Ken Paxton, Trump y el fin silencioso de una investigación por corrupción que sacudió a Texas
Conexiones políticas, traiciones internas y decisiones polémicas del Departamento de Justicia marcan la historia de una investigación que pudo cambiar el rumbo del poder republicano
Una decisión en silencio que resuena en Texas
En los últimos días de la administración de Joe Biden, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ, por sus siglas en inglés) tomó una decisión que ha pasado desapercibida para muchos: no procesar al fiscal general de Texas, Ken Paxton, por cargos de corrupción. La resolución, nunca comunicada públicamente, cierra una de las más polémicas y potencialmente disruptivas investigaciones por corrupción política a nivel estatal de los últimos años.
Este cierre silencioso representa el fin de un proceso que comenzó en 2020, cuando ocho de los asesores más cercanos de Paxton lo denunciaron ante el FBI por presunto abuso de poder y soborno en beneficio del empresario y donante de campaña Nate Paul. En medio de este proceso, Paxton, uno de los aliados políticos más fieles de Donald Trump, ha sorteado con resiliencia todo tipo de tempestades judiciales y políticas.
¿Quién es Ken Paxton y por qué importa su historia?
Ken Paxton, republicano y actual fiscal general de Texas desde 2015, es una de las figuras más controvertidas dentro del Partido Republicano. No sólo ha sido un defensor férreo de las teorías de fraude electoral promovidas por Trump tras las elecciones de 2020, sino que también ha estado envuelto en numerosos escándalos legales.
- Paxton fue acusado en 2015 de fraude en valores, un caso que terminó resolviéndose con el pago de casi 300.000 dólares en restitución a los inversionistas afectados.
- En 2023 fue sometido a un proceso de impeachment impulsado por la Cámara de Representantes de Texas debido a las mismas acusaciones formuladas por sus asesores, pero fue absuelto por el Senado estatal —donde su esposa ocupa un escaño.
- Ha sido investigado por el Colegio de Abogados de Texas por su intento de revertir las elecciones de 2020.
El combinado de escándalos y lealtades políticas no ha impedido que Paxton siga creciendo. Actualmente contempla competir por un escaño en el Senado de EE. UU., posiblemente desafiando al republicano John Cornyn.
Las acusaciones: tráfico de influencias y favores personales
En octubre de 2020, ocho miembros del equipo más cercano de Paxton alertaron al FBI de que su jefe habría usado la oficina del Fiscal General de Texas para favorecer ilegalmente los intereses del empresario Nate Paul. A cambio, según el testimonio de varios funcionarios, Paul habría financiado reformas en el hogar de Paxton y le habría ofrecido empleo a una mujer con la que Paxton mantenía una relación extramarital.
“Los denunciantes —todos conservadores— hicieron lo correcto y continúan respaldando sus alegaciones sobre la conducta criminal de Paxton”, declararon sus abogados, TJ Turner y Tom Nesbitt.
De fiscales texanos a Washington: el caso cambia de manos
La investigación inicialmente era conducida por fiscales federales en Texas, quienes consideraban que existía evidencia suficiente para enjuiciar a Paxton. No obstante, el caso pasó inesperadamente en 2023 a la sección de Integridad Pública del Departamento de Justicia en Washington, la cual supervisa investigaciones de corrupción pública.
Algunos observadores señalaron que el cambio respondía a presiones políticas o incluso a una estrategia legal de la defensa de Paxton. Desde entonces, no se volvió a saber mucho del caso hasta que recientemente se supo que el DOJ cerró la investigación sin presentar cargos.
La desconcertante decisión del DOJ
Dos fuentes anónimas confirmaron que el DOJ tomó la decisión de no procesar a Paxton en las últimas semanas del mandato de Biden, siguiendo la recomendación de un oficial de carrera que consideraba difícil alcanzar una condena. La resolución se tomó sin intervención de funcionarios designados políticamente —una práctica estándar para evitar percepciones de partisanismo.
No obstante, para muchos, esta decisión representa otra capa de impunidad en la extensa trayectoria legal de Paxton. De hecho, algunos de los denunciantes calificaron la decisión del DOJ de ser un reflejo de "cobardía política".
Nate Paul, el empresario en el centro del escándalo
Nate Paul, el empresario acusado de beneficiarse de los favores de Paxton, finalmente se declaró culpable en enero de 2024 de hacer declaraciones falsas a bancos con el fin de obtener más de 170 millones de dólares en préstamos.
Este desenlace judicial acentúa las dudas sobre la decisión del DOJ de no imputar cargos a Paxton, dado que los hechos que llevaron a la condena de Paul están directamente conectados a las acusaciones contra el fiscal texano.
¿Hasta dónde llega la influencia de Paxton?
En los últimos años, Paxton ha tejido una red de influencia sólida dentro del Partido Republicano, especialmente entre las alas más conservadoras. Ha sido orador frecuente en mítines de Trump y colega de confianza en batallas legales destinadas a desafiar las políticas federales demócratas.
En mayo de 2024, Paxton estuvo presente en Nueva York durante el juicio por el escándalo del pago por silenciar a Stormy Daniels, mostrando así su inquebrantable apoyo a Trump. Incluso su nombre se ha manejado como posible candidato a liderar el Departamento de Justicia en un posible segundo mandato del expresidente.
Implicaciones futuras: Paxton en la escena nacional
Con el archivo de esta investigación federal, Paxton queda con un camino relativamente despejado para sus ambiciones políticas nacionales. Su posible candidatura al Senado enfrenta todavía múltiples variables, incluida la eventual postulación de Sen. John Cornyn a la reelección—pero su influencia dentro del trumpismo duro lo posiciona como un contrincante serio.
De ser elegido Senador, Paxton podría convertirse en uno de los principales bastiones del ala MAGA en el Congreso, moldeando debates clave sobre reforma judicial, restricciones migratorias y libertades religiosas.
¿El fin de la rendición de cuentas o una simple falta de evidencia?
El caso Paxton plantea incómodas preguntas sobre el alcance y la eficacia del control institucional sobre figuras poderosas. ¿Fueron insuficientes las pruebas? ¿Tuvo más peso la dificultad de conseguir una condena que los méritos del caso?
Para muchos ciudadanos, el caso resuena como prueba de que quienes están en el poder pueden eludir consecuencias reales. Como mínimo, el cierre del caso sin juicio deja intacto el debate público sobre la transparencia, el castigo por corrupción y el verdadero papel de las instituciones en proteger la integridad gubernamental.
En tiempos de polarización política, la historia de Ken Paxton representa mucho más que un asunto legal. Es una ventana al alma de la política estadounidense contemporánea; un escenario donde las lealtades pesan más que las leyes y donde el aparato institucional parece cada vez más incapaz de hacer rendir cuentas a los poderosos.