Gaza, Siria y Líbano: ¿Estamos al borde de una nueva conflagración regional?
Los recientes movimientos diplomáticos y militares en Medio Oriente podrían desencadenar una escalada que conecte los frentes geográficos y políticos de los conflictos en Gaza, Siria y Líbano
Por décadas, el Medio Oriente ha sido un crisol de conflictos interconectados, donde ninguna guerra ocurre en aislamiento. En los últimos días, los focos de tensión en Gaza, Siria y Líbano han comenzado a acercarse peligrosamente en sus consecuencias geopolíticas. Lo que antes eran frentes relativamente separados parece esta vez comenzar a entrelazarse con intereses superpuestos, alianzas cruzadas y amenazas que rebasan las fronteras locales.
El laberinto en Gaza: ¿Acuerdo real o nuevo punto muerto?
El anuncio por parte de Hamas de aceptar una nueva propuesta de cese al fuego mediada por Egipto y Catar abre un rayo de esperanza, aunque matizado por la contrapropuesta expuesta inmediatamente por Israel en coordinación con Estados Unidos. Esta dinámica deja claro que, más que una voluntad conjunta de paz, se trata de una rígida danza diplomática donde cada paso está profundamente condicionado por factores militares y estratégicos.
Según lo revelado por negociadores egipcios, el plan aprobado por Hamas implica la liberación de cinco rehenes vivos, incluido un ciudadano israelí-estadounidense, a cambio de la liberación de cientos de prisioneros palestinos y una pausa prolongada en los combates. No obstante, Israel mantiene una línea dura exigiendo el retorno de todos los rehenes (59 en total, de los cuales se cree que 24 siguen vivos), desarme completo de Hamas y su expulsión del poder en Gaza.
El conflicto armado actual estalló el 7 de octubre de 2023 con el ataque de Hamas a Israel, dejando unos 1,200 muertos —la mayoría civiles— y 251 secuestrados. Desde entonces, la represalia israelí ha matado a más de 50,000 personas en Gaza, según el Ministerio de Salud gazatí. Naciones Unidas estima que el 90% de la población gazatí ha sido desplazada.
¿Una oportunidad de reconstrucción en Siria?
En un evento sin precedentes tras más de una década de guerra civil, Siria ha juramentado un nuevo gobierno de transición tras la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. Presidido interinamente por Ahmad al-Sharaa, el nuevo gabinete de 23 miembros busca representar sectores religiosos y étnicos diversos para apaciguar las tensiones y responder a las exigencias internacionales.
El nombramiento de figuras como Hind Kabawat, una activista cristiana opositora al régimen de Assad, o Raed Saleh, exlíder de los Cascos Blancos, marca un giro relevante hacia una estructura política inclusiva, al menos en el papel. También destaca la incorporación de Mohammed Terko, un kurdo sirio, como ministro de Educación.
Esta acción parece tener como una de sus misiones centrales convencer a las potencias occidentales de levantar las sanciones económicas contra Siria, que han afectado profundamente al país: el 90% de la población vive bajo el umbral de pobreza y millones dependen de ayuda internacional, según la ONU.
Un dato preocupante es que, pese al acuerdo estable de cese al fuego firmado recientemente entre el gobierno interino y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la tensión en algunas zonas, especialmente costeras (de mayoría alauita), no desaparece. Más de 1,000 muertos fueron reportados este mes solo en esos enfrentamientos.
Hezbollah y el retorno de la sombra bélica sobre Líbano
El conflicto entre Israel y Líbano nunca ha dejado de latir. Pero los últimos acontecimientos prenden las alarmas: el reciente ataque aéreo israelí a Beirut, el primero desde la guerra de 2023, marca una escalada deliberada en una zona históricamente volátil.
En respuesta, el líder adjunto de Hezbollah, Naim Kassem, advirtió que si el Estado libanés no logra frenar las incursiones israelíes, el grupo islamista se reserva el derecho de actuar, interpretándose como una amenaza de volver al uso activo de la fuerza armada en las zonas fronterizas.
