La revolución laboral en EE. UU.: ¿Es justo recibir beneficios por estar en huelga?

Oregón y Washington podrían convertirse en pioneros al otorgar beneficios de desempleo a trabajadores en paro. ¿Victoria obrera o riesgo económico?

En medio de un resurgimiento del activismo laboral en Estados Unidos, dos estados del noroeste del país podrían estar a punto de marcar historia con legislaciones que desatarán debates intensos sobre derechos laborales, economía y el papel del Estado: Oregón y Washington están considerando otorgar beneficios de desempleo a trabajadores en huelga.

Una propuesta pionera: pagar por protestar

En Oregón, el proyecto de ley permitiría el pago de beneficios de desempleo incluso a empleados públicos que hacen huelga, algo inédito en el país. Actualmente, la mayoría de los estados prohíben que los trabajadores del sector público se declaren en huelga. Washington iría más allá aún: su medida busca otorgar beneficios económicos a empleados del sector privado en paro por hasta 12 semanas.

Esto es significativo porque, según el Economic Policy Institute (EPI), solo dos estados –New York y New Jersey– ofrecen actualmente beneficios similares. De aprobarse, Washington y Oregón se convertirían en los primeros en ampliar este derecho de forma tan clara, en un contexto nacional donde el movimiento sindical ha retomado protagonismo.

Nueva generación de huelgas

Las recientes huelgas reflejan un nuevo fenómeno en el escenario laboral estadounidense. No se trata únicamente de los trabajadores tradicionales industriales. Enfermeros, maestros y empleados tecnológicos también han protagonizado paros importantes. Entre los casos destacados:

  • Una huelga en ocho hospitales de Providence en Oregón durante seis semanas.
  • El paro docente en Portland, que cerró las escuelas durante más de tres semanas.
  • La huelga de trabajadores de Boeing, con más de 32,000 empleados, que paralizó la producción durante varios meses.

Estos eventos han puesto en evidencia las tensiones entre los trabajadores que demandan mejores condiciones y empresas que alegan dificultades económicas por tarifas comerciales y recortes presupuestarios federales.

¿Qué dicen los defensores?

Quienes impulsan estas legislaciones sostienen que proteger a los trabajadores durante una huelga no solo es justo, sino necesario para un campo de negociación equilibrado. Así lo expresó el senador Demócrata Marcus Riccelli de Washington:

“La realidad es que sin una red de seguridad social, los trabajadores enfrentan presiones enormes para poner fin a la huelga o incluso para no iniciarla.”

Además, el analista del EPI Daniel Pérez argumenta que las huelgas largas son poco comunes y que el impacto económico es mínimo. Según sus cifras:

  • Más del 50% de las huelgas en EE. UU. duran dos días o menos.
  • Solo el 14% superan las dos semanas, el umbral mínimo para recibir ayuda según los proyectos.
  • El impacto presupuestario de otorgar este beneficio es inferior al 1% del gasto total en seguros de desempleo en todos los estados que lo han analizado.

Para el portavoz del sindicato SPEEA de ingenieros de Boeing, Bryan Corliss, los trabajadores de bajo salario serían los más beneficiados:

“Si estos trabajadores pudieran permitirse estar en huelga más de uno o dos días sin enfrentar el riesgo de desalojo, eso obligaría a las empresas a negociar de verdad.”

Lo que dicen los opositores

Los detractores –desde patronales hasta legisladores republicanos– critican que esto desequilibra la mesa de negociación laboral y pone en riesgo el fondo de desempleo. Lindsey Hueer, directora de asuntos gubernamentales de la Asociación de Negocios de Washington, expresó en una audiencia:

“Es inapropiado alterar la negociación de modo que las empresas terminen costeando la huelga.”

En las legislaturas, propuestas para acortar el tiempo de elegibilidad o requerir que los huelguistas busquen trabajo alternativo fueron rechazadas por mayorías demócratas. Sin embargo, incluso dentro del partido hay desacuerdos.

La Senadora Demócrata Janeen Sollman, por ejemplo, votó en contra en Oregón. Afirmó que las implicaciones para empleadores públicos como los distritos escolares –que no aportan al fondo de desempleo como sí lo hacen las empresas privadas– podrían ser severas.

Impacto en empleadores públicos y privados

Los opositores temen que, al añadir cobertura a trabajadores públicos, esto obligue al Estado o a las escuelas a asumir los desembolsos de inmediato, ya que muchos no participan en el fondo de desempleo estatal. En contraste, el Senador Chris Gorsek, que votó a favor, refutó:

“Los empleadores públicos ya tienen presupuestado el salario. Cuando un trabajador está en huelga, no se le paga. Los beneficios de desempleo son una fracción –hasta el 65% del salario– y están limitados. Solo se pierde dinero si se contrata a reemplazos.”

Una señal nacional

La discusión se produce mientras Connecticut revivió un proyecto similar tras haber sido vetado por su gobernador. La tendencia está claramente tomando fuerza.

En un país con una historia de leyes laborales conservadoras, que ha visto un declive constante del poder sindical desde los años 80, estas propuestas representan una nueva etapa. Como bien apunta el caso de Boeing, con pérdidas multimillonarias tras meses de huelga, los empleadores enfrentan ahora una disyuntiva: negociar con mayor seriedad o asumir el costo creciente del descontento.

¿Es esto justicia social o incentivo para el caos?

Todo depende del prisma desde el que se mire. Los defensores ven una reivindicación de décadas de lucha obrera e incluso una manera de contener huelgas más largas y costosas mediante el equilibrio en la negociación.

Los críticos, por su parte, alertan que el riesgo de abuso puede convertirse en la nueva norma, alentando paros donde antes se intentaba la conciliación. Un entorno ya complejo por tensiones económicas puede volverse más inestable.

En cualquier caso, ambos proyectos ya pasaron sus respectivas cámaras senatoriales y se acercan a la etapa final en la Cámara de Representantes de cada estado. Su aprobación marcará un hito que hará eco en otras jurisdicciones con sindicatos poderosos y luchas laborales activas.

¿Estamos atentos a una nueva era de fortalecimiento sindical en América del Norte?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press