Tocorón: El paraíso criminal del Tren de Aragua que se convirtió en una bomba migratoria latinoamericana
De prisión cinco estrellas en Venezuela a red criminal internacional: cómo una cárcel convirtió a una pandilla en un problema continental
El Centro Penitenciario de Aragua, conocido como Tocorón, dejó de ser un simple presidio en Venezuela para convertirse en el cuartel general de la pandilla más peligrosa del país: el Tren de Aragua. Lo que comenzó como una organización delictiva entre rejas terminó extendiéndose por América Latina gracias al abandono estatal, la corrupción y una inédita concentración de poder criminal.
¿Qué era Tocorón antes de entrar en el centro de la crisis criminal de Latinoamérica?
Ubicado en el estado Aragua, este reclusorio fue durante más de una década un territorio sin ley. Allí, los presos vivían con lujos impensados: piscinas, discotecas, un zoológico, restaurantes y hasta un casino. Todo controlado por un solo hombre: Héctor "Niño" Guerrero.
El líder de la banda dominaba no solo la cárcel, sino también, en muchos sentidos, la vida de los pobladores del pueblo de Tocorón. Miguel Ponce, residente del lugar, recuerda con miedo: “Esto, aquí, Tocorón, estaba totalmente controlado. No podíamos ni hablar”.
El Tren de Aragua: el nacimiento de un monstruo
Fundado en 2013 con Guerrero a la cabeza, el Tren de Aragua aprovechó el caos económico y social de Venezuela para crecer. En ese momento comenzaba una de las peores crisis económicas de la historia suramericana: escasez de alimentos, inflación del 9.586% en 2018 según el FMI, y migración masiva.
Mientras tanto, en Tocorón, los presos organizaban el crimen a gran escala. Según la periodista venezolana Ronna Rísquez, autora del libro "El Tren de Aragua: la banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina", los internos ganaban más poder que los propios militares que debían resguardarlos.
Una prisión de lujo, una ciudad paralela
La cárcel se convirtió en un microcosmos donde solo reinaban las leyes del Tren. Quienes pagaban su "vacuna" —el impuesto semanal impuesto por los cabecillas— podían disfrutar de comodidades, recibir visitas por semanas enteras y consumir productos alimenticios de contrabando. Se estima que solo con estas "vacunas" internas, la pandilla recaudaba más de 3,5 millones de dólares anuales.
Pero no todo era color de rosa. Los que no podían pagar eran vejados, castigados o incluso asesinados. Fuera de Tocorón, todo un ecosistema ilegal rodeaba a la prisión y servía al Tren, desde comida hasta combustible ilegal.
¿Cómo logró expandirse a nivel internacional?
El primer paso para la expansión del Tren de Aragua fuera de Venezuela fue la diáspora migratoria. Con más de 7,7 millones de venezolanos refugiados o migrantes, la pandilla aprovechó las rutas migratorias para sembrar células en países como Colombia, Perú, Ecuador y Chile.
Allí se dedicaron a actividades como:
- Extorsión a migrantes vulnerables
- Tráfico de personas
- Préstamos "gota a gota" con interés usurero
- Control de prostitución y microtráfico
En Colombia, autoridades los vincularon con hallazgos de 19 cuerpos desmembrados en Bogotá en 2022. En Chile, se les acusa del asesinato de un exmilitar venezolano exiliado. Estas actividades estremecieron sociedades generalmente resilientes al crimen organizado extranjero.
La operación para desmantelar el poder en Tocorón
El 20 de septiembre de 2023, el gobierno de Nicolás Maduro anunció su ofensiva más importante contra el Tren: una redada de más de 11.000 soldados en Tocorón. Objetivo: recuperar el control de la cárcel.
Durante la operación se destruyeron los "lujos carcelarios", pero su líder, "Niño Guerrero", escapó. Expertos señalan que la intervención, aunque tardía, era inevitable por la presión internacional y los costos simbólicos de mantener una "república criminal" dentro del Estado venezolano.
¿Estados Unidos se enfrenta ahora al Tren de Aragua?
En 2024, la administración de Joe Biden sancionó al grupo. Y más recientemente, el expresidente y nuevamente candidato Donald Trump designó al Tren de Aragua como organización terrorista extranjera, usando su imagen para alimentar su narrativa antiinmigrante en medio de la campaña.
Trump fue más allá: ha deportado supuestos miembros del Tren a lugares como la prisión de máxima seguridad de El Salvador y la base de Guantánamo, sin pruebas claras de su afiliación y, en varios casos, con alegatos de error de identidad.
Se generó así una nueva controversia: el estigma del tatuaje latinoamericano. Hay venezolanos deportados que aseguran haber sido señalados basados únicamente en tener símbolos como dados o trenes tatuados, comunes en estos colectivos.
¿Una amenaza exagerada?
Ronna Rísquez aclara que sí hay miembros de la banda en EE.UU., pero que el alcance no está claramente definido.
“El problema es: ¿qué miembros del Tren están en EE.UU., dónde están y cuántos son? Eso no está claro. Y con todo lo que está ocurriendo, es cada vez menos evidente”, apuntó la investigadora.
La narrativa oficial, sin embargo, ya está instalada. Una presentación del Departamento de Seguridad Pública de Texas en septiembre de 2024 identificó su presencia en al menos 6 estados en EE.UU..
Una amenaza regional con tintes políticos
Más allá del aspecto criminal, el fenómeno del Tren de Aragua plantea preguntas profundas sobre:
- La debilidad institucional venezolana
- Las consecuencias de una migración masiva sin precedentes en la región
- El riesgo de criminalizar migrantes por prejuicio o sin pruebas
- La instrumentalización política del crimen organizado
Mientras en Tocorón ahora reina el silencio y las calles lucen desiertas, su sombra sigue proyectándose en varias capitales del continente. Es el legado de una pandilla que nació entre rejas, pero que el Estado dejó escapar tanto literal como simbólicamente.
La región enfrenta ahora el reto de combatir su alcance sin caer en políticas simplistas, xenófobas o legalmente insostenibles. Un equilibrio complejo en el que se juega no solo la seguridad, sino la dignidad de millones de migrantes inocentes.