Desde el ataque del 7 de octubre, Hezbollah ha lanzado misiles, drones y proyectiles hacia Israel en solidaridad con Hamas, reforzando el eje de resistencia liderado por Irán. El conflicto directo con Israel se intensificó en septiembre de 2024 con acciones militares que costaron la vida de más de 4,000 personas en Líbano y provocaron el desplazamiento de 60,000 israelíes.
La última tregua, mediada por EE.UU., estipulaba la retirada israelí de territorio libanés y el cese de hostilidades por parte de Hezbollah al sur del río Litani. Sin embargo, Israel mantiene presencia en cinco localidades del sur, lo cual ha sido calificado como una agresión unilateral por parte de Hezbollah.
Estados Unidos: mediador, actor y estratega
La administración de Estados Unidos juega múltiples roles simultáneos. Mientras impulsa una solución al conflicto Gaza-Israel y trata de contener una nueva guerra entre Israel y Hezbollah, ha sido clave en definir el futuro inmediato de Siria tras la caída de Assad. Las fuerzas norteamericanas respaldaron a las FDS y han sido cruciales en los acuerdos de alto al fuego.
No es casual que muchas decisiones claves estén siendo coordinadas con Washington. De hecho, Israel afirmó que su contrapropuesta al acuerdo aceptado por Hamas fue elaborada "en total coordinación" con EE.UU. En efecto, la política exterior estadounidense busca evitar un conflicto regional mayor en un año en que la interna electoral pone presión por mostrar una diplomacia efectiva.
¿Conexión entre los tres frentes?
Lo particularmente inquietante de este momento histórico es que por primera vez los tres focos de conflicto —Gaza, Siria y Líbano— muestran elementos sincronizados, sea en el rechazo mutuo a Israel, el respaldo de facciones islamistas o la influencia estructural de Irán. Las fronteras políticas entre conflictos se diluyen.
- En Gaza, Hamas muestra capacidad de negociación pero exige prerrequisitos que Israel considera inaceptables.
- En Siria, el nuevo gobierno busca encajar en el orden internacional sin romper con actores como Irán o las milicias chiíes.
- En el Líbano, Hezbollah juega simultáneamente como estado paralelo y fuerza de contención frente a ataques israelíes.
¿Estamos frente a un nuevo espacio geográfico de conflicto interconectado?, una especie de “Frente Islámico anti-Israel” coordinado tácitamente, o cada uno de estos conflictos conservará lógicas internas sin implicar un contagio regional inmediato?
La historia de Medio Oriente sugiere que cuando los conflictos coinciden, los efectos tienden a multiplicarse. La guerra del Líbano de 2006, por ejemplo, surgió justo luego de tensiones en Gaza. En la guerra civil siria, el involucramiento de actores como Hezbollah, Hamas e Irán crearon un tejido de intereses militares muy difícil de disolver.
El rol de la población civil: rehenes, víctimas y desplazados
Tristemente, más allá de los discursos diplomáticos y la retórica de resistencia o disuasión, hay millones de personas a merced de estos conflictos. En Gaza, Tel Aviv, Damasco o Beirut, las familias de rehenes, víctimas y desplazados marchan por soluciones reales. En Tel Aviv, manifestantes gritaron: “¡El precio de la guerra son los rehenes!”, en un acto donde incluso familiares de fallecidos cuestionan la continuación el conflicto.
Los desplazados en Gaza son más de 1.8 millones; Líbano perdió más de 4,000 vidas el año pasado. Siria sigue siendo una tierra fracturada, donde más de 12 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente, según ACNUR.
¿Quo vadis, Medio Oriente?
Todo parece apuntar a una encrucijada. La posibilidad de una escalada militar regional existe, pero también lo es un punto de inflexión político si los actores internacionales logran sincronizar intereses estratégicos con soluciones diplomáticas duraderas.
Quizás nunca como ahora, la paz y la guerra bailan a tan corta distancia en esta región ancestralmente convulsionada.