La nueva era del proteccionismo: ¿Puede sobrevivir el comercio global a las tarifas de Trump?
Mientras Trump promete una 'Liberación' con aranceles, líderes como Lula da Silva y Xi Jinping se alinean en defensa del multilateralismo
El 2 de abril marcaría, según Donald Trump, el inicio de una nueva etapa en la economía estadounidense. Con la proclamación de un supuesto “Día de la Liberación”, el expresidente pretende colocar aranceles recíprocos a casi todos los socios comerciales de Estados Unidos. Una medida que, lejos de liberar, podría desencadenar una nueva y peligrosa fase en la guerra comercial mundial. ¿Estamos ante el ocaso del libre comercio? ¿Qué consecuencias tendrá este ajuste radical del proteccionismo estadounidense? Aquí, un análisis profundo, cifras en mano, para comprender el nuevo escenario geopolítico y económico que se abre en 2024.
Trump y su cruzada arancelaria: una estrategia repetida
Desde que asumió el poder en 2017, Donald Trump dejó clara su preferencia por una política comercial agresiva. La imposición de aranceles formó parte de su visión de “America First”, en la cual buscaba reindustrializar al país, proteger empleos nacionales y reducir el déficit comercial. En su primer mandato, implementó tarifas a China, la Unión Europea, Canadá y México.
En 2024, a pocos meses de su posible retorno, Trump duplica sus esfuerzos: pretende imponer tarifas recíprocas del 20% en promedio sobre todos los productos provenientes de países que él considera “abusivos” en sus relaciones con EE.UU., una lista que incluye a aliados como Corea del Sur, la UE, Brasil e India.
El asesor comercial de Trump, Peter Navarro, afirmó que estas tarifas podrían generar $600,000 millones anuales en ingresos. Sin embargo, muchos economistas alertan que este movimiento podría encarecer los bienes, paralizar las cadenas de suministro globales y provocar represalias por parte de las economías afectadas.
Reacción internacional: Lula da Silva, Putin y Xi Jinping se alinean
Frente a este panorama, las potencias emergentes han comenzado a tomar posición. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció reuniones clave con Vladimir Putin y Xi Jinping en mayo. Su viaje incluye asistencia a la conmemoración del Día de la Victoria en Moscú (9 de mayo) y participación en el Foro China-CELAC en Beijing (12 de mayo).
Estos movimientos no son meramente simbólicos. Brasil, Rusia y China son miembros originales de BRICS, el bloque de países en vías de desarrollo establecido en 2009 para equilibrar el poder del G7. En 2024, Brasil ostenta la presidencia pro tempore del grupo y será sede de su próxima cumbre el 6-7 de julio en Río de Janeiro.
China ya ha reafirmado su intención de intensificar su cooperación con América Latina. Su canciller Wang Yi indicó: “Queremos llevar la cooperación con la CELAC a un nivel superior”. No es casual: China es el principal socio comercial de Brasil, absorbió el 28% de sus exportaciones y abasteció el 24.2% de sus importaciones en 2024, según datos oficiales. Estados Unidos, en comparación, representó solo el 15.5% de las exportaciones y el 12% de las importaciones brasileñas.
Los efectos de los aranceles en los mercados y los hogares
El anuncio de Trump ya tiene consecuencias palpables. El índice S&P 500 mostró fuertes oscilaciones, cerrando apenas con un alza del 0.6%, tras haber perdido 4.6% en el primer trimestre del año, su peor desempeño en más de dos años.
Pero más allá de los mercados, los consumidores están en la línea de fuego. Las tarifas —que incluyen un 25% sobre autos importados y partes automovilísticas a partir del 3 de mayo— encarecerán notablemente el costo de adquisición y reparación de automóviles.
Otros sectores afectados incluyen:
- Productos agrícolas: Ya están en la mira de las represalias por parte de China, que ha impuesto aranceles del 15% a múltiples bienes del agro estadounidense.
- Energía: China también coloca tarifas al gas natural licuado (GNL) y al petróleo crudo estadounidense.
- Bienes de consumo: Ropa, alimentos, tecnología y medicamentos podrían ver aumentos de precios significativos para los consumidores.
Lo que Donald Trump defiende como una estrategia para “proteger la industria estadounidense”, los expertos califican como un bumerán económico. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, advirtió: “Los aranceles generalizados actúan como un impuesto sobre el consumidor estadounidense. A largo plazo, dañan más de lo que ayudan.”
La respuesta esperada del mundo: retaliaciones y nuevos bloques
La historia es clara: las guerras comerciales rara vez terminan bien. La Unión Europea ya prepara represalias por valor de 28 mil millones de dólares si Estados Unidos ejecuta los nuevos aranceles. Esto incluiría impuestos a productos como carne de res, bourbon, motocicletas y más.
Canadá, por su parte, introdujo contra-medidas que afectan miles de millones en productos de EE.UU., mientras que México ha optado por la cautela esperando una posible desescalada, aunque podría responder próximamente.
¿El resultado? El riesgo evidente de una balkanización del comercio global, donde las alianzas comerciales se reconfiguran y los países buscan acuerdos alternativos al margen de Washington.
Lula y su defensa del multilateralismo
Durante una visita a Japón, Lula fue claro: “Estoy muy preocupado por el comportamiento del gobierno estadounidense. El libre comercio está siendo dañado y el multilateralismo, debilitado.”
Su gira internacional —que incluirá también Honduras en abril y Francia en junio— apunta a consolidar un bloque diplomático y económico alternativo que defienda el comercio justo y equilibrado frente al aislacionismo norteamericano.
Lejos de limitarse a discursos, la estrategia de Lula implica fortalecer alianzas estratégicas con China y Rusia, así como impulsar el protagonismo de América Latina a través de mecanismos como BRICS y CELAC.
¿Hacia una nueva Guerra Fría económica?
Si bien las armas nucleares no están sobre la mesa, lo que sí se perfila es un enfrentamiento global de estrategias económicas contradictorias. Estados Unidos, bajo Trump, se atrinchera en una lógica proteccionista que puede dejarlo aislado. Mientras tanto, China y sus aliados promueven una arquitectura comercial abierta y multilateral.
Los datos ya muestran las consecuencias de esta desconexión. Mientras EE.UU. aumenta aranceles, China refuerza acuerdos de libre comercio con países de Asia, África y América Latina. Y líderes como Lula buscan tejer una red de cooperación Sur-Sur que contraste frontalmente con los muros comerciales de Trump.
En un mundo interdependiente, el retorno del proteccionismo no significa solo un cambio de políticas. Es una apuesta arriesgada que desafía décadas de integración económica global. Una receta que puede terminar en un escenario caótico, donde la inflación, el desempleo y la confrontación sustituyan al crecimiento, el diálogo y la estabilidad.
Este 2 de abril, más que una “Liberación”, el mundo asiste a una encrucijada. ¿Qué camino tomará el comercio global? Solo el tiempo y las decisiones conjuntas lo dirán.