Lucy McBath y el futuro político de Georgia: ¿la última esperanza demócrata al gobierno estatal?

Mientras enfrenta desafíos personales, la congresista Lucy McBath redefine su rol en el panorama político de Georgia y marca el rumbo para una generación de líderes progresistas

Lucy McBath: una figura transformadora en la política estadounidense

Lucy McBath no es una congresista más del estado de Georgia. Desde que en 2018 venció a la republicana Karen Handel para ganar el escaño del norte de Atlanta, una región anteriormente dominada por conservadores y cuna del mismísimo Newt Gingrich, se ha convertido en una de las principales voces progresistas del país. Su historia personal –una madre que transformó la tragedia del asesinato de su hijo en una causa nacional– la ha catapultado a una plataforma de liderazgo indiscutible. Sin embargo, su reciente anuncio de suspender su campaña exploratoria a la gobernación de Georgia en 2026 deja entrever un nuevo giro político en el siempre complejo tablero del sur estadounidense.

Un retiro inesperado (aunque temporal)

McBath tomó la decisión de pausar sus aspiraciones al ejecutivo estatal debido a la delicada salud de su esposo Curtis, quien atraviesa complicaciones tras una cirugía por cáncer. Esta pausa tiene implicaciones no solo personales, sino profundas consecuencias para el escenario político de Georgia. Su vocero Jake Orvis aclaró que McBath no descarta competir en 2026, pero por ahora su foco está en su familia. Aun así, permanecerá en el Congreso representando a Georgia.

Esto deja al Partido Demócrata en incertidumbre de cara a una elección crucial, con el gobernador republicano Brian Kemp fuera de la contienda tras completar sus dos períodos. Otros posibles contendientes demócratas, como la exalcaldesa de Atlanta Keisha Lance Bottoms, el senador estatal Jason Esteves y el exjefe ejecutivo del condado DeKalb, Michael Thurmond, han mostrado interés, pero McBath era una de las figuras con más peso y proyección nacional.

Una campeona del control de armas

La notoriedad de McBath no se limita al Congreso. Su activismo nació del dolor. En 2012, su hijo Jordan Davis, de apenas 17 años, fue asesinado en Jacksonville, Florida, por un hombre blanco molesto por la música alta que el joven escuchaba con sus amigos. McBath, entonces azafata de vuelo, canalizó su dolor en acción política con un activismo incansable a favor del control de armas. Respaldada financieramente por Michael Bloomberg y otras organizaciones antigun, se convirtió en símbolo de aquella fuerza ciudadana que exige reformas responsables sin eliminar el derecho a portar armas bajo condiciones seguras.

Desde el Congreso, ha impulsado leyes claves como la que endurece la verificación de antecedentes para compradores jóvenes de armas, restringe el acceso a ellas a ofensores por violencia doméstica y apoya leyes de ‘bandera roja’ (red flag) que permiten retirar armas a personas potencialmente peligrosas. También ha liderado eventos de alto perfil, incluyendo su participación en horario estelar durante la Convención Nacional Demócrata de 2024, al frente de un grupo de sobrevivientes y familiares de víctimas de la violencia armada.

El perfil de McBath: una candidata estatal inusual

Pese a la suspensión de su campaña, la congresista sigue siendo una de las cartas más fuertes del progresismo del sur. A diferencia de muchos de sus colegas, McBath ha representado a múltiples distritos, producto de las consecuencias del censo de 2020 y las subsecuentes redistribuciones ordenadas por las cortes. Esta movilidad geográfica le ha obligado a conectar con un electorado diverso que abarca desde las afueras de Atlanta hasta su lado oeste, lo cual la convierte en una candidata sólida a nivel estatal.

Como Stacey Abrams, que ya ha perdido dos contiendas por la gobernación ante Kemp pero mantiene la posibilidad de intentarlo por tercera vez, McBath representa la posibilidad de que una mujer negra llegue por primera vez al puesto más alto del ejecutivo estatal en EEUU. Hasta ahora, ninguna mujer afroamericana ha sido electa gobernadora de un estado estadounidense.

Luces y sombras del camino demócrata en Georgia

El futuro de Georgia se juega entre la esperanza demócrata alimentada por los logros obtenidos durante las elecciones de 2020 (cuando Biden ganó el estado y Jon Ossoff y Raphael Warnock rompieron el dominio republicano en el Senado) y un resurgir republicano más organizado, concentrado en mantener el control estatal. Figurones como el actual fiscal general Chris Carr ya están en campaña y el vicegobernador Burt Jones se perfila como un candidato fuerte. Ambos representan el núcleo duro conservador que buscará retomar el control que fue parcialmente erosionado en la última presidencial.

Además, el impacto del endurecimiento de las leyes electorales tras la derrota de Trump en Georgia aún se siente. La ley SB 202, conocida como una de las más restrictivas del país, introdujo nuevos requisitos de identificación para votos por correo, eliminó un gran número de urnas en áreas demócratas, y restringió prácticas solidarias como entregar botellas de agua a los votantes en fila. Aunque sus proponentes afirman que no tuvo impacto negativo –e incluso que la participación negra aumentó–, un análisis del Brennan Center apunta que la participación relativa de votantes afroamericanos disminuyó un 0.6% en relación con el crecimiento de la población.

“Georgians deserve secure elections, not fabricated claims of false voter suppression meant to divide us”, dijo Pam Bondi, nueva fiscal general de EE. UU., al anunciar el retiro de la demanda federal contra la ley en abril de 2024.

Aunque aún existen múltiples demandas civiles en marcha, los observadores advierten de una tendencia preocupante: la institucionalización de barreras electorales disfrazadas de «seguridad electoral».

¿Qué puede significar para 2026?

La contienda por la gobernación podría ser uno de los principales puntos de inflexión nacional de cara a los comicios de mitad de período de la era Biden (o post-Biden). Georgia, antigua fortaleza conservadora, ahora es un campo de batalla constante. La figura de McBath, en pausa pero no retirada, sigue siendo fundamental para articular un mensaje que aglutine a una base demócrata diversa: afroamericanos, mujeres jóvenes, suburbios moderados e hispanos.

Además, su enfoque transversal –seguridad ciudadana, derechos civiles, equidad económica y la defensa del voto– la posicionan más allá de una simple estrategia electoral. Ella representa un movimiento que prioriza la dignidad, la justicia y la compasión en la práctica política.

Si en 2026 el Partido Demócrata quiere ganar Georgia, necesitará algo más que promesas y estructuras, necesitará rostros con historia, como el de Lucy McBath.

¿Y si no corre… quién puede llenar ese vacío?

Sin McBath en la carrera (por ahora), figuras como Keisha Lance Bottoms, que goza de visibilidad nacional tras su rol en la administración Biden, deben asumir ese liderazgo estatal. Michael Thurmond o Jason Esteves, con fuerte experiencia regional, también representan alternativas. Pero la falta de una figura con carisma probado a nivel nacional es una desventaja frente a la maquinaria política republicana del estado.

En última instancia, si McBath decide regresar al ruedo, lo hará con una narrativa aún más poderosa: una líder que antepuso a su familia, que regresó por un compromiso mayor con su comunidad, y que se mantuvo firme a pesar de las tormentas personales y políticas. La historia está por escribirse, y Georgia –una vez más– podría ser el epicentro de esa transformación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press