Gaza bajo asedio: el drama humanitario que el mundo no puede ignorar
La población palestina enfrenta hambre extrema, escasez y desplazamientos masivos ante un bloqueo sin precedentes por parte de Israel
Una catástrofe silenciosa en curso
El enclave de Gaza, con más de 2 millones de habitantes, atraviesa la crisis humanitaria más grave en su historia reciente. Desde hace más de cuatro semanas, todas las rutas de acceso para suministros de alimentos, medicamentos, combustible y bienes esenciales han sido cerradas por parte de Israel, intensificando una campaña ya de por sí devastadora contra Hamas.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha advertido que la harina disponible para pan en los panaderías locales solo alcanzará para alimentar a 800,000 personas por día hasta principios de la próxima semana. La comida se acaba, y con ello, también la esperanza para miles de familias.
Los mercados vacíos: se acercan la hambruna y la desesperación
Los mercados de Gaza se encuentran prácticamente vacíos. Carnes, pollo, vegetales frescos, yogur, papas, huevos y frutas han desaparecido casi por completo. En palabras de una madre de Gaza City, Abeer al-Aker: “Creo que la hambruna ha comenzado otra vez. Es totalmente insano”.
Los precios se han disparado. Un kilo de cebollas puede costar 14 dólares, mientras que el de tomates llega a 6 dólares, montos impagables para la mayoría. El gas de cocina se ha encarecido 30 veces, lo que obliga a muchas familias a recoger madera para hacer fuego.
La dependencia total de la ayuda humanitaria
La carencia de bienes ha reducido a Gaza a una comunidad que subsiste con lo mínimo. Las familias se aferran a las cajas de alimentos que entrega la ONU, que ahora contienen menos alimentos que antes. Una caja puede traer algo de arroz, lentejas, conservas de sardinas, algo de azúcar y leche en polvo, pero ni de lejos cubre las necesidades nutricionales mensuales de una familia promedio.
Rema Megat, una madre de 10 hijos, lo describe con claridad: “Este kilo de arroz se gastará en una sola comida”.
Impacto en niños, mujeres embarazadas y adolescentes
Save the Children tenía programas nutricionales esenciales para alrededor de 4,000 niños malnutridos, pero muchos de ellos ya no pueden ser atendidos, bien por falta de recursos o por miedo a salir de casa hacia las clínicas, ante el riesgo de bombardeos.
Alexandra Saif, directora de políticas humanitarias de Save the Children, reveló que antes del reinicio de la ofensiva israelí el 18 de marzo, se recibían 300 niños al día con niveles severos de desnutrición. Hoy, en algunos días, no llega ninguno debido al miedo.
La malnutrición infantil se agrava con la escasez de agua potable y las condiciones de hacinamiento, lo que dispara las enfermedades potencialmente mortales como neumonía o diarreas.
Un sistema colapsado y sin visos de mejora
Hospitales están racionando antibióticos y analgésicos. El combustible corriente se reparte entre necesidades igualmente críticas: hacer pan, bombear agua de pozos, desalinizar agua, mantener operativas máquinas médicas o mover camiones de ayuda.
“Tenemos que tomar decisiones imposibles. Todo es necesario”, afirmó Clémence Lagouardat, líder de la respuesta en Gaza de Oxfam Internacional. Sin coordinación con el ejército israelí, muchas organizaciones han tenido que suspender completamente sus actividades, como entrega de agua o asistencia nutricional.
El precio humano de la ofensiva militar
Desde el 18 de marzo, cientos de palestinos han muerto en nuevos bombardeos, la mayoría reportados como mujeres y niños por autoridades sanitarias locales. Las instalaciones humanitarias también han sido blanco de los ataques.
Más de 140,000 personas han sido desplazadas nuevamente, sumando un número incierto al total acumulado desde que inició este conflicto hace 17 meses.
Aunque Israel alega que esta ofensiva busca presionar a Hamas para modificar un acuerdo de alto al fuego y liberar rehenes, el daño colateral, en forma de agonía colectiva, es inmenso.
Israel y la polémica del "crimen de hambre"
Grupos de derechos humanos han catalogado esta táctica israelí como una “política de hambre”, susceptible de constituir un crimen de guerra según el derecho internacional humanitario.
Gideon Saar, Ministro de Exteriores de Israel, negó estas acusaciones en rueda de prensa. Afirmó que Israel actúa conforme al derecho internacional y culpó a Hamas de robar ayuda humanitaria. No ofreció señales de que el bloqueo vaya a terminar pronto.
Lo que se necesita ahora
La comunidad internacional, en particular Naciones Unidas, ha pedido insistentemente que se establezca un corredor humanitario seguro. Sin embargo, la falta de coordinación, la violencia incesante y las decisiones políticas están bloqueando cualquier avance real.
“El mundo ha perdido su brújula”, afirmó Sam Rose, director interino de UNRWA en Gaza. “Aquí sentimos que podría ocurri cualquier atrocidad, y aún así el mundo no dirá: basta”.
Cifras alarmantes
- 2.3 millones de habitantes en Gaza afectados por el asedio.
- 800,000 personas dependen del pan diario de panaderías con harina a punto de agotarse.
- 14 dólares por kilo de cebolla y 6 dólares por kilo de tomate.
- 940,000 comidas preparadas servidas al día por cocinas comunitarias, pero en aumento la demanda y menor la capacidad.
- 140,000 desplazados adicionales desde el reinicio de la ofensiva el 18 de marzo.
La invisibilidad del sufrimiento
Lo que ocurre en Gaza representa uno de los escenarios más angustiosos y menos cubiertos de la actualidad. A medida que la atención mundial se diluye o se concentra en otros conflictos, millones de personas están siendo empujadas a condiciones comparables con una hambruna orquestada.
La pregunta que flota en el aire —y en los pasillos debilitados de cada organización humanitaria— es: ¿cuánto tiempo más puede mantenerse en pie una población cercada, hambrienta y sin acceso a lo esencial para la vida?
El tiempo, literalmente, se agota.