Trump, Alabama y los aranceles: ¿El precio de una economía ‘America First’?

El fervor conservador choca con los intereses económicos locales en el corazón republicano del sur de EE.UU.

Por años, Alabama ha sido un bastión indiscutible del Partido Republicano, un estado donde Donald Trump sigue siendo una figura casi mítica. Pero los recientes movimientos económicos y políticos del expresidente podrían poner a prueba hasta las lealtades más férreas entre sus seguidores.

Una cena de victoria en medio del caos

En Birmingham, Alabama, miembros del Partido Republicano estatal celebraron recientemente el "Trump Victory Dinner", un evento donde se respiraba euforia por el regreso político del expresidente. El presidente del partido estatal, John Wahl, no escatimó en elogios a Trump ni en advertencias para sus detractores: "El Partido Republicano de Alabama les comprará un boleto de avión a cualquier país que quieran".

Entre los asistentes estuvieron Donald Trump Jr. y múltiples funcionarios estatales, incluyendo legisladores y donantes. Mientras tanto, en el contexto internacional y económico, el mundo vivía un verdadero terremoto: una fuerte caída en los mercados provocada por los nuevos aranceles impuestos por Trump a docenas de países.

La contradicción económica de ser trumpista en Alabama

El Estado del Algodón es uno de los más beneficiados históricamente por la redistribución económica del Gobierno federal. Según datos del Pew Charitable Trusts, Alabama recibe más fondos federales de los que aporta en impuestos, lo que lo convierte en un "receptor neto" del presupuesto de Washington.

Esa dependencia incluye desde los fondos para Medicare y Medicaid, vitales para un sistema de salud dominado por el University of Alabama at Birmingham (UAB), hasta inversiones multimillonarias en infraestructura como la Interstate 65, que conecta el interior del estado con importantes centros urbanos.

El senador estatal y veterano político Jabo Waggoner no lo oculta: "Trump es el presidente más popular aquí desde Ronald Reagan, sin duda alguna". Sin embargo, eso no impide que surjan dudas entre los seguidores conservadores sobre hasta dónde llegará la agenda de Trump sin dañar a su propia base.

¿Beneficio a largo plazo o boomerang económico?

Muchos líderes republicanos de Alabama apoyan los aranceles como una herramienta de presión para negociar mejores condiciones internacionales. Terry Martin, miembro del comité del condado de Tallapoosa, cree que "Trump ahora tiene algo con lo que negociar". Pero también reconoce que los precios subirán: "Las partes que vienen del extranjero... eso se va a poner caro".

Un ejemplo claro es el área automotriz. La planta de Mercedes-Benz en Tuscaloosa es un símbolo del éxito del sur industrial. Aunque ha generado empleos bien remunerados, depende en gran parte de piezas importadas. Estos aranceles podrían impactar directamente la cadena de suministro.

El dilema de los migrantes y la agricultura

Alabama es también un estado predominantemente agrícola. Sus granjas y plantas procesadoras de carne dependen del trabajo migrante, muchas veces en situación irregular. El ex secretario de Estado John Merrill recuerda que durante la presidencia de Barack Obama, el estado aprobó una dura ley migratoria... para luego revertirla tras la presión de los empresarios.

Ahora, el Partido Republicano estatal propone una política migratoria “más matizada”. Wahl reconoce: "Es posible asegurar la frontera y a la vez considerar a los migrantes que merecen estar aquí". Se trata, afirma, de un enfoque de doble vía.

Una nueva era de austeridad (¿selectiva?)

El equipo de Trump, con el respaldo del Congreso liderado por los republicanos, ha impulsado la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por el empresario Elon Musk. Su misión: recortar drásticamente el gasto federal. Pero eso puede significar menos fondos para proyectos como escuelas, hospitales, infraestructura e incluso Defensa.

Denise Bates, presidenta del partido en el condado de Tallapoosa, se mostró cautelosa: "Espero que haya límites. No puedo decir que estoy 100% de acuerdo con eliminar el Departamento de Educación".

Trump, el negociador nato ante un mundo incierto

Trump ha logrado conservar su imagen de hombre de negocios que viene a arreglar las cosas. Así lo explica John Wahl: "Va a traer a todos a la mesa de negociaciones. Vamos a ver cómo el negociador hace negocios".

Pero los retos no son menores. Desde la guerra en Gaza hasta las tensiones con Irán, pasando por la posible normalización con Arabia Saudita (y sus implicancias sobre el conflicto palestino-israelí), Trump deberá demostrar que puede transformar el caos en ganancias diplomáticas.

Mientras tanto, el anuncio de Israel de eliminar todos los aranceles a productos estadounidenses no logró evitar que el país fuera incluido entre los destinatarios de los nuevos aranceles. Con una tarifa del 17%, Israel se suma a la lista de afectados en el "Día de la Liberación", como apodó Trump a su jornada de tarifas globales.

Una paradoja en tiempo real

Alabama, como ejemplo de estado profundamente republicano y dependiente del gasto federal, encarna la paradoja del proyecto Trumpista. Por un lado, el deseo de independencia económica, orgullo nacional y represalias comerciales. Por otro, una estructura económica local íntimamente entrelazada con las políticas federales que ahora se buscan desmantelar.

El propio Tommy Tuberville, senador y aliado fiel de Trump, lo resumió sin rodeos en el evento de Birmingham: "Ya estamos quebrados. Es hora de nivelar el campo de juego y decirle al mundo que empiece a cargar con su parte justa".

Esa frase encontró aplausos y vítores en la sala. Pero fuera de ella, en los campos, hospitales, carreteras y fábricas de Alabama, la pregunta es otra: ¿hasta dónde se puede ajustar sin romperse?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press