La Trampa Geopolítica en Ucrania: ¿Paz Imposible o Estrategia Calculada?
Mientras Putin rechaza intentos de tregua y Trump expresa su frustración, el conflicto sigue recrudeciéndose. ¿Qué significa esto para el futuro de Europa?
Por más de dos años, la guerra en Ucrania ha sido el epicentro del conflicto europeo más grande desde la Segunda Guerra Mundial. La situación parece entrar en su fase más estancada —pero también más peligrosa— con ataques diarios, rechazos a propuestas de paz y una diplomacia que se encuentra atrapada entre tensiones globales, cálculo político y escepticismo estratégico.
Un conflicto que no cesa: los últimos ataques en Kharkiv
Durante la madrugada del lunes, Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, volvió a ser objetivo de ataques con drones por parte de Rusia. Según el Ministerio del Interior ucraniano, tres personas resultaron heridas. En paralelo, la Fuerza Aérea de Ucrania reportó la interceptación de 131 drones Shahed y misiles balísticos por parte del ejército ruso en diversas regiones del país.
Esto se suma al panorama bélico habitual: bombardeos, artillería y ataques con drones que se producen “todos los días y noches”, como señaló el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy. “La geografía y brutalidad de los ataques rusos demuestran que a Putin no le importa la diplomacia”, dijo en su alocución dominical.
Trump, su promesa de campaña y la decepción internacional
Donald Trump hizo de la resolución rápida del conflicto ucraniano uno de sus pilares de campaña para las elecciones presidenciales. Sin embargo, su frustración ha aumentado, especialmente tras los recientes comentarios del presidente ruso Vladimir Putin, quien cuestionó la legitimidad de Zelenskyy para negociar acuerdos de paz.
Trump expresó su enojo abiertamente: “Estoy enojado, furioso”, dijo sobre lo que considera un desprecio de Putin ante posibles vías de diálogo. A pesar de ello, el Kremlin mantiene una postura ambigua. El portavoz Dmitry Peskov declaró que “Putin está abierto a contactos con Trump”, aunque remarcó que las negociaciones serán un proceso largo debido a la complejidad del asunto.
¿Una propuesta de paz en la mesa?
Estados Unidos propuso un alto al fuego de 30 días, algo que el Kremlin descartó de forma tácita al imponer condiciones “difíciles de aceptar” para un cese temporal de los ataques. Esto incluyó la recuperación de puertos seguros en el Mar Negro y garantías sobre el transporte de grano, vital tanto para la economía ucraniana como para los mercados globales.
Sin avances en ese terreno, la situación se torna paradójica. Washington presiona con nuevas sanciones económicas mientras Moscú recrudece sus condiciones, y Ucrania está en vísperas de una nueva campaña militar con apoyo de armamento occidental.
Un conflicto convertido en guerra de desgaste
Desde el inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022, la narrativa rusa ha oscilado entre los llamados “operación especial” y un conflicto inevitable contra el expansionismo de la OTAN. Por su parte, Ucrania ha logrado resistir más allá de lo esperado gracias a un masivo compromiso armamentístico de países como EE.UU., Reino Unido, Alemania y Polonia.
Ambas naciones han entrado en lo que los expertos llaman una guerra de “desgaste”. Es decir, una lucha prolongada donde ninguno puede reclamar una victoria decisiva, pero ambos asumen el costo prolongado como parte de su agenda geopolítica.
Según datos del Institute for the Study of War, se estima que más de 353.000 soldados rusos han sido heridos o muertos hasta ahora, mientras Estados Unidos evalúa que Ucrania ha sufrido cerca de 200.000 bajas militares. Las cifras son descomunales y confirman que ni siquiera una tregua parece viable sin grandes concesiones de ambos lados.
Las zonas donde la diplomacia no llega
La dificultad de lograr un acuerdo de paz también tiene que ver con elementos simbólicos e ideológicos. Para Rusia, reconocer a Zelenskyy como líder legítimo con capacidad negociadora es ceder terreno. Putin ha sido claro en muchas ocasiones al calificar al gobierno de Kiev como un “régimen títere” de Occidente.
Por su parte, Zelenskyy insiste en que no habrá diálogo sin la retirada total del ejército ruso, incluyendo las regiones ocupadas de Donetsk, Luhansk, Jersón, Zaporiyia y especialmente Crimea, anexionada en 2014.
La situación genera un punto muerto diplomático donde cada parte exige condiciones que la otra considera inaceptables como punto de partida.
¿Dónde está Europa en todo esto?
La Unión Europea ha respaldado oficialmente a Ucrania desde el comienzo de la guerra, proporcionando miles de millones de euros en ayuda humanitaria y militar. Sin embargo, algunos países temen la prolongación indefinida del conflicto y el impacto que esto puede tener en la política interna.
Además, Europa depende en gran medida del tránsito de granos y combustible por el Mar Negro, y la inseguridad en esa zona ha provocado fluctuaciones en los precios de los alimentos a nivel global. Turquía, uno de los actores que históricamente ha intermediado en el tema del transporte marítimo, también ha acusado una disminución en su capacidad de influencia.
Putin y la narrativa del tiempo: el desgaste como estrategia
En medio de todo esto, Rusia parece apostar por una estrategia de desgaste prolongado, confiando en que la atención internacional disminuirá y que las divisiones políticas en Europa y EE.UU. podrían debilitar el apoyo a Kiev.
“Es un proceso prolongado por la dificultad de su contenido”, admitió Peskov. Esta retórica no solo justifica la falta de avances, sino que insinúa que el Kremlin no está interesado en rápidos finales, sino en un desenlace que le permita mantener el control del territorio conquistado y reforzar su influencia en el espacio postsoviético.
¿Qué sigue ahora?
Los expertos coinciden en que la primavera y el verano marcarán un nuevo punto álgido del conflicto, pues tanto Ucrania como Rusia se están preparando para ofensivas. Lo que está en juego va más allá de Ucrania: la credibilidad de la OTAN, el equilibrio energético europeo y el futuro del orden mundial post-Guerra Fría.
Mientras tanto, las propuestas diplomáticas se convierten en meras declaraciones simbólicas. Y los principales líderes del mundo no logran articular una estrategia coherente que incluya tanto presión internacional como caminos reales de salida negociada.
¿Podrá Trump diseñar una salida rápida en caso de volver al poder? ¿Está dispuesto Europa a mantener una guerra sin horizonte? ¿Aceptará Rusia negociar un acuerdo sin garantías de influencia sobre Ucrania? Las respuestas siguen tan difusas como el humo que cubre a Kharkiv cada amanecer.
Lo cierto es que, en esta guerra, los fuegos de artillería han reemplazado cada vez más a las palabras. Y mientras tanto, la paz parece siempre pospuesta.