Devastación en Myanmar: Terremoto, conflicto y una emergencia humanitaria que pone al mundo a prueba
Más de 1,600 muertos, miles de desaparecidos y una nación desbordada por el dolor y la guerra; así enfrenta Myanmar una de las tragedias más graves de su historia reciente
Una tragedia que paraliza a una nación ya golpeada
El pasado viernes, Myanmar fue sacudido por un terremoto de magnitud 7.7 que tuvo como epicentro las cercanías de Mandalay, su segunda ciudad más grande con una población de 1.5 millones de personas. El desastre llegó con una fuerza devastadora, dejando más de 1,644 muertos, al menos 3,408 heridos y miles de desaparecidos.
El contexto no podría ser más complicado: Myanmar se encuentra inmerso en un conflicto civil desde el golpe militar de 2021, lo cual ha dificultado enormemente las labores de rescate. Las comunicaciones están colapsadas, muchas carreteras han desaparecido y la ayuda humanitaria se enfrenta a bloqueos, tensiones políticas y la amenaza constante de la violencia armada.
Una comunidad desgarrada, pero decidida
Mientras el reloj avanza y las probabilidades de encontrar sobrevivientes disminuyen, el verdadero rostro de la resiliencia ha sido expuesto: el de los vecinos, amigos y familiares que, con sus propias manos, palean escombros en temperaturas que superan los 41°C (106°F). La maquinaria pesada es escasa, y los rescates han sido principalmente una tarea comunitaria enfrentada a la desesperanza.
"Es principalmente gente local que está intentando encontrar a sus seres queridos", declaró Cara Bragg, directora de Catholic Relief Services en Yangon. Sus palabras reflejan el drama de miles que buscan en el polvo una chispa de vida.
Obstáculos en tierra y aire
La infraestructura clave de Myanmar ha caído, empeorando la situación. El aeropuerto de Mandalay dejó de operar, mientras que la torre de control del aeropuerto de Naypitaw, la capital, colapsó. Esto ha obligado a los equipos internacionales de ayuda a encontrar rutas alternativas difíciles y poco seguras.
El viaje por carretera desde Yangon hacia Mandalay, de 650 kilómetros, ahora dura más de 14 horas debido a desvíos, puentes caídos y escombros.
Ayuda internacional: luz entre los escombros
A pesar de los desafíos, la comunidad internacional ha comenzado a responder. Aquí destacamos algunas de las intervenciones más notables:
- India envió dos aviones C-17 con un hospital de campaña y 120 personas, estableciendo un centro de tratamiento de emergencia de 60 camas.
- China despachó 17 camiones con suministros médicos y refugios, además de 135 rescatistas y equipamiento técnico. También prometió $13.8 millones en ayuda.
- Rusia envió 120 rescatistas, equipo médico y unidades caninas, incluyendo tecnología capaz de detectar personas a 4.5 metros bajo los escombros.
- Malasia anunció el despliegue de 50 rescatistas con equipos y suministros críticos.
- Hong Kong movilizó 51 expertos con 9 toneladas de equipamiento avanzado y perros de búsqueda.
- Reino Unido ofreció un paquete de ayuda de $13 millones.
- La Unión Europea destinó 2.5 millones de euros como asistencia inicial, elevando su contribución total a más de €35 millones este año.
Un sismo en medio de una guerra
Si bien los desastres naturales tienden a unir comunidades, en Myanmar el terremoto ha golpeado un país ya fracturado. Desde el golpe de estado militar en 2021, al menos 3 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto armado, y más de 20 millones necesitan asistencia humanitaria, según la ONU.
El ejército ha perdido el control de vastas regiones del país, y las rutas hacia las áreas más afectadas pasan por zonas bajo control de diferentes grupos armados. Esto ha hecho que organizaciones de ayuda como la ONU, la Cruz Roja y otras tengan acceso limitado.
Tom Andrews, relator especial sobre la situación de derechos humanos en Myanmar, urgió al régimen militar a cesar los ataques para permitir el ingreso de ayuda humanitaria: "Los trabajadores humanitarios no deberían temer ser arrestados ni enfrentar obstáculos para llevar ayuda a quienes más la necesitan", afirmó.
Estadísticas que desgarran
Mientras los números continúan en aumento, los datos actuales son estremecedores:
- 1,644 personas muertas solo en Myanmar, con otras 17 víctimas en Tailandia.
- 3,408 heridos reportados, muchos en estado crítico.
- 139 personas desaparecidas, aunque se teme que sean muchas más sin contabilizar.
- Más de 83 personas continúan atrapadas en un edificio colapsado en Bangkok, a 1,300 km del epicentro.
Las probabilidades de encontrar personas vivas disminuyen drásticamente después de 72 horas. Los expertos estiman que el 75% de los rescates exitosos suceden durante este lapso crítico. Cada minuto cuenta.
Un país que no descansa y una comunidad internacional que debe responder
Cada día que pasa sin intervención suficiente, más vidas se pierden, más niños quedan huérfanos y las esperanzas se disipan entre el polvo. Este desastre ha puesto a Myanmar de rodillas, pero también ha revelado la poderosa voluntad de su gente, que continúa luchando en medio de la desesperación.
Mientras tanto, la comunidad internacional enfrenta un dilema moral: responder con la celeridad e intensidad que exige la tragedia o dejar que el terremoto de Myanmar se sume a la lista de desastres olvidados por la historia.
Esta catástrofe no es solo una cuestión geológica. Es una bomba humanitaria detonada en el epicentro de un país hecho pedazos. Y como dijo Mohammed Riyas, director de la International Rescue Committee en Myanmar: "Tememos que pasen semanas antes de entender completamente la magnitud de lo que ha ocurrido".