. Monumentos como la Torre Eiffel, la Sagrada Familia, las Cataratas del Niágara y Machu Picchu han pasado de ser íconos del patrimonio compartido de la humanidad a estar cada vez más restringidos por políticas, costos, o requerimientos logísticos.

En Roma, este fenómeno plantea una contradicción: en teoría, cualquier persona con 18 euros debería poder visitar el Coliseo. En la práctica, lograr una entrada en línea para una fecha próxima en temporada alta exige suerte, paciencia e incluso astucia digital.

La experiencia del visitante: ¿vale realmente la pena?

Incluso para quienes logran superar la barrera de las entradas infladas o las reventas, el Coliseo ofrece una experiencia que, a menudo, resulta frustrante. Visitas cronometradas, espacios abarrotados y tiempos de espera largos se suman a la desilusión de haber pagado precios abusivos. Esto ha llevado a críticos del turismo de masas a preguntarse: ¿Estamos pagando por una experiencia o por una foto?

“El turismo cultural debería ser accesible y educativo, no una extravagancia elitista vendida a través de algoritmos”, comentó el sociólogo italiano Giovanni Tricoli en una entrevista a La Repubblica.

Plataformas en la mira: ¿y la responsabilidad digital?

Muchos de estos revendedores operan con licencias dudosas en plataformas como Viator, GetYourGuide o incluso directamente en Google Ads. Aunque las plataformas digitales argumentan que solo conectan oferta con demanda, han recibido críticas por fomentar prácticas predatorias y no establecer controles claros sobre lo que se ofrece en su nombre.

La AGCM ha indicado que próximamente iniciará una fase de monitoring de plataformas digitales para analizar cómo filtran (o no) este tipo de servicios especulativos.

¿Un nuevo modelo de turismo cultural?

Mientras se discuten soluciones, algunas ciudades están implementando modelos alternativos de gestión turística. En Ámsterdam, existen límites por zonas para controlar la densidad de turistas. En Venecia, el cobro por ingreso diurno a la ciudad busca regular los flujos masivos. Quizás Roma deba mirar estos modelos como referencia para no sacrificar su herencia en el altar del turismo insostenible.

La paradoja del patrimonio cultural

El Coliseo fue construido hace más de 1900 años para el disfrute colectivo del pueblo romano. Hoy, su acceso se ve definido por matrices algorítmicas, intereses económicos y la vorágine digital. El mismo símbolo del entretenimiento público está siendo absorbido por dinámicas privadas.

No se trata solo de una multa. Se trata de cómo el turismo y el acceso a la cultura están siendo cada vez más secuestrados por intereses particulares. Y ahí está el verdadero debate: ¿debemos permitir que agentes privados dicten cómo y cuánto cuesta disfrutar de los bienes culturales universales?

El Coliseo, con toda su majestuosidad, podría dejar de ser un símbolo del pueblo para convertirse en un ejemplo más de exclusión turística si no se toman acciones decisivas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press