Serbia en efervescencia: la rebelión estudiantil contra el poder mediático y la corrupción del gobierno
Las protestas lideradas por estudiantes universitarios en Belgrado desnudan las tensiones entre juventud, medios partidistas y el régimen de Aleksandar Vucic
Belgrado, Serbia es hoy epicentro de una lucha cultural, política y generacional que revela el hartazgo de una ciudadanía, en especial sus jóvenes, frente a años de consolidación autoritaria bajo el mando del presidente Aleksandar Vucic. El 29 de marzo, las calles de la capital volvieron a llenarse. Esta vez, el blanco de la protesta fue Informer TV, un medio identificado como brazo propagandístico del gobierno, y símbolo de una guerra informativa que ha alimentado la polarización del país.
El origen de la ira: tragedia en la estación de trenes
Todo estalló en noviembre de 2024 cuando el colapso de una marquesina de concreto en una estación ferroviaria en el norte de Serbia acabó con la vida de 16 personas. Más allá del drama humano, el incidente expuso fallas estructurales y corrupción endémica en licitaciones de obras públicas.
Lo que siguió fue una ola de indignación que cristalizó en casi medio año de movilizaciones encabezadas por estudiantes universitarios. Fueron ellos quienes, organizados a través de comités estudiantiles y movimientos ciudadanos, acusaron al gobierno de negligencia criminal y saqueo institucionalizado.
Informer TV: ¿periodismo o propaganda?
Informer, una emisora televisiva y tabloide notorio en Serbia, ha sido reiteradamente denunciada por difundir discursos de odio y por atacar públicamente a los organizadores de las protestas.
Durante los últimos cinco meses, el canal etiquetó a los manifestantes como “extremistas”, “agentes extranjeros” y “revolucionarios violentos”. Titulares como “Estudiantes planean golpe sangriento” y “Células anárquicas buscan derrocar Serbia” alimentaron la narrativa oficialista que legitima la represión.
“Hace meses que somos su blanco constante, nos difaman sin tregua,” denunció Ivona Markovic, una de las voceras estudiantiles. Su testimonio refleja la frustración de una juventud que ha crecido bajo el dominio de un entorno mediático hiperpolitizado.
Una protesta simbólica: desinfección y pared de la vergüenza
La protesta frente a las oficinas de Informer fue creativa y contundente. Vestidos con trajes protectores blancos, los estudiantes realizaron una performance llamada 'Desinfección simbólica', con la que pretendieron limpiar “la toxicidad informativa” del canal.
Junto a ellos, una gran estructura llamada 'Muro de la vergüenza' exhibía portadas de Informer con titulares agresivos hacia el movimiento estudiantil. Estas acciones buscaban visibilizar el estrangulamiento de medios independientes y denunciar la manipulación masiva a la que ha sido sometida la opinión pública.
Además, se impulsó una petición para limitar el acceso del canal a frecuencias públicas. Según los organizadores de la campaña “DisInformer”, la televisión ha dejado de informar para dedicarse a la persecución sistemática de opositores.
Vucic: de reformista europeo a autoritario balcánico
El presidente Aleksandar Vucic, en el poder desde 2012, representa uno de los fenómenos más notorios del nuevo autoritarismo europeo. Aunque oficialmente impulsa la integración de Serbia a la Unión Europea, mantiene relaciones estrechas con Rusia y China, y ha tejido una red de control político y mediático sin precedentes desde la caída de Slobodan Milošević.
En los últimos años, bajo su gestión, Serbia retrocedió en indicadores de libertad de prensa, independencia judicial y libertades civiles. Según el reporte de Reporteros Sin Fronteras 2023, el país ocupa el puesto 91 de 180 en libertad de prensa, muy por debajo de lo esperado para un aspirante a la UE.
La escena frente a Informer es solo una cara de un aumento generalizado de la represión. Vucic ha amenazado con emprender una “contrarrevolución” —palabras textuales— y su gobierno ha abogado por procesos legales contra catedráticos universitarios involucrados en el movimiento, entre ellos Vladan Djokic, decano de la Universidad de Belgrado.
Media capture: el nuevo rostro del autoritarismo
Lo que ocurre hoy en Serbia va más allá de un mero conflicto estudiantil. Refleja lo que varios analistas han llamado “media capture”: la captura partidaria de medios de comunicación.
En este modelo, no se cierran medios por decreto, sino que se compra, amenaza o legisla de forma encubierta para garantizar que solo subsistan aquellos con una línea editorial alineada al poder. Así se crean ambientes de “pluralismo controlado”, donde los pocos medios independientes operan marginalmente.
De hecho, el 80% de los ciudadanos recibe sus noticias de televisión abierta, según datos del Instituto de Medios de Belgrado, los cuales están dominados por medios como Informer, Pink TV y RTS. La televisión crítica, en cambio, se relega a plataformas digitales de acceso limitado en zonas rurales.
Una generación que ya no se resigna
Pero esta ola de protesta también ha reconfigurado las percepciones generacionales. La juventud serbia, tradicionalmente apática y desencantada con la política, empieza a convertirse en sujeto político.
“Hay una fractura generacional muy clara”, señala la politóloga Jelena Milic. “Mientras los mayores privilegian la estabilidad aunque sea a costa de libertades, los jóvenes buscan dignidad, participación e instituciones honestas.”
Algunos analistas comparan este movimiento con las revueltas estudiantiles de 1968, una reacción contra la clase política encerrada en privilegios, pero en este caso, unida con el rechazo a la manipulación mediática.
¿Hacia una primavera serbia?
Todo indica que las manifestaciones no son esporádicas. Desde la tragedia de noviembre, se han mantenido con constancia inusual. Los líderes estudiantiles planean transformarse en movimiento político participativo, presentando delegados en elecciones universitarias y municipales.
Aunque Vucic aún cuenta con respaldo de sectores conservadores y del férreo aparato estatal, la movilización ha resquebrajado su imagen de invulnerabilidad. Las protestas ya no son solo un reclamo por una tragedia puntual, sino por una nación atrapada entre la desinformación y la represión.
En palabras de uno de los manifestantes: “No queremos otra mentira televisada. Queremos un país digno de nuestras vidas.”
El camino por venir
Serbia se encuentra en una encrucijada y el mundo la observa con atención. ¿Podrá esta generación canalizar su descontento en cambios reales o será absorbida por la maquinaria propagandística del régimen?
La lucha entre la verdad y la mentira, la participación y el adoctrinamiento, la juventud y la casta política, se libra frente a las cámaras. Pero este conflicto no solo es serbio. Es el reflejo de un fenómeno global: el cuestionamiento del rol de los medios en democracias cada vez más frágiles.